Brexit: el camino hacia la libertad
La salida pacífica del Reino Unido de la Unión Europea establece un precedente peligroso para la sacrosanta unidad de España. Los mismos mitos de la democracia que, hasta hace poco, garantizaban la sumisión de los pueblos ocupapdos a la unidad sagrada de la patria, ya hace unos años que sólo despiertan viejos demonios. Por más que duela y aunque no guste, por muchos ciudadanos del continente el Brèxit es y será uno de los hitos más concretas de la cultura democrática europea de los últimos años.
El hecho de que un país pueda defender sus intereses con un simple referéndum ante dos estructuras de poder tanto fuertes como la Unión Europea y la city de Londres, no es poco. Es lo que escribía Edward Luce el Financial Times. Incluso en un entorno como el de Estados Unidos, Texas necesitaría una guerra o un proceso constitucional imposible de culminar para hacer la independencia.
Gran Bretaña ha bastado una votación ajustada para romper con Bruselas y empezar a aclarar sus diferencias interiores. Sólo un asno no entendería la fuerza histórica que tiene esta imagen. En Europa la falta de un poder central fuerte, hace más fácil el ejercicio de la democracia directa. Lo que Inglaterra ha puesto en discusión es más un modelo de imperio que no su pertenencia inevitable en Europa.
El Brèxit no sólo dará a los escoceses una segunda oportunidad de organizar un referéndum o de negociar una relación especial con Bruselas. La salida de la Gran Bretaña, que es un contribuyente neto de la Unión Europea, aumentará la presión económica sobre Catalunya y demostrará que el espacio europeo tiene vida más allá de las directrices y los discursos oficiales.
El Brèxit ha vuelto a situar la discusión sobre Europa donde estaba en 1714, entre los partidarios del centralismo faraónico y los partidarios de los poderes territoriales y la colaboración en red. El Brèxit no sólo ha votado contra Bruselas, sino que también ha votado contra el centralismo asfixiante de Londres, que se ha cargado las ciudades medias del país. Ante el panorama que se vislumbra, es lógico que la España subvencionada haya salido en tromba a votar por el PP y el PSOE y que Podemos haya fracasado en la España profunda y triunfado solo en Catalunya y Euskadi, por la promesa del referenduam que hizo Iglesias.