cada dia que pasa conquense queda claro quien tiene talla de verdad en politica y como dice tu articulo algunos estan verdes...je je
pongo enaqui un articulo repetido en otro que complementa el tuyo saludos
La enesima jugada del marianismo.....
No te establezcas en una forma, adáptala y construye la tuya propia, y déjala crecer, sé como el agua. Vacía tu mente, sé amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella. Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede chocar. Sé agua amigo mío.
Be water, my friend. Sí, sí. Bruce Lee. Claro que sí. Una reflexión histórica sustraída de la última entrevista concedida por el artemarcialista (les aseguramos que existe esa palabra) antes de su trágica e inesperada muerte en 1973. Frases que pasaron inadvertidas para el gran público hasta que cierta marca de automóviles tuvo la brillante idea de usarlas para una campaña publicitaria allá por 2006.
La semana pasada, el Congreso se convirtió en el escenario perfecto para poner en práctica todas las derivadas posibles del fundamento taoísta del Wu Wei, el "principio de la acción natural no forzada" preconizado por aquel sonriente y ágil americano de ojos rasgados que se convirtió en icono pop de toda una generación.
Dejar que el agua siga su curso. Diez votos nacionalistas perdidos y a priori antinatura que sirvieron para apuntalar las vicepresidencias del Congreso de los Diputados para el PP y Ciudadanos y de paso para poner nervioso al personal. Nervioso y quizás un poco aliviado, según barrio potencialmente abstencionista. El agua fluye, pero también choca.
Mariano Rajoy es líquido bajando lento en forma de río caudaloso. Puede que adapte la forma de zángano, de avestruz, como se esfuerzan en señalar sus críticos más habilidosos, pero es difícil sobrevivir como presidente de uno de los dos partidos del turnismo en España doce largos años si no sabes adaptarte a la taza o a la tetera. Eso sí. Cuando tu electorado te lo perdona todo, pero todo, todo, es fácil atravesar valles corruptos, descender y sortear los peligrosos rápidos de la nueva política, evitar las ciénagas de la trastienda del poder y dejarte llevar apaciblemente hasta la ría de La Moncloa. Aunque para ello tengas que pactar a escondidas con el supuesto y amplificado enemigo, sabedor de que el acuerdo va a hacer más daño lejos de tus dominios. Y no solo en las entrañas de un procés que de repente ha dejado de interesar en las portadas de los periódicos madrileños, sino también en el corazón de esa variante naranja que clama venganza con la boca pequeña tras una jugada de la que quiere desmarcarse. No enterarte de un acuerdo para ser vicepresidente del Congreso es casi peor que pactarlo y reconocerlo.
"Todo se vuelve del color de los billetes"
El Partido Popular adopta incluso estados semigaseosos. Muy poco tiempo después de reventar el ridículo intento de investidura de Pedro Sánchez bramando rupturas de España, ha logrado seducir a los nacionalistas catalanes en el ángulo muerto de la bandera donde todo se vuelve del color de los billetes. Un grupo parlamentario propio y un dinero muy necesario para un partido en reconstrucción que ahora se llama 'Demócrata' a secas y, de paso, acordar la apertura del grifo de la financiación para evitar el default en Cataluña. Ah, sí, y la no petición de cárcel para Mas, Rigau y Ortega por el 9-N. Casualidades espacio-temporales de la vida.
Porque los populares, a golpe de argumentario, han logrado conquistar el monopolio para llegar a acuerdos (o incluso interlocutar) con los partidos que quieren "romper España", desde el pacto del Majestic con Pujol hace 20 años hasta Javier Maroto votando con EH-Bildu en Vitoria. Una presidencia del Congreso parece toda una nimiedad teniendo en cuenta los antecedentes. Y luego nos extrañamos porque el voto sea secreto.
Cuentan las crónicas que el Partido Popular contrató a unos reputados expertos americanos para que Rajoy ganara las elecciones del 26 de junio. Siendo indulgente, sobre todo con la factura de muchos ceros, se podría reconocer algún mérito yanqui en la aplastante victoria dadas las predicciones demoscópicas y viniendo de dónde se venía. Pero no fueron ellos los que jugaron al futbolín con Bertín Osborne, ni los que consiguieron torear a todo un miura como Jordi Évole durante más de una hora de entrevista calculada milimétricamente.
Tampoco las alcachofas y el dominó con pensionistas parecen una patente de estirados politólogos formados en Harvard. Ni ese inconfundible "al debate se viene estudiado de casa" que al menos le hizo empatar aquella tragedia griega a cuatro bandas en la que el presidente en funciones se limitó a observar cómo sus enemigos se devoraban entre ellos.
El río baja inexorable, y la sensación general a estas alturas, guste más o menos, es que Mariano Rajoy va a ser investido presidente en agosto. Nadie sabe si Sánchez se librará de la quema de la abstención, como ya piden ciertos 'históricos' socialistas hasta por carta, o si un alterado Albert Rivera acabará dando el 'sí, quiero' a cambio de algún papel de tropecientos puntos que se cumplirán cuando se pueda. El marianismo inevitable. Agua, amigo mío. Agua.