El bipartidismo europeo, amenazado
La batalla por el timón de la Unión Europea está servida. Por primera vez en su historia cinco partidos europeos han puesto nombre y apellidos a sus candidatos a presidir la Comisión Europea: Jean-Claude Juncker por los conservadores, Martin Schulz por los socialdemócratas, Guy Verhofstadt por los liberales, Ska Keller y José Bové por los verdes y Alexis Tsipras por la Izquierda Unitaria. Los ciudadanos decidirán en las urnas quién deberá enderezar el rumbo de la UE en los próximos cinco años. Los sondeos vaticinan una baja participación respecto al 2009 (43 %) y un ascenso histórico de la ultraderecha que se alimenta del descalabro de los grandes partidos.
La contienda está siendo dura. Para unos más que para otros, eso sí. Los populares, con el expresidente del Eurogrupo, el luxemburgués Juncker, al frente, se esfuerzan en vender al electorado las bondades de las políticas de austeridad y en defender la gestión que han hecho de una crisis que ha dejado profundamente heridos a los países del sur de Europa. Por el momento no han tenido éxito.
El temido voto de castigo
Los sondeos indican que perderán 64 escaños respecto a la Eurocámara del 2009. Pese a todo, Juncker remonta y sigue por delante de su principal rival, el alemán Martin Schulz. La diferencia es mínima. Los populares obtendrían 209 escaños frente a los 203 de los socialdemócratas. Ahora el mayor miedo es que la abstención y el voto de castigo hagan mella el 25-M.
Los socialistas, que ganarían siete escaños, confían en que Schulz pueda alcanzar la presidencia de la Comisión Europea en la recta final de campaña. Su experiencia al frente del Legislativo, carisma y apuesta por políticas de estímulo fiscal, pueden jugar a favor ante un electorado que amaga con escorarse más hacia la izquierda o abstenerse de cara a las elecciones. El riesgo reside en el fracaso que está cosechando el partido en Francia, Grecia, Polonia, Austria, Hungría y Bulgaria. Aguantan el tipo en Portugal y en Italia van en cabeza.
Los liberales (ALDE) no tienen mucho que hacer. Aunque su candidato, Verhofstadt, está moderando su discurso hacia posiciones más sociales, el electorado no perdona que en muchos países hayan votado de la mano con los conservadores muchas medidas que han contribuido a aumentar la precariedad en la Unión Europea. Los sondeos vaticinan un duro golpe. Perderían 23 escaños pasando de los 83 del 2009 a 60.
Tampoco los Verdes europeos respiran tranquilos. En Alemania y Francia, lugar de origen de sus dos candidatos, Ska Keller y José Bové, han perdido mucho peso. Los sondeos indican que peligran 10 escaños y solo le conceden 47 eurodiputados en el hemiciclo.
Ni siquiera la actual crisis con Rusia que ha puesto de manifiesto la necesidad de rediseñar la política energética europea hacia una mayor apuesta por las renovables, eficacia e independencia, como venían exigiendo, les ha granjeado votos.
Tan solo la Izquierda Unitaria parece que gana posiciones de forma clara. Conseguirían a día de hoy 47 escaños, doce más que en la cita del 2009. Su gran bastión es Grecia, el país que más ha sufrido en sus carnes la salida por la derecha de la crisis. Las privatizaciones, la elevada deuda, el desempleo desbocado y la precarización de las condiciones de vida de sus ciudadanos han pasado factura a conservadores y socialdemócratas.
¿A dónde han ido a parar los votos de los ciudadanos descontentos? La frustración y falta de perspectivas de futuro está orientando el voto hacia opciones antieuropeas y populistas, que defienden devolver la soberanía a los países, acabar con el euro y frenar la inmigración. Los sondeos apuntan a que los peores pronósticos se van a cumplir. Las encuestas pronostican que los partidos antieuropeos lograrán más de cien escaños.
La extrema derecha xenófoba irrumpirá con un grupo propio aprovechando el declive del bipartidismo. Al frente de la coalición estará Marine Le Pen, del Frente Nacional (FN) francés. Solo su partido podría lograr 20 escaños de los 38 a los que aspira la ultraderecha. No en vano, el FN se sitúa como primera fuerza en Francia. A ella se sumarían el PVV (Holanda), la Liga Norte (Italia), FPÖ (Austria), Vlaams Belang (Bélgica), SD (Suecia) y el SNS (Eslovaquia). Con ellos, la ecuación es perfecta. Necesitan 25 eurodiputados de siete países distintos para formar grupo.
Los euroescépticos del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), se han desmarcado de esas posiciones extremistas pero también consiguen arañar votantes con su discurso antieuropeo. Las encuestas lo sitúan en primera posición por encima de los laboristas y los conservadores de David Cameron, que se hunde en intención de voto.
Los partidos pequeños
Otro síntoma de la decadencia del bipartidismo es la irrupción de nuevos grupos parlamentarios. Los sondeos indican que muchos solo lograrán un escaño, pero contribuirán a hacer de la Eurocámara una institución más plural por un lado y más difícil de gobernar por otro.
En España, la formación Podemos alcanza el 1,6 % de intención de voto, lo que le daría un escaño. Pero no es el único caso.
En Alemania, el Tribunal Constitucional abolió la cláusula del 3 % mínimo de votos para acceder a un escaño, abriendo las puertas a 19 nuevas formaciones. Entre ellas el neonazi Partido Nacionaldemócrata Alemán (NPD) o los euroescépticos de la Alternativa para Alemania (AfD). Aunque solo unos siete formaciones pueden llegar a sacar un escaño, en conjunto pueden restar poder a los dos grandes partidos: democristianos y socialdemócratas.