El Senado podría tener la próxima legislatura un protagonismo político desconocido hasta ahora, y no precisamente por su reforma. El papel de la Cámara Alta es fundamental para la reforma de la Constitución y para la aplicación del artículo 155, el que supone en la práctica la suspensión de la autonomía en una Comunidad. En ese contexto, la mayoría absoluta que podría mantener el PP en el Senado después del 20-D tendría un peso muy especial. Según la encuesta de GAD3 para ABC, los populares lograrían entre 117 y 119 de los 208 senadores que se eligen el próximo domingo. Antes de ser disuelta, la Cámara Alta se componía de 265 senadores, de los que 57 fueron designados por los parlamentos autonómicos, y por tanto no se eligen el 20-D.
El PP tiene ahora mismo 17 senadores designados por las Comunidades. Si se suman los 117-119 que obtendría en las elecciones, según la encuesta de GAD3, su grupo parlamentario se compondría en total de 134-136 escaños, por encima de la mayoría absoluta (133 de 265). Este resultado es posible porque el PP, pese a la pérdida de votos que registra desde 2011, se mantiene como primera fuerza en 38 de las 52 circunscripciones, como publicó ayer ABC. El Senado, al contrario que el Congreso, se elige por un sistema mayoritario, que beneficia claramente al partido ganador.
Con el respaldo de la mayoría absoluta en el Senado, el Gobierno puede poner en marcha el artículo 155 de la Constitución si lo ve necesario, en el caso de que el desafío independentista catalán fuera a más. Y con esa misma mayoría en la Cámara Alta, el PP podría bloquear un hipotético intento de los demás partidos en el Congreso de reformar la Constitución sin el consenso de los populares.
El artículo 135 y la estabilidad presupuestaria
Un ejemplo práctico: si la izquierda quisiera modificar de nuevo el artículo 135 de la Carta Magna (el que recoge ahora el principio de estabilidad presupuestaria, por un pacto de Zapatero y Rajoy en 2011) para suavizarlo, podría pasar por encima de un PP debilitado en el Congreso, pero la reforma requeriría el apoyo como mínimo de la mayoría absoluta del Senado. Por tanto, cualquier cambio constitucional hará imprescindible el acuerdo con los populares.
La fuerza del bipartidismo será especialmente relevante en el Senado, donde los terceros partidos de cada provincia no existen. De los 208 senadores que se elegirán el 20-D, el PSOE tendría 50 (en 2011 fueron 55), mientras que Ciudadanos se quedaría con 10 y Podemos, con 7-9. CDC-ERC sumarían 11, el PNV, siete, y Bildu, cuatro.