Faltan tan sólo seis semanas para unas nuevas elecciones generales en España. Y en ésta, su Sala de Guerra particular (desde hace más de ocho años en el diario Expansión), además de seguir analizando puntualmente las Elecciones presidenciales de EE.UU, nos hemos propuesto acercarles la campaña electoral de nuestro país de una manera distinta a la habitual. Realizaremos para ello un "Q&A electoral" (Question and Answer). Un análisis técnico sobre las grandes preguntas de la campaña del 26J y sus respuestas desde una mirada como profesionales de los asuntos públicos.
Cada semana, cada día, cuando vean o escuchen a los líderes de los cuatro principales partidos, muchos de ustedes se preguntarán si aciertan o no en sus estrategias, ideas, mensajes y comunicación. Pregunten. Al cierre de esta pieza tienen nuestras coordenadas. Tras analizar el tono con el que el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, ha iniciado la carrera, comenzamos, si les parece, con una de las más relevantes cuestiones de esta semana y que muchos empresarios, ciudadanos e incluso asesores se preguntan:
¿Acierta Rajoy atacando a Ciudadanos?
Convendrán con nosotros que en política profesional lo más importante es conocer el mercado en el que se opera y las leyes que lo rigen. Una de las grandes lecciones que debemos extraer desde la óptica de los asuntos públicos en estos cuatro meses, más de 130 días de postelectoral, con una investidura fallida, sin la conformación de un Gobierno por primera vez en España y convocadas unas nuevas elecciones para el próximo 26 de junio, es una verdad política de indiscutible valor que podemos resumir en una frase: en España gana el que gobierna.
No importa, por lo tanto, vencer en unas elecciones, quedar primero en unos comicios, se trata, si se puede, de ser primero en las urnas y tener preparado en paralelo el día despúes: la gobernabilidad. Nadie va a regalar sus escaños: ni PP, ni PSOE, ni Podemos ni Ciudadanos por cuestiones de presión o de calendario ni porque uno sea primero en voto popular.
Tras lo vivido, si había alguna sombra de duda antes, todo el mundo debería verlo ya cristalino. Lo relevante es conformar una mayoría de Gobierno para el día D+1: conquistar los 176 escaños en votos positivos en primera vuelta o con abstenciones en segunda.
Desde esas bases, Ciudadanos es el único "socio natural" del PP en el Parlamento. Es un hecho. Para que haya un Gobierno de centro derecha se necesitará su concurso tanto en el escenario de solicitar una abstención al PSOE (en el supuesto de que sea necesario), como en el caso en el que PP y C´s llegen en torno a los 170 escaños juntos y necesiten al PNV (6) para conquistar La Moncloa. En esta hipótesis de trabajo que es la mas viable deberían olvidarse, por supuesto, de la "Gran Coalición" PP-PSOE, realmente improbable hoy por hoy en nuestro país. Las relaciones entre los dos grandes partidos siguen estando, como desde hace 10 años, muy rotas. No lo arreglará ni una segunda ni una tercera campaña. Necesitan enfriarse y que el tiempo ayude a olvidar entre legislaturas.
Éste es el análisis del punto de partida para el PP. Pero para entender, bajo nuestro punto de vista, que Rajoy se equivoca estratégicamente"atacando" a Ciudadanos debemos detallarles antes la anatomía actual de los naranjas. La política es el arte de lo que no se ve. Vamos a las cifras del último CIS de Abril y se sorprenderán lo que es Ciudadanos (muy diferente a Ciutadans): deben saber que el 24.8% de los votantes de Ciudadanos se declara abiertamente socialdemócrata o progresista (más de los que se posicionan como liberales que son un 23.8%), y sólo, ojo al dato, un 13.7% de su electorado se considera conservador (en el PP, que es hegemónico en este segmento, son un 44.5%).
La reflexión del equipo de Albert Rivera es clara: como en el postelectoral han perdido votantes conservadores por apoyar a Pedro Sanchez que se irán hacia el PP o la abstención, deben continuar ganando votantes de centro izquierda. Y no es una mala derivada. Para el que sepa apreciar este movimiento con una mirada estratégica, no nos negarán que captando los naranjas voto progresista y poniendo en valor sus acuerdos con el PSOE, no están contribuyendo a que el PP marque distancias con los socialistas. ¿Por qué interrumpirles en esa misión?
La mejor estrategia para Rajoy es entender un reparto de papeles elíptico que es lo que Podemos, tras convencer a IU, trata de explicarle al PSOE. Pero el error del PP atacando a Ciudadanos es más profundo, no sólo afecta a las posibles transferencias de voto, sino al resultado electoral y a las "posibilidades reales" de que el PP gobierne tras el 26J.
Lo explicamos: en una democracia a cuatro la batalla por el último escaño es fundamental. Se hablará mucho de ello en las próximas semanas. Y Ciudadanos en ese contexto es el rival más débil: es el cuarto partido en asignación de escaños y si no llega al 16% de voto no será competitivo en las provincias medianas y puede darse el caso, en ese escenario, que en la noche electoral los naranjas bajen, por muy pocos votos, de los 40, lo que dificultará el objetivo de la consecución de, al menos, 170 escaños entre PP y Ciudadanos. Cuidado con eso.
La unión de Podemos e Izquierda supone un terremoto político, porque una concentración de voto de izquierdas obliga a contar nuevamente los últimos escaños, los restos que son los que van a decidir el nuevo Gobierno. Altera el mercado y obliga a realizar semanalmente nuevas encuestas. Tendremos un segundo partido y tercero muy fuertes compitiendo por esos últimos diputados. Y el resultado es imprevisible. 4 o 5 escaños arriba o abajo dan un Gobierno.
Anoten cómo está la competición: el PP debe defender 19 últimos escaños que ganó el 20D (algunos por los pelos, como por ejemplo, en Málaga que es una provincia decisiva), el PSOE tan sólo 9 (será difícil que baje de los 80 diputados, puede haber sorpasso en votos, por lo tanto, pero muy difícil en escaños), Podemos 11 (los consolida con la incorporación de IU) y Ciudadanos 10 (puede perder varios si le siguen desgastando). Seguro que, de esta manera, todos ven mejor los suelos y los techos de cada partido. Los que más tienen que perder en campaña son los que más últimos escaños ganaron (Rajoy) y los últimos en la asignación de diputados (Rivera).
El desgaste entre PP y Ciudadanos pone en bandeja una mayoría en escaños de izquierdas. Es, como ven, pura matemática electoral. Es bueno que Rivera pegue al PP para el PP. Pero los populares no deberían devolver los golpes, tienen que elegir a su verdadero adversario.
¿De verdad, alguien cree que ésa es la mejor estrategia? ¿No sería más adecuado polarizar la campaña claramente, por ejemplo, en óptica de centro derecha, entre los populares (el Gobierno) vs. el "Frente de izquierdas" que representan Podemos-IU? ¿Y no debería dejar Rajoy, mientras tanto, en una carrera menor que Ciudadanos deshuese al PSOE? Ésa era la pregunta y ésta la respuesta. Bienvenidos a The War Room.