Yo sólo conozco las teles privadas españolas y son penosas cuando no repugnantes. Habría que revisar esa bonita teoría de que se da al público lo que pide, siempre basándose en los índices de audiencia. La gente no demanda lo que no se le oferta.
Recuerdo hasta con añoranza aquellas semanas santas aburridísimas y saturadas de música barroca, cuando ahora te tienes que levantar a las ocho de la mañana si quieres ver el único concierto semanal que se da, curiosamente, en la tele pública. ¿Alguna otra cadena retransmite ópera, aunque sea una vez al mes?
Para eso está la tele pública, en mi opinión.
Me pregunto si la BBC se arruina con esas series de documentales o de adaptaciones literarias o si consigue venderlas a buen precio. ¿No valen la pena esas producciones? A lo mejor son poco comerciales por falta de bellezones en el reparto pero no lo creo.
Y tengo claro que, siendo atea contundente, tengo que agradecer a aquellas semanas santas obligatorias el haberme colocado la semilla de algo mejor que los cuarenta principales. Lo demás es cuestión de ir paso a paso.