El experto inmobiliario
Todo lo que leo sobre el tema de la vivienda me parece digno de permanecer en cuarentena. Tanto de los catastrofistas que anuncian el fin del mundo a cada “dato estadístico” que se publica (cuando todos sabemos, Hollywood mediante, que no toca hasta el año 2012), como de aquellos optimistas que ven recuperaciones poco menos que inminentes con ¡sorpresa! el “mismo dato estadístico” que apuntalaba las sentencias de los primeros.
Por las mañanas me desayuno con “sesudas explicaciones” sobre la recuperación de precios, el final de la crisis, las tendencias indicadoras de que se está frenando la caída de los precios o, por acabar, con los consejos de “expertos” (estos nunca están en crisis, son como los champiñones a poco que les des terreno apropiado) sobre la oportunidad del momento para comprar, etc., etc. …
Por las tardes me meriendo con las manifestaciones de “otros expertos” que dicen que los precios seguirán a la baja, que el stock no lo absorbe ni siquiera una “galleta campurriana”, que los balances de los bancos están a punto de reventar por la sobre valoración de los inmuebles que en ellos figuran, etc., etc. y más etc.
Durante años tanto los “expertos matutinos como los vespertinos”, que eran un único cuerpo, nos han estado bombardeando con el eslogan “la vivienda nunca baja, esta es la inversión de su vida” y, aunque a título personal no estaba de acuerdo (por pequeñas experiencias históricas vividas en primera persona), he de reconocer que la realidad me echaba un jarro de agua fría día sí y día también sobre lo que para mí era una aberrante distorsión del mercado.
Esa realidad que se instaló en nuestro país a finales de los 90 y que ha durado casi una década expulsó del mercado de la compra de la vivienda a las personas que, como yo, teníamos una educación basada en el ahorro y el sacrificio diario y favoreció al especulador que vive a crédito, al pasa pisos, a las entidades bancarias que también especulaban a través de sus tasadoras y su concesión de créditos alegre en contra de mil consejos de prudencia crediticia, a los constructores que se enriquecían con una rapidez pasmosa delante de nuestras narices (tanto a los de estirpe como a los advenedizos que nacían por legiones), a las inmobiliarias con comisiones estratosféricas por su intermediación y que se encargaban de “restregarnos” a diario su “éxito” plantando sus estupendos todo terreno delante de sus chiringuitos, que nos amenazaban cada vez que te acercabas a preguntar por cualquier urbanización que o lo tomabas ahora a precio x o dentro de 5 minutos estaría a 2x y sólo te lo “concedería” si no le pillabas recién levantado de la siesta; y como no a los ayuntamientos y demás administraciones que se han acostumbrado a vivir en la opulencia y el trapicheo urbanístico de manera vergonzosa y vergonzante amén de legiones de abogados, notarios, registradores, unificadores de deudas, …
Y aunque la razón nos decía lo contrario (por eso de la educación recibida) la realidad nos empujaba a una psicosis compulsiva de compra de vivienda que a punto estuvo de atraparme. Sólo me salvo el MIEDO. Y lo admito, me entraban sudores fríos cada vez que echaba cuentas sobre la posible hipoteca y así poco a poco la posibilidad de compra se me fue alejando.
Han pasado 4-5 años desde ese mi intento de asalto a esos pisos carísimos entonces y ahora y no veo que la situación haya cambiado mucho. Y me explico.
Los que fueron promotores y/o constructores “perdieron” sus propiedades supervaloradas que fueron a parar a los bancos a los que adeudaban ingentes cantidades de dinero, simplemente porque no eran capaces de vender más pisos a un mercado (en todo su variopinto espectro, desde el que se independiza pasando por la segunda vivienda al pasa pisos especulador o al inversor) que ya no engullía semejante abundancia. A estos se sumaron numerosos particulares que sin la prudencia suficiente o tal vez con un exceso de confianza infundado vieron perder sus pisos ante el alza de los tipos de interés y el aumento del paro (inmigrantes y no inmigrantes).
Y ahora tenemos el solar patrio en manos de la banca con unos balances llenos de pisos y terrenos que no sabemos muy bien cómo valoran (entre otras cosas porque los tasadores son ellos mismos y ya se sabe el refrán castellano que dice “el ojo del amo engorda el caballo”) y que son causa de muchos millones de € en ayudas a esos bancos por los mismos contribuyentes a los que nos sangran.
¿Dónde está “La ley de la oferta y la Demanda? ¿Por qué los adalides del libre mercado a los que se les llena la boca con el concepto del respeto al “Mercado Soberano” siguen manipulando los precios de forma escandalosa? Bueno esta es una reflexión en voz alta que no venía a cuento para explicar la “crisis”.
Pues bien, toda esta experiencia ha servido para forjarme un hueco en el grupo de Gurús que pululan por el mundo y dado el tiempo que llevo estudiando el tema, me he constituido en “EXPERTO INMOBILIARIO SINGULAR” y con los únicos datos de que dispongo y que os pasaré a enumerar (nada de estadísticas porque ya veis que sirven para justificar 2 situaciones contradictorias) estableceré unas previsiones muy serias:
DATOS FIDEDIGNOS Y CONTRASTADOS (BASE DE MI ESTUDIO):
-Mi sueldo (que no me quejo y eso que no soy CONTROLADOR AÉREO y que me sirve para hacer mis cálculos); es muy importante partir de la base del sueldo propio y no del de los controladores para que al calcular la cuota hipotecaria que podemos pagar esté con los pies en la tierra y dentro de unos límites razonables. En esta labor, hoy, los bancos nos echarán una mano (no como antes que todo valía) en los cálculos. Si al sueldo le añades propiedades y/o garantías de variada índole te ayudarán mejor en los cálculos.
-Mis piernas y vista (que actualmente me funcionan muy bien y me sirven para desplazarme y hacer un exhaustivo estudio de mercado –anuncios de SE VENDE en urbanizaciones nuevas y/o pisos de 2ª mano amen de los anuncios en periódicos e Internet, los propios bancos, …-). Esta labor de campo es muy importante porque nos ayuda a quitar la paja del trigo (los metros cuadrados se supone que son igual en todos los pisos –no siempre- pero no es lo mismo nuevo de ayer que nuevo de hace 4 años, que 2ª mano impecable o “a actualizar” -esta palabra me gusta mucho- y/o “con muchas posibilidades”, …).
-Los actuales precios de los pisos (curiosamente el único que quedaba en 2005 y que me querían vender por 236.000 € -el que me asustó- tiene en estos momentos unos 12-15 compañeros más en la misma urbanización propiedad de una Caja de Ahorros y bastantes más en manos de la promotora/constructora de entonces y a precios que van desde los 240.000 € a los 280.000 €). En mi estudio he desestimado tanto las viviendas de otras constructoras anejas a la de mi “ANÁLISIS”, que se encuentran en un 95% cerradas a cal y canto, como otras situadas en un radio de 15 Km. a la redonda porque podrían distorsionar tanto el susodicho análisis como mis piernas pero sé a ciencia cierta que están en igual o peor situación que lo comentado (aplicación rigurosa de la campana de Gauss); fiaros de mí, que soy un “EXPERTO”.
-Por último un dato que no hay que olvidar MUY IMPORTANTE; mi cuñado se ha quedado en el paro y mi vecino del 4º también y tengo un amigo bastante más valiente que yo con un crédito puente de una Caja de Ahorros que ya no sale de vinos ni de vacaciones y tiene muy mala cara y comienza a notarse riñas en la pareja por esta causa. Esto sólo lo comento a título anecdótico para que veáis que también he analizado el “CLIMA SOCIAL”. (Y toco madera para no pasar a esta situación).
Podía haber echado las cartas o haber observado mi bola de cristal, pero no hubiera sido serio. He preferido usar datos contrastados. Pues bien con estos datos puedo CERTIFICAR (en mi calidad de “EXPERTO INMOBILIARIO”) que a los precios de los pisos les quedan 4-5 años más de “aterrizaje con problemas en el tren”, 2 años de parada técnica y repostar combustible y otros 3-4 para intentar despegar, vamos por resumir no menos de una década. He dicho.
Espero que sea útil he instructivo mi análisis.