Especulaciones Consentidas = Timados = Aruinados.
Después de todo lo que está pasando y por los múltiples análisis que sobre el tema se han hecho, es fácil determinar y donde hay mayor consenso es que la culpa de la crisis reside en la burbuja inmobiliaria que se originó hace unos años. Probablemente lo llamen de otra forma, como por ejemplo: la fiebre del ladrillo, codicia desenfrenada, orgía especulativa, u otros términos, pero el veredicto es prácticamente unánime. La despreocupación del Gobierno cuando notaron los primeros síntomas de ésta enfermedad. Y me explico:
Si analizamos quienes deberían responder del bum inmobiliario desenfrenado y causante de la crisis, ahí probablemente ninguno de nosotros coincidiremos. Unos culparan a uno, otros a los bancos, otros a los especuladores, otros al sistema, etc…
No existirá unanimidad en señalar un culpable claro.
Si nos centramos en el efecto más visible de la burbuja inmobiliaria: la incontrolable subida de los precios de la vivienda, tendríamos que poner el foco de la responsabilidad sobre los agentes participantes del mercado tanto por el lado de la oferta como el de la demanda.
Por el lado de la demanda podemos señalar claramente a los consumidores sufridores como responsables y últimos de la subida de los precios por ser estos los destinatarios finales de vivienda. La tasación de una determinada vivienda era de 120.000€ por ejemplo, pero los agentes financieros les conseguía al usuario final para comprar la dichosa vivienda 20, 25 o 30.000€ más, y hasta mucho más, afirmaban que nunca perdería su valor de tasación, en muchos casos hasta le sobraba para comprarse un buen coche también. De no haberse endeudado tanto y haber comprado de forma más racional, argumentan algunos, no se habría producido esta crisis.
Por el otro lado podríamos responsabilizar a inmobiliarias y constructoras. Estas, ante el incremento de precios, se lanzaron como locas a producir y vender, sin analizar previamente si era viable a largo plazo construir tantas viviendas ya que nadie del Gobierno alertaba de nada y tampoco públicamente. Se puede argumentar entonces que si éstos no hubieran construido tantas casitas, no se hubiera producido el exceso actual y no habría, por tanto, crisis.
Pero ni unos ni otros se hubieran endeudado tanto, si no hubieran concedido créditos de hipotecas de manera que por cada 100 te concedían 120 por ejemplo, o, si por el contrario financiando la vivienda un 80% de su valor, que sería lo más sensato. Así pues, se puede deducir que la responsabilidad última reside no tanto en quien gastó el dinero, sino de quien lo proporcionó alegremente sin que el Gobierno hiciese nada para evitar males mayores. Es decir, si los bancos no hubieran dado dinero a espuertas, ni consumidores ni productores de viviendas no se hubieran endeudado tanto.
Ahora bien, los bancos comerciales lo que persiguen es básicamente hacer negocio. Solo son meros vehículos de la liquidez que los bancos centrales proporcionan. Así, en España se podría decir que la responsabilidad última de que hubiera una burbuja fue del Banco Central Europeo que proporcionó a los bancos comerciales demasiado dinero barato para prestar.
Por otra parte el BCE y los bancos centrales nacionales no son más que instituciones creadas por los Gobiernos Europeos para regular la política monetaria. Si los bancos centrales han proporcionado demasiada liquidez quizás sea porque los Gobiernos se lo permitieron, es decir, que no regularon adecuadamente.
Dentro del ámbito Español, se podría responsabilizar al Gobierno de permitir que esto sucediera. Si en vez de mantenerse claramente neutral ante la comodidad de las cifras, hubiera actuado, quizás hubiéramos evitado que apareciera el maldito bum inmobiliario. Al fin y al cabo los bancos son los que ponen el dinero, pero son los Estados los que regulan e intervienen en los mercados financieros. ¿Pero a quien o a quienes culpamos entonces por no haber hecho bien sus deberes a tiempo?
El Gobierno puede que fuera el que empujaba toda esta rueda. La especulación. De haber tenido un Gobierno vigilante y previsor se hubieran abstenido muchas personas del sector que alterara los precios de mercado, y quizás no hubiera pasado nada. Si estos intermediadores no hubieran acaparado el mercado, hubiera funcionado el mecanismo de la economía financiera de forma moderada creciendo gradualmente.
Quizás sea imposible culpar a alguien en concreto, quizás sea el sistema económico diseñado, al fin y al cabo para permitir la libertad de todos los agentes, especuladores incluidos. Quizás en otro sistema esto no hubiera pasado. O quizás, este sistema esté diseñado para que el que tire una piedra pueda esconder la mano como si nunca haya roto un plato. En este País la culpa de todo la paga los más endebles.
En esas esferas de tanto poder se garantizan pensiones vitalicias millonarias, pero nunca exponiendo sus patrimonios como abales por si las gestiones que tienen que desarrollar las fracasaran.
Puede también ser la culpa de un poco de todo, del sistema, del Gobierno, de los agentes participantes, o de la propia cultura del País en su conjunto,…
O puede que simplemente esto fuera inevitable. Algo que toda sociedad debe pasar. Una lección dentro del proceso de aprendizaje social. Una especie de estímulo-mazoqueo de la colectividad en el que solo las sociedades más fuertes sobrevivirán.
Quien sabe.