Claudia Zulaika en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.
Claudia Zulaika en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. JAVIER BARBANCHO
DANIEL SOMOLINOS
Actualizado: 08/08/2014 05:06 horas
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"Llegué hace dos días a España de Monrovia (Liberia) y nadie me ha hecho ningún tipo de control, ni siquiera me tomaron la temperatura. Tampoco me facilitaron un número de seguimiento por si estuviera incubando el virus ni se preocuparon en darme instrucciones". Claudia Zulaika, junior profesional en la sección de Infraestructuras y Servicios Sociales de la Unión Europea, relató con extrañeza lo que vivió al desembarcar en nuestro país tras su viaje a una de las ciudades donde más brotes de ébola surgen.
"Esperábamos algún tipo de revisión. Todos los pasajeros nos quedamos muy sorprendidos y algo asustados", detalló Zulaika, que tachó de imprudencia semejante falta de control. "Hemos visto de primera mano lo tremendísima que es esta enfermedad. No vemos imposible, por desgracia, que pueda llegar a España o a cualquier parte del mundo".
La junior, que aboga por tomar medidas aunque se peque de extremismo, cree que hay una falta de conciencia de la gravedad de este problema que aflora de manera letal en esta región africana: "Los medios están empezando a hacerse eco de esta coyuntura, aunque llevamos varios meses en una situación bastante complicada".
"Esperábamos algún tipo de revisión... Todos nos quedamos muy sorprendidos"
Cuenta de ello puede dar el español contagiado de ébola: el sacerdote Miguel Pajares. Se ha mantenido aislado en el Hospital San José de Monrovia. Pero la precariedad de los recursos hizo que, según Zulaika, los devotos, al ayudarse entre ellos, terminaran transmitiéndose el virus unos a otros. "Por desgracia los medios llegaron demasiado tarde, cuando Patrick Sawyer (el primer infectado) ya estaba contagiado".
La responsable de servicios sociales explicó cómo la moral de los españoles era positiva ante la perspectiva de poder salir y regresar a España. Pero la enfermedad merma y, al ser tan dura, estaban muy debilitados. Espera que con los cuidados pertinentes que reciban en el hospital Carlos III se encuentren lo mejor posible: "Al ser una afección que no tiene cura los infectados dependen de la respuesta que dé su propio organismo y de lo fuertes que sean sus anticuerpos. Sólo queda esperar".
Zulaika no se olvidó del resto de compañeros religiosos de Pajares y Boh, algunos de ellos también con ébola, que aún permanecen en Monrovia. "Es muy difícil explicar a la gente porque nosotros siendo blancos nos podemos ir y 'escapar', y ellos tienen que quedarse allí. Es bastante injusto", confesó, esperanzada en que esta situación sea un toque de atención para que el mundo se vuelque con ellos.
La delegada de la Unión Europea también recordó el "terrible" panorama que vislumbró nada más llegar a Monrovia: una economía que hacía aguas y enfermos desesperados sin poder acceder a ningún centro de salud ya que la mayoría estaban desbordados: "Es un país que de por sí tenía una atención sanitaria limitada. Con esto han quedado diezmados... tocan a 0,0008 médicos por habitante".
Zulaika no ha llegado a hacerse ningún examen que descarte si está infectada, aunque el no haber tenido contacto directo con afectados por el virus reducen mucho las posibilidades. En Liberia, realizarse esta prueba es muy complejo, no sólo por la falta de recursos sino también porque tardan días en dar los resultados.
Aunque la representante entiende el miedo que puede llegar a tener la sociedad española, no quiere alarmar. Afirmó que sólo existe peligro cuando hay contacto físico directo con fluidos de personas con ébola, algo que es muy difícil que suceda, por no decir imposible.
http://www.elmundo.es/internacional/2014/08/07/53e3d1ac22601d3b168b458c.html