Creo que más vale que dejemos de especular. Partamos de la hipótesis de que el próximo lunes, al despertar, al 25 % de los impositores de cualquier entidad financiera, incluso de las "fuertes", le entra la neura de recuperar liquidez. Se presentan en su sucursal y dicen el temido "vengo a por la pasta".
Incluso tratándose de los más pequeños ahorradores, el volumen tanto por oficina como en el conjunto de la entidad superaría con creces el márgen de liquidez con que cuenta la entidad. Estando como está el interbancario, durmiendo la mona, está claro que este tampoco echaría un cable como no fuera al cuello.
Al presentarse para sacar el dinero y salir con las manos vacías ("vuelva usted mañana, que no avisó", el cliente no dejaría de recelar. Si al día siguiente no le dan el dinero ese cliente sería uno de los miles de fulminantes que desataría el pánico. De ahí a que toda la banca sufriera la misma avalancha sería cuestión de dias.
Yo entiendo que el Gobierno esté "ayudando" a la banca. El pánico, esa bestia que todo lo arrolla en su irracional carrera, creo que dormita pero tiene el sueño inquieto. De no haber ayudas, de no contar con ese apoyo del Estado, corremos el riesgo de asistir a la destrucción de nuestro modelo de sociedad.