El contagio de una enfermera que atendió a un misionero enfermo de ébola parece haber infectado a todos los medios de comunicación de una enfermedad que, a la larga, es todavía más letal que el virus africano: una dolencia que ofrece síntomas de la más atroz de las demagogias, la peor de las irresponsabilidades, la más terrible inmoralidad y la búsqueda a toda costa de un interés político.
Digo que ha infectado pero soy demasiado generoso: la situación de los medios en España lleva años siendo catastrófica, últimamente en lo económico pero desde hace mucho en lo moral, porque al fin y al cabo, caso tras caso, son las televisiones -uno de los pocos sectores que tienen cierta pujanza económica- las que profundizan más y más en un tratamiento repugnante de la actualidad.
Quizá sea lo que se merece una sociedad que no se ha movilizado por las víctimas de ETA, por las del 11-M, por el escándalo de la Doctrina Parot o por los miles de muertos de ébola en África pero que se rasga las vestiduras cuando se sacrifica a un perro que, tal y como ha reconocido el presidente del Colegio de Veterinarios, tiene poco interés científico y un potencial peligro que no es posible determinar pero que, desde luego, no es cero.
El caso es que, dentro de una bacanal de titulares disparatados, fotos "de las redes sociales" en las portadas cuyo interés informativo es cero y que suponen una pavorosa intromisión en la intimidad de la enferma, noticias "por confirmar" y disparates varios, la palma se la ha llevado sin duda la entrevista que Jesús Cintora ha realizado en directo a la enfermera Teresa.
No niego que entrevistar a quien es el centro de la actualidad desde el lunes tenga interés periodístico, pero cuando te das cuenta de que la persona con la que hablas tiene serias dificultades para vocalizar y está evidentemente afectada, ya sea por la propia enfermedad, ya por la medicación; cuando esa mujer gravemente enferma te dice que no puede seguir y tú insistes e insistes con la esperanza de que la versión final cuadre con lo que te interesa políticamente… Eso no es periodismo, eso es hacer oposiciones al puesto de ministro de la Verdad del futuro Gobierno de Podemos.
La única duda que me queda es si estos medios son lo que se merece esta sociedad o hemos tenido una tremenda mala suerte. Quiero pensar lo segundo, pero la verdad es que todo apunta a lo primero.