He sido siempre partidario del divorcio así que si se quieren ir, que se vayan cuanto antes.
Pero dudo mucho que CiU esté por la labor de provocar una ruptura definitiva. El rédito que pretenden sacar de todo esto es el concierto fiscal bajo amenaza de ruptura si no lo consiguen, como quedó ayer claro en el desayuno que se zampó Arturito Mas en Madrid (sin que, por cierto, ningún gran empresario catalán tuviese tanta hambre como para sentarse a desayunar con él).
Es la misma cantinela de siempre, que a estas alturas ya nos sabemos todos. Hace décadas: "o me das la autonomía o rompo". Años más tarde: "o me das un nuevo estatuto o rompo". Años más tarde: "o el tribunal constitucional se aviene a dejar el estatuto como está o rompo". Ahora: "o me das el concierto económico o rompo".
¿Alguien que realmente utilice un poco su cerebro puede dudar de que el final de todo esto sería, en condiciones normales, la ruptura? Pero claro, aquí es donde entra en juego la doble faz de CiU y demás partidos nacionalistas (incluido, ay, el PSC), para ir avanzando hacia la independencia sin llegar nunca a ella, puesto que son demasiado conscientes de lo que representaría.
Matemáticamente, se podría decir que los nacionalistas "tienden" a la independencia pero sin llegar jamás a ella, del mismo modo que la suma de la serie 1/2 + 1/4 + 1/8 + 1/16 ... "tiende" a 1 pero sin llegar jamás a él.
Se trata de obtener lo máximo posible de la más tenue de las relaciones que sea posible mantener con el resto de España. Un ejercicio de máxima rentabilidad para una de las partes (los nacionalistas) que a ellos les conviene pero al resto de la nación, evidentemente, no, puesto que por la vía de los hechos premia a los chantajistas emocionales y castiga a los fieles.