Los ciudadanos del año 2011 somos incapaces de hacer casi nada.
Los placeres en el siglo XXI
“Los ciudadanos del año 2011 somos incapaces de producir casi ningún recurso de los que habitualmente utilizamos”
Somos esclavos de la tecnología hasta niveles que no podemos ni imaginar
Nuestros abuelos, los habitantes de principios del siglo XX, eran capaces de fabricar su calzado, sus prendas de vestir, sus instrumentos de cocina, sus alimentos y hasta su medio de locomoción para el que aún utilizaban el carro y el caballo.
Sus residuos urbanos no ofrecían problemas, pues al no ser sintéticos eran absorbidos por la naturaleza y tenemos pocos recuerdos de su basura o su contaminación.
Podemos decir que, en muchos sentidos, se sentían autosuficientes, porque, realmente, eran autosuficientes.
Todo eso ha cambiado de forma alarmantemente radical
Nos consideramos solidarios y buenos ciudadanos simplemente si vertimos nuestros residuos en el lugar adecuado.
Nosotros, los ciudadanos del año 2011, somos incapaces de producir casi ningún recurso de los que habitualmente utilizamos. No sabemos fabricar un televisor, ni siquiera uno de sus pequeños transistores o integrados. Somos incapaces de fabricar cosas metálicas pues desconocemos los procesos de fusión de los metales que se han usado desde la antigüedad. Incapaces de producir fertilizantes, labor para la cual hemos confiado en la industria. Tampoco conocemos ya las técnicas de obtención del hilo a partir del algodón y muchísimo menos la síntesis orgánica que nos permitiría producir nuestros propios utensilios modernos. Somos, así mismo, incapaces de producir residuos biodegradables que ya hacían nuestros abuelos y dejaremos un mal recuerdo a nuestra descendencia. Nos consideramos solidarios y buenos ciudadanos simplemente si vertimos nuestros residuos en el lugar adecuado, pero nos preocupa poco qué sucederá con ese residuo y la cantidad de este tipo de residuos que producimos.
La mayoría de productos no tendrían que producir más residuo que lo que son. Un simple huevo que podríamos transportar en un envase reutilizable puede llevar dos envoltorios sintéticos contaminantes y difíciles y costosos de reciclar y ello no nos indigna.
Toda esta dependencia en una época de prosperidad parece carecer de importancia pero, desde luego, esto no es así.
Esta situación se produce porque conocemos poco o nada del proceso de producción y nuestra ignorancia tecnológica terminará por pasarnos factura.
Lo verdaderamente curioso es que es posible vivir con una calidad de vida excelente sin necesidad de producir residuos perdurables o costosos de reciclar. Como seres vivos que somos, nuestro cuerpo no produce nada complicado para lo que la naturaleza no esté preparada. Si la naturaleza envasa sus alimentos con envoltorios reciclables, pensemos en los huevos, las frutas o la carne, ¿porqué interponer envases procedentes del petróleo, costosos e insostenibles?
Hemos renunciado a muchos placeres sublimes
El de hilar, el de tejer, el de criar animales, forjar nuestras herramientas o cultivar plantas. Hemos renunciado a enfrentarnos a la gestión de nuestros residuos y ello a muchos no nos hace felices. Pertenecemos a un planeta vivo con el que cada día hablamos menos. Es posible que si hablásemos con él descubriríamos que tiene mucho que decirnos, que nos ha echado de menos demasiado tiempo y que aunque no nos guste nos necesita.
Hagámosle una llamada, dejémosle el recado de que hemos vuelto; el hombre, esa criatura que han admirado el resto de sus seres vivos hermanos y que es esperado con anhelo, por esa su madre… la naturaleza.