Es una medida que beneficia básicamente a las grandes superficies, que en principio pueden amortizar con sus volúmenes de ventas el coste de los trabajadores necesarios para cubrir todas esas horas de tiendas abiertas.
Pero al pequeño comerciante le crujen aún más porque para vender prácticamente lo mismo va a tener que abrir más horas, en un tipo de negocio que muchas veces es de tipo familiar o con uno o dos empleados, así que o a pagar horas extras si tienen empleados o a dejarse sus vidas (incluso más que lo mucho que se las dejan ahora) en la tienda si el negocio es de la familia.
He oído a Aguirre en la radio arremetiendo contra "los sindicatos y la izquierda" (como de costumbre en ella) por oponerse a la medida, pero lo que no ha dicho Esperancita es que las asociaciones de pequeños comerciantes han puesto el grito en el cielo por esta ultraliberalización comercial, y no creo que muchos dueños de pequeños negocios estén metidos en un sindicato o voten a la izquierda.
Yo soy vecino de Madrid y, que yo recuerde, jamás he comprado en domingo nada que no sea el periódico y el pan, salvo cuando voy al Rastro, que es algo que desde siempre ha abierto sólo los domingos. Así que por mí la condesa lideresa se puede meter sus medidas ultraliberales donde le quepan. Por principios, jamás compraré en domingo, y espero que la mayoría de mis convecinos haga lo mismo.
Y lo que ha dicho de que con esto pretende convertir a Madrid en una gran ciudad de compras a la altura de New York o París... en fin, mejor me callo. ¿No será peligroso ser tan ridícula?