Me declaro un inculto a la hora de valorar las empresas en las que invierten los gestores, sobre todo en los que confío, si fuera capaz no les necesitaría y directamente prescindiría de los fondos (dando por hecho que sabría compensar la fiscalidad si fuera tan listo). Me sigue sorprendiendo cualquier comentario sobre lo adecuado o lo inadecuado de tal o cual movimiento que expresan los aficionados a la inversión, por oposición a los profesionales que viven de ello. Obviamente todo el mundo tiene derecho a discutir y rebatir (de hecho es la mejor escuela), faltaría más, pero sigo reivindicando mi poder de sorpresa ante ciertas disertaciones entre otras cosas porque, preparación al margen, los profesionales tienen acceso a información con la que ni soñamos los aficionados. Como se decía antiguamente, cuando yo voy, ellos vuelven...
Lo que sí me parece mucho más delicado (califico sin rebatir) es cuando un gestor value sigue unas premisas durante "toda su vida" (y muchos las compramos) y, de repente, cambia de filosofía de inversión y su discurso base. Materias primas: un, dos, tres, responda otra vez...