A la contabilidad de la economía madrileña, a mi juicio, le echan mucha levadura, o sea, está muy dopada (están viviendo en una burbuja del copón). Por lo tanto, los números que presenten no valen ni el papel que los contienen.
Como ejemplo, el otro día fui a visitar un zulo en Madrid y pidieron 600.000 € (el mismo en el centro de Oviedo, como mucho 200.000 € y así y todo entraría en la categoría de estafa). La cosa no derivó en incidentes mayores porque ese día reinaba en mí el pacifismo ("fair play").