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España país de pandereta y genocidio

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España país de pandereta y genocidio
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Re: España país de pandereta y genocidio

JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA FUNDÓ LA FALANGE UN 29 DE OCTUBRE DE 1933 Y EN MARZO DE 1934 SE REALIZÓ LA FUSIÓN CON LAS JONS DE RAMIRO LEDESMA Y DE ONÉSIMO REDONDO.
HISTORIA SOBRE LOS SÍMBOLOS Y CANTOS FALANGISTAS.

EL YUGO Y LAS FLECHAS.

El yugo y las flechas fueron adoptados como emblema del movimiento
falangista por ser esta la insignia de la España de los Reyes
Católicos, es decir, el signo que marca el momento histórico en que
España realiza su unidad nacional y lanza las fundaciones de su
Imperio.

Este emblema tiene como fundamento una asociación alegórica, muy
propia del gusto de la época, entre las iniciales de los objetos
representados y cada uno de los miembros de la pareja real. La Y del
yugo corresponde a la Y de Isabel ("Ysabel", en castellano antiguo,
latinizante, era habitual sustituir la "i" por una "y") y la F de
las flechas a la F de Fernando. En este sentido, la fusión del yugo
y las flechas representa la unidad de aquel estado que se elevará a
España, gracias a la unión de las coronas de Castilla y Aragón por
el matrimonio de las dos cabezas reales. La presencia del blasón,
por consiguiente, no la heredará Carlos Primero (Carlos V, en el
Sacro Imperio Romano-Germánico); se remarca de manera
insistentemente en los monumentos de tipo "gótico isabelino",
dispersados por toda España.

El yugo y las flechas será agitado como un emblema
político, no en una conjunción histórica especial, sino que renace
en pleno siglo XX, recreado, configurado sobre una forma renovada y
original, dotado de una nueva vida gracias al impulso poético del
movimiento falangista.

Puesto aparte su valor circunstancial, ligado a sus
condiciones históricas concretas que acabamos de precisar, el
emblema del yugo y las flechas, tanto por los objetos que
intervienen en su formación como por su disposición y sus
características (nombre, posición, color, etc.), son continente de
muchos y ricos significados. El haz de flechas sólidamente
ensamblados por el yugo -en claro paralelismo con el "fasces"
romano, tomado como insignia por el fascismo italiano- simboliza la
unidad plenamente alcanzada, la integración armoniosa de tendencias
diferentes. Es más, la fusión del yugo y de las flechas que nos
muestra esta figura, expresa la síntesis del trabajo agrícola y de
la acción guerrera, de la autoridad y de la libertad, del orden y de
la justicia, de la plenitud de la persona y del vigor de la
comunidad, de la fuerza y del amor, del trabajo y de la poesía, de
la vocación religiosa y de la voluntad revolucionaria.

La exégesis de los teóricos falangistas abunda en
comentarios que vuelven sobre este tipo de consideraciones.
Comentando el sentido del que fue símbolo de las J.O.N.S. y,
después, de la Falange, el jonsista Juan Aparicio afirma que en él
se encuentra resumido "el equilibrio estable entre un pasado
horizontal -el yugo- y la ascensión vertical celeste, de un futuro
-las flechas. El yugo -apostillándolo- es, además, la agricultura,
la campiña, la vida nacional, la yunta, las juntas, esa realidad
naciente y prometedora que fueron las Juntas de Ofensiva
Nacional-Sindicalistas, animadas por el esfuerzo y el sacrificio en
el nombre de la Patria. Y las flechas son la alegría que alivian el
sacrificio y el trabajo que se llevan en el yugo; la reconquista
amorosa, tierna y dura, "a flechazos", de la Patria; la ofensiva
revolucionaria y la vocación de mando: son la ofensiva de una raza,
de una juventud que persigue toda su imposición de inmediato".
Matías Montero dirá que el yugo y las flechas "unen a los hombres de
buena voluntad", al mismo tiempo que las flechas "lanzan al infinito
la voluntad impetuosa de nuestra fe". El yugo, escribe Sánchez
Mazas, es "el trabajo de la tierra, pero también la disciplina, el
orden, el yugo de las artes y de las ciencias", en tanto que las
flechas significan "no solamente la unidad, sino también que ellas
están prestas a lanzarse y a rajar el cielo con viento de pluma y
punta de acero". El poeta falangista subraya, en otra parte, que si
las flechas hacen alusión al espíritu de combate circunstancial a la
Falange, el yugo habla de amor y de fraternidad: "sobre las flechas
de combate descansa siempre el yugo del amor". Para José Antonio, la
insignia de la Falange resume el equilibrio perfecto de la pastoral
y la epopeya, la armonización del trabajo cotidiano con la acción
heroica y la vocación imperial: "En nuestro emblema, unidas al yugo
del trabajo, se encuentran las flechas del Imperio", dijo en uno de
sus discursos. Federico Urrutia ve en el yugo y las flechas la
síntesis de lo social y lo espiritual: cuando aquél representa la
justicia social -la solidaridad nacional y el mundo del trabajo
restablecido en su condición normal- éste último evoca "la ascensión
vertical de España hacia el paraíso de la luz".

Pero el mensaje que nos transmite el yugo y las flechas
de la Falange no se detiene aquí. es este un emblema de
significados todavía más ricos y profundos, que son justamente
aquellos que se esconden, con una elocuencia silenciosa, en las más
altas potencialidades del movimiento falangista. Pero penetrar sus
significados solamente es posible después de una previa inmersión en
las enseñanzas perennes y luminosas de la simbología tradicional. Es
toda una abundancia de inagotables e insospechadas realidades la que
se desvela así ante nuestros ojos

En el lenguaje simbólico de las culturas tradicionales, la flecha
aparece como la materialización arquetípica de la acción guerrera,
del poder, de la fuerza y del coraje, como la más acabada expresión
objetiva de la rectitud, de la precisión, de la certidumbre y de la
exactitud (es el arma que va infaliblemente recta hacia el blanco
cuando es disparada por manos hábiles); como la más perfecta
correspondencia en el mundo de las cosas de la certidumbre, de la
intuición fulgurante, de la iluminación intelectual (la misma
palabra latina "sagita", de la que se deriva en castellano "saeta",
conserva una estrecha relación con el verbo "sagire", percibir con
rapidez). Por su fuerza ascendente y por la seguridad y ligereza con
las que hiende el aire, es también símbolo de trascendencia y de
liberación, de vuelo sobre las regiones celestes, de la acción
espiritual que se eleva sobre el horizonte de la tierra y que
trasciende las limitaciones de la condición humana, de la plegaria
que el hombre eleva hacia Dios (no otro es el significado de la
palabra "saeta", los cantos piadosos del pueblo durante la Semana
Santa en España) y de la poesía que, impulsada por una fuerza
misteriosa e irresistible, se destaca del nivel prosaico de la vida
ordinaria y se precipita sobre el corazón del hombre y de la
realidad.

Por su semejanza con el falo erguido y por su poder
penetrante, a lo que hay que añadir su relación con los motivos de
luz y de verticalidad, la flecha es también símbolo del principio
viril, así como del impulso amoroso y de la pasión erótica. En el
lenguaje erótico de las más diversas latitudes, el miembro viril
recibe el nombre de "flecha"; y bien conocidas son las imágenes de
Eros y Cupido con su carcaj de flechas que despiertan la pasión de
los amantes, o aquella del corazón atravesado por una flecha que
representa la idea del amor. No menos popular y significativa es la
expresión "flechazo", utilizada para hacer alusión al nacimiento del
fuego pasional por otra persona.

La flecha, en cualquier parte, es considerada por los
antiguos pueblos guerreros, donde la vida se desenvuelve en un
contexto mítico y ritual, como la materialización del rayo de sol.
Es, para estos pueblos, un regalo del Sol, la cual, junto con otras
armas aceradas y contundentes, como la espada y la lanza, es al
mismo tiempo destructiva y vivificante; es el reflejo del rayo de
sol, que disipa las tinieblas y difunde el orden y la paz sobre la
tierra. De ahí que se presente como el arma por antonomasia, junto
con la lanza y la espada, de los dioses y de los héroes solares, que
disipan las tinieblas e instauran el reinado de la paz. las flechas
son las armas gracias a las cuales Apolo, el dios solar helénico,
vence al monstruo Pitón; con las flechas, Amaterasu, diosa del Sol
en los mitos shintoístas, abate al rebelde Susanoo, y con arco y
flechas instaura el Imperio del Sol naciente en su descendiente
Jimmu Tenno; las flechas son el instrumento que enarbola en su mano
Indra, el dios de los guerreros indoarios; con sus flechas, Hércules
vence a los numerosos enemigos que se enfrentan en el transcurso de
sus trabajos; con un arco se nos aparece Arjuna, el héroe de la
Baghavad-Gita, y las flechas son también un atributo de Krishna; en
los mitos de los pieles rojas americanos, las flechas son portadas
por el guardián del Cielo y por los héroes que le ayudan a luchar
contra el mal y la oscuridad; en la tradición budista, el
Boddhisattva Jotipala es alabado por sus azañas con la flecha, como
"arquero infalible" y "pariente del Sol". Si el Sol, por otra parte,
es símbolo de la Divinidad, la flecha también lo es por asimilación
al Verbo divino, el poder sobrenatural que mantiene la armonía
universal; es considerada como un signo del orden cósmico y de la
acción divina creadora. En babilonia, la divinidad suprema aparece
bajo la ,forma de un arquero que dispara sus flechas de tres puntas,
y en la iconografía paleocristiana el mismo Dios es representado
como un arquero, donde la flecha es el signo de su poder y su
palabra. En la escritura rúnica, la runa "tyr", la runa de Dios,
tiene precisamente la forma de una flecha vertical; la misma forma
de la flecha sugiere inmediatamente la idea de unidad, de alusión a
la obra directa de la Unidad divina.

En posición vertical, orientada hacia lo alto, la flecha
presenta un simbolismo equivalente al del "Eje del Mundo", del
"Árbol de la Vida", del Polo de equilibrio, del rayo que une el
cielo y la tierra; y, en su aplicación al ser humano, deviene a ser
la figuración sensible de su núcleo espiritual, de aquello que en él
es "más que humano": de su personalidad metafísica, de la presencia
de Dios en sí, del rayo solar que constituye el eje de su ser ;
indicativa al mismo tiempo de un modo que no puede ser más
expresivo, del sentido transcendente de la vida -el único que puede
volverse realmente humano- y el objetivo sobrenatural de la
existencia terrestre. Por todas estas razones, la flecha, como arma
de combate, constituye el símbolo por excelencia de la "guerra
santa", que debe abrir la vida en el mundo -de la persona, de la
sociedad y del cosmos- a la acción benéfica, ordenadora y
pacificadora del Sol espiritual; representa, en otros términos, el
combate espiritual que debe preparar la aniquilación del "yo" y la
afirmación de la personalidad metafísica, la victoria del principio
solar. En este sentido, la flecha viene a ser la equivalente de la
S rúnica ( ), que es también signo de rayo e insignia del Sol
(Sunna, Sonne) y de la victoria (Sieg).

El yugo, por su parte, significa amor y unidad, fuerza y poder,
firmeza y robustez, sujeción y autoridad, equilibrio y justicia,
tenacidad y trabajo. Como instrumento que une y sujeta los dos
animales que forman la yunta y hace de este modo utilizable su
esfuerzo para el trabajo, hace referencia a un poder superior, que
es capaz de someter y de unificar una pluralidad de energías, de
resolver todas las tensiones y de articularlas orgánicamente, de
proyectarlas en un sentido creador, y esto hace alusión tanto a la
fuerza como a la estabilidad que dimanan de la unidad. La idea de
unidad la encontramos en el mismo origen etimológico de la palabra
"yugo", derivada de la raíz indoeuropea "yug", raíz que está
presente también en el término sánscrito "yoga", que significa
"unión", y que podría perfectamente traducirse literalmente como
"yugo" (yoga es la unión en el doble sentido de la integración
armónica de todos los planos del ser humano, unión del hombre
consigo mismo, y unión del hombre con Dios). Como emblema de amor y
de unidad, reaparece en la primitiva ceremonia nupcial española, en
la cual se colocaba sobre la cabeza de los esposos -los cónyuges- un
velo que recibía el nombre de "yugo".

Símbolo también de la labor agrícola, de la
transformación desde el Sol -figura aplicable al hombre, como tierra
a cultivar; de donde proviene el concepto mismo de "cultura", que
originariamente se aplicaba al "cultivo" de la tierra- y de la
función creativa que hace posible la fructificación de la tierra, el
aumento de la riqueza y el mantenimiento de la vida. Es uno de los
elementos característicos de la vida rural, que se desarrolla en
contacto directo con la naturaleza y que está sólidamente anclada a
la tierra y a la tradición, a la Patria, a la herencia de los
antepasados (la "Patria" no es otra cosa que "la tierra de los
padres", tierra transformada y enriquecida por la acción espiritual,
tierra que pertenece a los antepasados y a los herederos, tierra que
poseemos sólo en usufructo).

El yugo expresa, en todas partes, la sumisión, la
disciplina, el sacrificio: el aniquilamiento y la sumisión del "yo"
individual a una norma superior, condición previa para toda
liberación auténtica y para una edificación personal íntegra. En un
sentido superior, es la sumisión a la Ley divina: es lo que indica
la palabra "Islam", que quiere decir precisamente "sumisión". "Tú
has roto el yugo, tú has quebrantado los lazos y has dicho: no te
serviré", dijo Yahveh a Israel, reprochándole su infidelidad. Cristo
recomienda con sus dulces palabras: "Cargaz mi yugo sobre
vosotros... y encontrareis reposo para vuestras almas. Porque mi
yugo es dulce, y mi carga ligera". Se trata, en efecto, de un yugo
dulce y ligero, porque da respuesta a la naturaleza humana y porque
hace posible el aligeramiento de la condición humana y su ascensión
al Cielo.

Y todavía se puede ver que el yugo, por su posición
horizontal y su carácter dual (las dos mitades en curva que lo
componen, y que contrasta con la flecha vertical, que parece figurar
la unidad), es la representación de la naturaleza femenina; puesto
que si la unidad y lo que es impar, lo mismo que el cielo y lo
vertical, se corresponde con la masculinidad, la dualidad y los
números pares están ligados, con la horizontalidad y la tierra, a la
feminidad. Y su forma de doble puerta o puente, con sus dos arcos o
puentes semicirculares -el semicírculo, símbolo del Sol naciente-
nos permite interpretar la figura del yugo como una reproducción
esquemática de una doble puerta solar; sobre todo cuando se ajusta,
como es el caso del yugo falangista, al color rojo, el color solar
por excelencia. Esto nos trae inmediatamente la imagen de las
Symplégades, las dos rocas entre las cuales -variante del motivo
mítico de la "Puerta del Sol", como ha subrayado Ananda
Coomaraswamy- tiene que pasar Jasón, el héroe solar, junto con sus
argonautas, para alcanzar su objetivo: la conquista del Toisón de
Oro, que es tanto como conquistar la energía espiritual del Sol.

Tales son los significados que descubrimos en la figura de las cinco
flechas y el yugo. Si bien uno y otro símbolo expresan la unidad y
la fuerza, podemos ver en su conjunción la materialización
emblemática de esta unidad que hace la fuerza, y de la fuerza que
hace la unidad. Si bien en uno y en otro se encuentra resumida la
idea del amor, su integración nos hablará del amor más puro y en su
más alta forma de expresión: un amor que comprende el universo
entero, que se transforma en potencia creativa y unificadora, en
fuerza propiciadora de armonía, en potencia de conquista y de
renovación del mundo; un amor que se convierte en sacrificio, en
acción heroica y desinteresada, que conduce a la inmolación de
nuestro ser y a la ofrenda sacrificial de la vida; un amor radiante,
poético, iluminado, que es equilibrio y difusión generosa, que tiene
más de intelectual que de sentimental, o mejor aún, en el cual lo
intelectual y lo sentimental se integran al lado de un eje
espiritual superior, y en el que se aúnan el ardor de la flecha y la
mesura serenidad y quietud del yugo; un amor que es el "elan"
cósmico y sobrehumano, que se encuentra animando por un hálito
divino, que contempla el Centro del Ser, que participa de la luz
amable del Sol espiritual y comunica las riquezas que de él emanan.

El yugo es aquí la expresión de esta suprema disciplina
que prepara para recorrer el "recto camino", la "vía solar", la "vía
del medio" (la quíntuple flecha que pasa por mitad del yugo mirando
siempre al cielo); es la sumisión a la norma de lo alto y a la
sumisión de la ley divina que permite al hombre su elevación hacia
los estados superiores del ser, siguiendo la ruta que indican las
flechas; es el sacrificio y la inmolación del "yo" individual, que
conduce a la más profunda realidad interior, de nuestra dimensión
vertical.

El yugo es también aquí puente o puerta solar, por cuyo
centro pasa el camino luminoso, pero estrecho y difícil, reservado a
una minoría de escogidos que han alcanzado la Vía, la Iluminación y
la Liberación. A través de esta doble puerta o puente puede
deslizarse el ser de vocación heroica para recorrer la vía solar
que le muestran las cinco flechas -el cinco, número del Sol por
excelencia-, recobrar el estado divino perdido y despertar de nuevo
a la luz del Sol eterno. Esto es lo que indican las flechas
atravesando el yugo por el centro, entre los dos arcos de esa
barrera horizontal que, como en una reproducción gráfica del mito
griego de las Symplégades, parecen indicar la trayectoria
ascendente; y, en otro orden de ideas, el centro del yugo, que se
corta en un momento imperceptible bajo la acción segura y
contundente de la flecha, simboliza el punto cero, el "eterno
presente" sin duración o el lugar de esplendor fulgurante y de
iluminación: es la experiencia espiritual de la pura instantaneidad,
objetivo de las disciplinas de realización extremo-orientales (Zen,
Taoísmo) y de la más alta mística cristiana (Meister Eckhardt,
Böhme, San Juan de la Cruz).

La culminación de todo este proceso, el punto que corona
esta vida heroica y sacrificial, activa y contemplativa, es la
conquista de la unidad suprema de la persona, la totalización y la
universalización que encuentra su símbolo más adecuado en la figura
geométrica de la cruz de brazos iguales: síntesis de la dimensión
vertical y horizontal del ser, del cielo y de la tierra, del
espíritu y de la materia, de la trascendencia y de la inmanencia,
del noúmeno y del fenómeno, del ser y del devenir, de la luminosidad
y de la pasión. Y esta figura de la cruz es precisamente aquella que
trazan, en su confluencia en el emblema falangista, el yugo y las
flechas, el uno en posición horizontal y las otras proyectadas
verticalmente. Este detalle está subrayado por el mismo Juan
Aparicio, quien en el texto anteriormente citado, que es una de las
primeras interpretaciones del simbolismo del emblema, dice: "El yugo
y las flechas también son una cruz, forman una cruz".

Aquí tenemos una significación suplementaria de la
figura crucífera del yugo y las flechas. Sobre el plano colectivo,
es la armonización perfecta del Estado (el principio político,
vertical, viril, activo y organizador de la vida social) y de la
sociedad (el elemento femenino, horizontal, material, económico y
social). Sobre el plano personal, la integración armónica de la
personalidad (el núcleo trascendente del ser, el eje luminoso de
nuestra vida) y de la individualidad (su "yo" contingente y
condicionado, su dimensión biológica y anímica); la síntesis
plenamente realizada de la virilidad metafísica y del elemento
femenino: sumisión serena y equilibrada de nuestra sustancia
material, telúrica, informe y caótica, al mandato del principio
espiritual; su articulación jerárquica y ordenada alrededor del eje
vertical y solar de nuestro ser -el "Estado interior" del que
hablara Platón. La figura del yugo y las flechas es, en otros
términos, la representación figurada, geométrica y esquemática, de
la armonización de los contrarios; la imagen heráldica de las bodas
alquímicas; el anagrama adivinado por una genial intuición poética
del "Hombre Universal" o "Andrógino Primordial".

Todo esto es corroborado por la presencia de cinco rosas
que, como canta el himno falangista, serán prendidas en el haz de
flechas del militante que oferta su vida en el santo combate "Cara
al Sol". La rosa es la flor que indica el renacimiento solar,
recompensa del paraíso y del amor divino, símbolo de inmortalidad,
de plenitud y de perfección; y el número cinco: número solar por
excelencia, viril porque es impar, que simboliza el estado del
hombre realizado, cuyo signo es el pentagrama, y la reintegración
del principio, la armonía con Dios y con el orden cósmico (el cinco
resulta de la suma del cuatro, número de la creación, y del uno,
número de la Unidad, número de Dios). Pero hay más: si hemos dado
cuenta de la correspondencia entre el signo del yugo y las flechas
con la cruz, comprobaremos que la imagen de las rosas prendidas en
el haz de flechas rojas reproduce la figura de la Rosa-Cruz, que en
el esoterismo occidental representa precisamente el estado de
realización espiritual, la conquista de la Unidad y de la
Perfección. Sobre este tema, recordemos que en las numerosas
representaciones del arte cristiano, esta figura de la Rosa-Cruz
aparece bajo la forma de una cruz adornada de cinco rosas: una a
cada extremidad de la cruz y otra en el centro. Cinco rosas que
simbolizan respectivamente las cuatro llagas de los miembros de
Cristo y la herida en su costado. Cinco rosas que representan, por
consiguiente, la redención, es decir, la regeneración y la
renovación del universo, del microcosmos y del macrocosmos.

En el yugo y las flechas está resumida la más alta orientación que
puede proponerse una revolución política y espiritual: la
reconquista del ser olímpico, la reintegración del estado
primordial, la realización del ser integral de la persona, la unión
con la Divinidad.

#229

Re: España país de pandereta y genocidio

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

#231

Re: España país de pandereta y genocidio

Los niños robados por los golpistas genocidas son unos 30. 000 que fueron arrebatados a sus madres republicanas antes de asesinarlas, a veces esperaban al parto antes de darles el tiro en la nuca. Los niños robados por los golpistas genocidas representan un episodio poco conocido de la historia reciente de España debido al pacto de la desmemoria tramado durante la transicion trampa.

#237

Re: España país de pandereta y genocidio

Hasta ahora los fachas siempre habian defendido que los golpistas genocidas no eran ladrones, que solo se apropiaron de lo que dejaron los rojos assesinados o exiliados Pero ahora el libro del economista, diplomático e historiador Ángel Viñas (Madrid, 1941) saca a la luz aspectos de Franco que han permanecido entre las sombras del pacto por la desmemoria. Lo más novedoso de la obra es la información que ofrece sobre el origen de la sorprendente fortuna que que el golpista genocida tenía al final de la guerra. Viñas afirma que los 34 millones de pesetas que el dictador poseía en cuentas personales en agosto de 1940 no proceden de su sueldo. “Era imposible que hubiese ahorrado 34 millones en cuatro años”, sostiene. “Evidentemente, una parte le llega de donativos que se entregan a una suscripción nacional”, indica. El historiador documenta una operación comercial con café que reportó al golpista genociodad7,5 millones de pesetas en 1940. El producto había sido donado a España por el dictador brasileño Getúlio Vargas y Franco usó el aparato estatal para distribuirlo, venderlo, cobrarlo e ingresar el dinero en su cuenta corriente. Viñas ha investigado las leyes reservadas aprobadas durante la dictadura, una práctica que situaba en el más absoluto limbo jurídico a los españoles, sujetos a normas que ni siquiera sabían que existían. “Con ellas en la mano, Franco podía hacer literalmente lo que le viniera en gana”.

 financió con el ahorro futuro. Con lo que los españoles se iban a ver obligados a dejar de consumir en los años sucesivos para satisfacer esa deuda de guerra",

financió con el ahorro futuro. Con lo que los españoles se iban a ver obligados a dejar de consumir en los años sucesivos para satisfacer esa deuda de guerra",

El banquero y contrabandista Juan March, cuya familia sigue disponiendo de una amplia fortuna, era el hombre más rico e influyente de la España de 1936 fue elprincipal financiero del los golpistas genocidas

El banquero y contrabandista Juan March, cuya familia sigue disponiendo de una amplia fortuna, era el hombre más rico e influyente de la España de 1936 fue elprincipal financiero del los golpistas genocidas

#238

Re: España país de pandereta y genocidio

No me jodas ¿Franco podía hacer lo que quisiera? No me lo creo.
Y que hizo una ley para ello? Gilipolleces.

Al menos no se llevó el oro a Moscú, COMO HICIERON OTROS.
Pero si además se lo gastó todo haciendo un gran y precioso monumento. El Valle de los Caídos

Todos firmes. VIVA ESPAÑA.

#239

Re: España país de pandereta y genocidio

?Pacto de desmemoria?
En España se han estado robando bebes hasta hace 4 días. Y, sobre los últimos robos se ha pasado de puntillas. Así que no te extrañe la poca atención a los robos tras la guerra.
También se han robado niños en España en democracia. Detrás de los robos de niños no siempre hay un fascista. Lo que siempre hay detrás, sea la época que sea.....es una monja.

#240

Re: España país de pandereta y genocidio

Con todo el respeto. Menos mitos y menos historias.

Los niños que "desaparecieron" en la postguerra, la mitad de ellos eran abandonados a las puertas de los conventos,(porque no había para comer y otras connotaciones sociales) de ahí que las mojas tuvieran "cierta potestad" para darlos en adopción.

Los niños que han desaparecido y esta vez sin comillas, mucho de ellos eran de personas sin recursos que prácticamente eran convencidas para darlos en adopción.

Y que ha habido otros que han sido robados, sin duda, pero menos.

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