Re: El futuro automatizado. Jubilación, renta basica y paro
Buenas a todos.
Siguiendo con la huida de la medicoridad para mejorar personal y profesionalmente, para ofrecer un servicio de mayor calidad a los clientes, para adaptarnos a los cambios tecnológicos-sociales-éticos-laborales-de comportamiento de los clientes..., vamos a dejar otro excelente artículo de Xavier Marcet que aborda este tema desde el punto de vista de las empresas, que deben adaptarse sí o sí a la digitalización y los profundos cambios que ésta produce en todos los ámbitos de la sociedad y las empresas.
Empresas: esquivar la mediocridad
Cuando hablamos de mediocridad lo primero que hay que hacer es tener un espejo cerca dónde mirarnos. El riesgo de ponderar mediocremente sobre la mediocridad es altísimo. No me atrevo a hablar de la mediocridad en el arte, menos en las personas, pero me gustaría ensayar una aproximación sobre la mediocridad en la empresa, sabiendo, por experiencia propia, lo que supone desplegar una empresa que no calce un zapato y una alpargata reiteradamente.
Una empresa es básicamente mediocre cuando es incapaz de deleitar a sus clientes. La falta de atractivo o de calidad es un factor clásico de mediocridad. Una empresa es mediocre cuando el valor que crea para sus clientes se aleja de la excelencia y se pierde en lo anodino. La commoditización de las empresas es un gran riesgo de mediocridad. La empresa indiferenciada a ojos de sus clientes vive en el abismo de la mediocridad, del sí pero no constante.
Una empresa es mediocre cuando las inercias pesan más que la ilusión por adaptarse a los contextos cambiantes . Cuando el futuro es simplemente una prórroga del pasado. El escepticismo militante de muchos directivos ante lo nuevo acaba normalmente en propuestas de valor continuistas, en innovaciones de ni fu ni fa, en soluciones a medio camino. Esas empresas que lo saben todo, a la que nadie puede enseñar nada a sus directivos corren un gran riesgo de que los viejos éxitos se les queden en las manos ante propuestas radicalmente nuevas. Hoy nadie está a resguardo de la disrupción. Y la disrupción la protagonizan nuevos entrantes que no tienen nada que perder y buscan construir propuestas que mejoren mucho la experiencia de los clientes.
Una empresa es mediocre cuando sus líderes son mediocres ( gente que se sirve más que gente que sirve). Líderes que expresan valores caducos y formas que no ayudan a sacar nada bueno de los que les rodean. Una empresa es mediocre cuando la concentración de profesionales tóxicos es mayor que la media. Las empresas mediocres tienden a ser complicadas porqué se llenan de gente complicada. Lo mediocre es mirarse demasiado a sí mismo. Drucker decía que las oportunidades están siempre fuera. Hay directivos que tienen su ego como perímetro prioritario. Nada más mediocre.
Una empresa es mediocre cuando sus resultados son sostenidamente mediocres. No todas las empresas puede tener el Ebitda como Apple, pero una empresa que saca sistemáticamente malos resultados, o cierra, o sobrevive en la mediocridad. No hay empresas que parezcan más mediocres que esas que se quejan por todo, que asumen la queja como cultura corporativa. En las empresas, a veces, hay que ganar contundentemente.
Una empresa tiende a la mediocridad cuando se aísla de la sociedad dónde habita. Cuando no entiende que ser inclusivo es hoy más estratégico que nunca. Una forma brillante de esquivar la mediocridad es procurar combinar buenos resultados económicos con un ouput social tangible, relevante, y si puede ser, pegado al propio negocio. Por el contrario, hay empresas con una mediocridad moral insoportable.
Una empresa intenta huir de la mediocridad cuando hace de la innovación y el emprendimiento una forma de estar de las personas en las empresas y de las empresas en la sociedad. La innovación no es fácil pero en un mundo como el nuestro, sin adaptación, sin diferenciación y sin explorar constantemente cómo crear más y mejor valor para los clientes es difícil sobrevivir. La innovación es actualmente una forma tanto o más plausible de servir a la estrategia que la planificación rígida.
Cuando una empresa pone a su cliente en el centro y se organiza para deleitarle está haciendo todo para no caer en la mediocridad. Cuando es capaz de estructurarse para servir al cliente desafiando sus propias inercias y ortodoxias. Y además hay que desafiarlas rápido. Constatamos como en muchas empresas las burocracias han secuestrado la agilidad haciendo que cualquier cambio sea lento y sinuoso. Para esquivar la medianía hay preguntas trascendentales que se deberían convertir en cotidianas, una de ellas es: ¿qué van a necesitar nuestros clientes que todavía no nos sepan expresar ? Hacerse las preguntas y responderlas e implementarlas con agilidad.
Una empresa intenta esquivar la mediocridad cuando crea una comunidad de personas de la que valga la pena forma parte. Por talento y por talante. Un espacio libre de desmotivación y de tonterías. Un espacio dónde crecer acompasadamente en términos corporativos y personales no sea un trade off. La empresa no es una guardería, no es un rancho paternalista, pero es una espacio de personas que deben poder balancear su compromiso corporativo con su deseo de prosperar personalmente.
Una empresa esquiva la mediocridad cuando es auténtica. Cuando no hay espacio para el paripé institucionalizado. La autenticidad es la nueva competencia diferencial de las empresas. Existen demasiadas empresas dónde la artificialidad puebla sus relatos y copa sus reuniones. La autenticidad es el código no escrito de las empresas que aspiran a perdurar y a crear cosas relevantes para su negocio y para el mundo. El mapa de procesos de la autenticidad no tiene ISO que la sostenga, anida en este espacio fundamental entre la racionalidad, la emocionalidad, el esfuerzo y la pasión que hace que algunas empresas sean construcciones sociales que alumbren un mundo complejo. La autenticidad no es una asignatura de ninguna escuela de negocios pero es la revolución tácita que necesitamos para desplegar empresas de las que sentirse parte orgullosamente. La autenticidad es el primer mandamiento para esquivar la mediocridad.
http://www.xaviermarcet.com/2017/03/empresas-esquivar-la-mediocridad.html
Los CEO´s de las empresas, sus directivos, deben ser totalmente proactivos en la gestión del cambio, deben estimular a sus empleados para participar en dicho cambio, deben facilitar el acceso de los empleados a los cursos de formación y reciclaje, deben crear en la empresa y su entorno un clima que favorezca la participación de todos sus componentes en la innovación.
Como hemos dicho la huida de la mediocridad es una actitud, una elección propia, un sentimiento; un empleado, un directivo que no cree en la innovación y la mejora propia y de los que les acompañan en el viaje, no hace más que obstaculizar su propia evolución, la de la empresa y la del resto de la sociedad.
Todo lo dicho sobre la huída de la mediocridad es tan válido tanto para directivos y empleados de empresas privadas como para la administración pública, los funcionarios y los políticos; un fiuncionario, un político que no desea mejorar como profesional y no desea una mejor atención para los ciudadanos no es más que un estorbo y una carga para la sociedad.
Saludos eligiendo libremente huir de la mediocridad.