Digan lo que digan los encuesteros o los tertulianos (y yo pertenezco a ambas congregaciones), el partido llamado Podemos sigue su marcha ascendente. Otra cosa es que tenga que cambiar de dirigentes, de etiqueta o de programa. En realidad, programa no tienen, como no constituyen propiamente un partido sino un movimiento totalitario. Por eso es tan difícil el pronóstico que pueda hacerse. Lo que me interesa ahora es el fenómeno por el cual Podemos va a ir sustituyendo al PSOE.
El proceso no es sencillo. El PSOE se encuentra instalado en casi todo el país, con la importante excepción de Cataluña, donde solo cuenta con la masa fiel de los votantes. Los dirigentes de los socialistas catalanes son otra cosa. Semejan más bien los restos de una especie de rebotados de la antigua Acción Católica o equivalentes con ínfulas de querer entrar en la ceba (los que mandan). Podemos acarrea el ímpetu de la juventud, pero le falta instalación. Los dos son partidos de izquierda. Por eso intentan definirse negativamente por su odio al PP. Necesitan hacerlo para colaborar. Vean cómo repiten lo de "Cuando llegue a la Moncloa, lo primero que haré será derogar…". Es un argumento dudosamente democrático.
También es curioso que algunos líderes del PSOE o de Podemos sean antiguos tertulianos de la tele: Pedro Sánchez, Antonio Miguel Carmona, Pablo Iglesias. En su día, ante las cámaras, me parecieron vacuos. Siguen siéndolo, pero ahora con poder. Representan un tipo humano que se oye complacido a sí mismo. Malo.
El problema para el PSOE es que no puede estar de acuerdo con Podemos por razones históricas, pero no tiene más remedio que pactar con los descamisados. No basta con quitarse la corbata en el caso de que sean varones o de vestirse con colores chillones y generosos escotes si son mujeres. Los socialistas obreros y españoles están condenados a que se los meriende Podemos. Lo elegante sería emplear el verbo fagocitar.
No me imagino a Pablo Iglesias II de presidente del Gobierno y a Pedro Sánchez de vicepresidente. Al revés, todavía menos. Mucho tendrán que cambiar los dos para que acepten el tango. Aunque la apetencia de poder se halla por encima de cualquier otra pasión o sentimiento. Resulta penosa la ambivalencia de Sánchez, resistente a compartir mesa y mantel con un movimiento totalitario, pero ávido de tocar poder. Se olvidará de dónde viene para asegurarse la meta que persigue. Penoso.
El despiste del PSOE se revela, por ejemplo, en el reciente gesto del presidente de Castilla-La Mancha de cerrar el grifo del trasvase Tajo-Segura. Se ha creído dueño del agua. Su ignorancia es oceánica. No sabe que el trasvase Tajo-Segura fue una idea luminosa del socialista Lorenzo Pardo a las órdenes del ministro Indalecio Prieto. El PSOE de entonces no solo era socialista y obrero sino español. No se da cuenta el hombre de la Mancha de que en Valencia también hay socialistas, y en Murcia y en todas partes. Pero sobre todo hay españoles.
En las tertulias a las que asisto últimamente (las de 13TV) resulta patético el esfuerzo que realizan los intervinientes socialistas para encontrar simpáticos a los de Podemos. Me produce vergüenza ajena el espectáculo.
Amando de Miguel