Estoy de acuerdo contigo. Lo de un hombre un voto (así, sin más) no solo se queda ya muy corto sino muy antiguo. A mí me retrotrae hasta los tiempos del sufragio censitario o a la lucha por el voto femenino.
Yo creo que hoy el discurso no es votar o abstenerse, sino votar ¿para qué?
Si seguimos dándoles un cheque en blanco a organizaciones endogámicas que funcionan como hace más de un siglo, sin cambiar en nada, en cualquier momento se ponen de acuerdo (ya pasó con la reforma del 135) y se cargan el proyecto de vida de millones de personas, tanto si los han votado como si no.
Yo creo que ahora y en el futuro el discurso es votar a cambio de permanentes contrapartidas. Yo os doy mi voto, cuyo valor no tiene precio, a cambio de que antes de tomar decisiones irreversibles que siempre, siempre, siempre se vuelven contra el pueblo le preguntéis al pueblo.
Cordiales saludos