Nada que ver el comercio de los Fenicios (y por extensión el comercio Romano o Griego) con el comercio del que habla Norberg. Son dos mundos opuestos. Los primeros se basan en algo que a menudo se olvida pero que fue el modelo de producción de todas las sociedades hasta la llegada de la era cristiana: el esclavismo. Las sociedades basadas en este tipo de producción no tienen incentivos para el progreso material. Los hombres libres ya tienen un estatus conseguido a través de la herencia, y de lo que se trata es de perpetuar ese estado, por eso son sociedades donde no hay capital que invertir, sino acumulación de bienes, y uno de los bienes más preciados es precisamente los esclavos, que dan estatus social y encima trabajan gratis. Este sistema llega a su punto culminante durante los imperios Griego y Romano, donde por cada hombre libre había hasta 3 esclavos. Como es sabido este tipo de sociedad entra en crisis durante los primeros siglos de cristianismo con su dichosa cantinela de considerar a los hombres libres e iguales, dando paso a la otra gran revolución ‘comercial’ de la historia: la feudal. Como puedes comprender cada tipo de ‘comercio’ conlleva un tipo de sociedad distinto. El tipo de comercio Fenicio es lo contrario al que inventa la Revolución Industrial, que a grandes rasgos se basa en la acumulación de capital (no de bienes), en la propiedad privada, y la división del trabajo.