Unos artículos para entender los intereses para salir del euro
Supongo que la mayoría los conocéis, pero los recordamos. Ante la catástrofe griega, el método Nadal" Excelente análisis de una salida del euro, y de qué hay que hacer antes de ella.
Creo que está bastante claro que esto sería catastrófico para Grecia, y es muy importante entender por qué. El mejor análisis reciente es del economista de la LSE Willem Buiter, ahora en Citibank. Según este análisis, Grecia sufriría un pánico bancario de todos los que tienen activos en Euros y quieren evitar su conversión en dracmas, lo que destruiría el sistema bancario griego, y muchas corporaciones con deudas en Euros. La supuesta mejora de la competitividad sería de corta duración, dado que la inflación en dracmas sería enorme, y dada la falta de flexibilidad del mercado laboral griego, que de hecho se haría aún peor, porque las fuerzas reformistas habrían perdido la batalla. Además, las autoridades griegas tendrían que financiar alrededor de un 5% del PIB para cubrir el déficit del sector público que permanece aún sin pagar intereses. Esta monetización, en una economía que seguiría siendo, en la sombra, en euros (la gente no querría ni tocar los nuevos dracmas) provocaría con alta probabilidad hiperinflación."Una teoría de la clase política española" (César Molinas) (las negritas son mías)
Yo veo probable que en los dos partidos mayoritarios españoles crezca muy deprisa el sentimiento “pro peseta”. ... Una salida del euro, tanto si es por iniciativa propia como si es porque los países del norte se hartan de convivir con los del sur, sería desastrosa para España. Implicaría, como acertadamente señalaron Jesús Fernández-Villaverde, Luis Garicano y Tano Santos en EL PAÍS el pasado mes de junio, no sólo una vuelta a la España de los 50 en lo económico, sino un retorno al caciquismo y a la corrupción en lo político y en lo social que llevaría a fechas muy anteriores y que superaría con mucho a la situación actual, que ya es muy mala. El calamar vampiro, reducido a chipirón, sería cabeza de ratón en vez de cola de león, pero eso nuestra clase política lo ve como un mal menor frente a la alternativa del harakiri que suponen las reformas. Los liberales, como en 1814, serían masacrados –de hecho, en los dos partidos mayoritarios, ya se observan movimientos en esa direcciónEste artículo fue escrito antes del fenómeno Podemos. Quedémonos con la frase de que la permanencia en el euro implica unas reformas que supondrían un harakiri a la clase política española. En una línea similar, el artículo "No queremos volver a la España de los años 50" (Luis Garicano, Tano Santos, Jesús Fernández Villaverde).
La esperanza que tienen los que sueñan con esta quimera [la salida del euro] es que España rebotaría en dos años. Y sí, tarde o temprano, lo haría. Pero esa España sería la España de los 50, con ingresos bajos, derivados del turismo, con baja productividad, bajos costes y con un control brutal ejercido por los caciques locales, que controlarían los monopolios de la nueva economía cerrada. Del control de cambios y de exportaciones, aparecería, como en Argentina, una nueva clase privilegiada, estrechamente ligada al poder, nacida del chanchullo, la chapuza y el compadreo. Nosotros no nos reconocemos en esa España, que hemos pasado varias generaciones enterrando. Y como nosotros, muchos otros. Sin ir más lejos, Cataluña y el País Vasco verían su independencia como más atractiva que nunca. Lo triste es que a muchos de nuestros políticos este escenario no les asusta: una economía cerrada es una economía en la que pueden hacer y deshacer a su antojo, usando las palancas de la peseta para dar dádivas a sus amigos a discreción. Es a los españoles, por el contrario, a los que les conviene mantener el euro, que es la única forma de preservar el mínimo control de los desmanes de nuestros dirigentes.Alguien que quiere poder, necesita romper con el sistema del euro, que supone un límite a su discreccionalidad. Una forma puede ser impagar la deuda, provocar que el Banco Central Europeo deje de aceptar bonos españoles como colateral para financiar a la banca, y con los bancos sin financiación forzar una salida.