Cuesta creer que el debate emitido anoche por las principales televisiones pueda tener un verdadero efecto sobre el resultado de las elecciones. Para empezar porque cuatro personas no pueden debatir. Pueden celebrar una asamblea de facultad, o derivados similares. Y un debate sólo lo es cuando hay dos puntos de vista opuestos sobre cualquier tema. Para continuar, porque la degeneración de nuestro sistema político lleva a que sea inasumible para buena parte del electorado tener que escuchar durante dos horas argumentos sobre asuntos que no son atractivos en sí mismos. Hablar de pensiones es fundamental para nuestro futuro, pero es francamente aburrido. Y vivimos en un tiempo en el que el ciudadano medio, y especialmente los jóvenes, no soportan ya aburrimiento. Las pantallas deben darles excitación, vibración, sentirse transportados. Y pedir eso a un candidato a presidente del Gobierno es profundamente perverso. Porque eso es lo que está generando en todo Occidente el auge de los populistas. Eso fue lo que llevó ayer a Pablo Iglesias –y a Pedro Sánchez tras él– a acudir a saludar a un pequeño grupo de manifestantes de RTVE cuando llegaba a la sede del debate. Algo que Iglesias sacó a relucir en cuanto pudo. Lo importante era distraer la atención. Mejor no discutir en serio.
Pablo Iglesias se empeñó en demostrar que España está peor que hace cuatro años. Prometió pagar más a todos sin decir cómo. Y pidió acabar con los consejos de administración como si los miles de personas que están en ellos fueran corruptos. Los señaló a todos, sin matices.
Albert Rivera habló de empleos "sin fecha" para no hablar de "indefinidos" que sabe que no crecen en ninguna economía pujante del mundo. Dijo que Rajoy podía haber hecho todo lo que promete con una mayoría absoluta, ocultando que con la economía que heredó Rajoy de ZP era imposible liberalizar nada. Afirmó que el PP perdona a los corruptos, algo de lo que no se debe haber enterado ninguno de los afiliados a su partido que han sido procesados en estos cuatro años. Y demostró que no se entera de lo mucho que ha recuperado el fisco español gracias a la amnistía fiscal. Mírese los números.
Y Sánchez fue penoso. Afirmó que a Rajoy le votan las grandes fortunas, lo que debe querer decir que después de cuatro años de Gobierno del PP casi el 30 por ciento de los españoles son grandes fortunas. Ojalá. Habló de cumplir con el mandato de la comunidad educativa. ¿Qué legitimidad democrática tiene esa comunidad frente a los padres? Y dijo poco más, la verdad.
Frente a todo ello, Rajoy se enfrentó al reto de debatir contra tres. Nadie logró rebatir el dato de que el 75 por ciento de los contratos en España son fijos y otras cifras apabullantes, Argumentó con el ejemplo del ébola que España tiene unos servicios públicos que ni Estados Unidos y advirtió a Albert Rivera que se parece a la Santa Inquisición. No se engañen: Rajoy ganó.
mi paisano Ramon Perez Maura