Cuando Ada Colau hizo cosas parecidas en Barcelona, los gurús del liberalismo la tacharon de loca.
El caso es que después hubo elecciones y renovó la alcaldía.
Y es que cuando la ideología y los intereses chocan... ay madre.
Todo es un conflicto de intereses y un equilibrio muy delicado. En Madrid podría hacerse lo mismo que han hecho en Canadá, claro. Pero entonces no habría tanto turismo en Madrid. Y claro, se reacudaría menos. Por tanto, no se podría hacer una política fiscal tan displicente porque las arcas públicas necesitarían dinero. Y entonces Ayuso tendría que cambiar de discurso. Y ya no seríamos todos tan liberales...
C'est la vie.