Buenas a todos.
Sobre el tema del Hermitage parece que no soy el único que piensa que es una metedura de pata épica por parte de Barcelona debido únicamente a temas políticos que derivan en cualquier cosa ,menos en el bienestar y progreso de la ciudad y sus ciudadanos.
Interesante articulo de Marc Vidal:
Barcelona, entre un modelo de ciudad vecinal y la prosperidad económica.
Si nadie lo remedia, se toma conciencia de la gravedad de la situación y no afronta con algo de realismo, a medida que avance 2018 los datos sobre el crecimiento, vitalidad económica e inversión internacional en Barcelona podrían no ser muy buenos. No entro en el juicio de quien es el responsable pues, como todo en la vida, no tiene un origen unilateral. En la distribución de culpas habría un desequilibrio insultante. Lo que es más que evidente es que el motor económico que se le supone a la capital catalana está sufriendo, y de forma notable, los excesos de un griterío político que ha emborronado el escaparate de innovación, prosperidad y cultura que siempre tuvo. Un motor que necesita de estímulos y no de más palos en las ruedas que se ponen desde la misma ciudad sin necesidad que nadie los importe de fuera. Palos locales diría yo.
Vivo entre Dublín y la ciudad condal y eso me permite, a veces, interpretar comparativamente el modo en el que unos y otros toman conciencia de la importancia del crecimiento económico frente, a veces, otros supuestos muy revisables. Un ejemplo lo tenemos en la posibilidad de que en plena Barceloneta se instale
una sucursal de uno de los grandes museos del mundo, el Hermitage. Resulta que el museo de San Petersburgo decidió, estudió, proyectó y solicitó al anterior gobierno municipal de Barcelona, la creación de una ‘sucursal’ junto al conocido
hotel Vela, el ‘W’ que marca desde hace un tiempo el ‘skyline’ de la ciudad en su vertiente marítima. Resulta que esa inversión económica, esa aportación cultural de primer orden y esa dinamización del llamado ‘turismo de calidad’
está muy mal vistopor entidades vecinales, concejalías varias y asociaciones que consideran al turismo no como un motor económico, sino como 'una agresión a un modelo de vida vecinal, de barrio e integrador'.
Y es que aunque lo busquemos, en Barcelona no hay petróleo. Vivimos de lo que vivimos.
Ya en 2015 el 90% de la ocupación en Barcelona estaba vinculada al sector servicios. El peso del turismo en el PIB municipal estaría entre el 12 y el 18% según quien lo mida. Es posible que sea excesivo, es razonable pensar que hay que buscar otro equilibrio, pero no parece muy inteligente hacerlo ahora que, como ya sabemos, la rampa hacia abajo está más empinada que nunca.
El batacazo podría ser formidable. Es más, no sólo por la falta de acción política al respecto, sino porque en ‘ciudades competencia’ en el sur de Europa, España y norte de África esa acción está siendo oportunista y estratégica. Por este motivo, ponerse de culo con una iniciativa que busca revitalizar, invertir y estimular el peso cultural de Barcelona no parece una buena idea.
La estrategia de crecimiento de los grandes museos del mundo pasa actualmente por crear ‘sucursales’ donde ofrecer vida pública a parte de su colección que descansa en los sótanos. Una especie de franquicias en otras partes del mundo donde interpretan vale la pena estar.
El Museo del Louvreo el Guggenheim son algunos de los que lo están haciendo. Ahora la oferta es del Hermitage y en Barcelona. Y en eso que ya tenemos organizada la merienda. Las quejas vecinales lideradas por la Asociación de Vecinos del barrio de la Ostia (bonito nombre para la ocasión) y otras, han logrado paralizar técnicamente que esto pueda llegar a pasar. Los promotores del asunto están cansados de la espera, los cambios de opinión, de los retrasos, requerimientos y se les hace difícil entender porque un proyecto así (con una inversión inicial de más de 50 millones de euros) no tiene una visión más pragmática y realista por parte de todos. Lamentablemente el gobierno municipal dejó caer la idea de que si quieren venir deberán buscar otro espacio que no moleste a los vecinos.
El contenedor de la historia se llena de folios y comisiones de estudio. La ruta del futuro lo hace de inversión estratégica. Encima en este caso, hablamos de un museo, no de un edificio especulativo.
La dificultad y coste que supone repensarlo todo y buscar un espacio que seguramente no existe ahora mismo en la ciudad pone en riesgo el proyecto. Una mala noticia, pues el cerca de un millón de visitantes de consumo cultural (no playero y paellero) que proyecta tener ese museo, van a hacer mucha falta en los próximos años. Las noticias ‘positivas’ sobre inversión, internacionalización de estímulos para visitar Barcelona y dinamización de la ciudad,
van a ser escasas sino cambia mucho el asunto.
Y es que este es uno de tantos ejemplos. El gobierno municipal vive en la miopía económica trabajando con el microscopio de barrio en lugar del telescopio de
ciudad estado. Sin prosperidad no habrá vecindarios felices y la prosperidad parte de la inversión.
Mientras hablamos de masificación turística, en París, Roma, Londres o Nueva York se parten de risa y en Lisboa, Málaga o Marrakech se frotan las manos. Puedo entender que hay un condicionante social, no socioeconómico, en la oposición frontal a que el Hermitage se ubique en una zona u otra de la ciudad. El problema es que es una de tantas acciones que
han colocado a Barcelona como una de las ciudades más agresivas contra el turista del mundo y que no hacen más que atormentar a un sector que guste o no, si la cosa no cambia y poco se está haciendo para que cambie, es la clave de que la ciudad de Barcelona no deje de tener un peso relevante a nivel económico.
El Hermitage es una anécdota que no quiero elevar a categoría porque la categoría ya la tienen bien estructurada. La excusa de que en Barcelona el turismo está focalizado en pocos lugares es de aurora boreal. Eso pasa en todas partes. Lo normal es eso y con eso se convive. Regular es bueno, paralizar no. Estructurar un modo sostenible de turismo está bien, generar más desconfianza en quienes deciden apostar por Barcelona a pesar de todo el lío monumental en el que estamos, no parece una buena idea. La inversión prevista es importante, el motivo culturalmente hablando también. Hay mucho que hacer, proyectar, modificar el modelo de crecimiento a medio plazo con más apuesta tecnológica para tener una ciudad
más parecida a Dublín económicamente hablando, mayor incremento en investigación o lo que sea. Pero de momento esto es lo que hay y lo mejor sería no jugar mucho con la gallina de los huevos (¿de oro?). Espero que la noticia, en este 2018, no sea de nuevo, ‘
Barcelona se queda sin algo’.
https://www.marcvidal.net/blog/2018/1/11/barcelona-el-choque-de-trenes-entre-un-modelo-de-ciudad-vecinal-y-la-prosperidad-econmica
Formas de hacer política que ahuyentan a turistas, inversores e inversiones, crean inestabilidad, perjudican a sus ciudadanos..., pero siempre la culpa es de otros.
El periódico británico The independent ha elaborado una lista con las ocho ciudades del mundo que más odian a los tiristas; pues tenemos a... Barcelona:
EIGHT PLACES THAT HATE TOURISTS THE MOST
http://www.independent.co.uk/travel/news-and-advice/places-hate-tourist-the-most-countries-ban-visitors-venice-thailand-amsterdam-japan-onsen-santorini-a7733136.html
Cuando una ciudad, una región, gran parte de sus políticos, su gobierno y empresas, al menos la mitad de sus ciudadanos... NO QUIEREN TURISTAS, NO QUIEREN EMPRESAS, INSULTAN A SUS CLIENTES, PROSCRIBE Y MARGINA A LOS QUE PIENSAN DISTINTO... al final sólo consiguen lo que buscan... que deben de venir, de consumir, de invertir, de creer.
Da igual quen sean españoles o extranjeros, todos están dejando de ir a Cataluña, de consumir productos catalanes, de creer en Cataluña.
En España se está llamando
Consumo Responsable Solidario y no es más que la respuesta libre e independiente de los ciudadanos a la petición de gran parte de sus políticos, su gobierno y empresas y de al menos la mitad de sus ciudadanos; en el extranjero no tiene ningún nombre, sencillamente lo hacen y punto.
Desde Europa les siguen sacando los colores por millonésima vez a los independentistas y sus prácticas excluyentes:
Tajani exige a la oficina del Parlamento Europeo en Barcelona rotular en castellano
"Voy a encargar a los responsables de la oficina de Barcelona que en el futuro utilicen tanto el castellano como el catalán en sus rótulos en la vía pública, el mobiliario y la creación de su imagen corporativa”, señala Tajani en la misiva de respuesta a Calvet. El cambio en la rotulación deberá hacerse, según Tajani, “en el plazo más breve posible”.
http://www.lavanguardia.com/politica/20180116/4464496055/tajani-exige-oficina-parlamento-europeao-barcelona-rotular-castellano.html
Luego se preguntan por qué los españoles hacen
Consumo Responsable Solidario y los extranjeros ejecutan la misma acción aunque no se le ponga nombre; pero claro, la culpa no es suya.
El
Consumo Responsable Solidario al final resulta que es una respuesta de los consumidores-ciudadanos españoles y extranjeros al deseo de los independentistas de que no adquieran productos ni servicios de Cataluña.
Los independentistas NO QUIEREN QUE SE CONSUMA NADA DE CATALUÑA, pues los españoles y extranjeros respetamos su derecho a decidir; ellos lo han decidido, nosotros lo respetamos.
Consumo Responsable Solidario es NO COMPRAR A QUIEN NO QUIERE VENDER Y ADEMAS TE INSULTA.
Los independentistas nos insultan y quieren robar a todos los españoles.
No con mi dinero
Los políticos no nos defienden y nuestro voto cada cuatro años lo manipulan a su antojo.
Vota cada vez que compras
Saludos respetando la decisión de los independentistas, NO QUIEREN VENDER, NO LES COMPRAN.