España
El plan del eje Waterloo-Ginebra
Puigdemont tiende puentes con Anna Gabriel para lograr el apoyo de la CUP a su investidura mientras persigue un acuerdo con ERC con el reparto de carteras como principal escollo
Pilar Ferrer.
Cada uno por su lado y con golpes de efecto. El fugitivo Carles Puigdemont sigue enfrentado a su propio partido, el PDeCAT, y mueve ficha.
La última, varias llamadas a la también fugada en Suiza Anna Gabriel, para recabar apoyo de la CUP a su investidura simbólica en la capital belga. Según su entorno, el eje Waterloo-Ginebra se ha puesto en marcha al tiempo que en el Parlament de Cataluña su grupo de diputados leales se reunieron con el antisistema Vidal Aragonés con el mismo objetivo. Fuentes de la CUP confirman estos contactos aunque todavía no se ha plasmado un acuerdo concreto en medio de fuertes divergencias entre Junts x Cat y Esquerra Republicana. Los cuatro votos de los radicales cupaires son necesarios en primera vuelta o, en su caso, una abstención en la segunda. Los nervios cunden en el bloque independentista ante el pleno del próximo día uno de marzo en la Cámara catalana.
Tras su gran cambio de imagen, la anticapitalista Anna Gabriel sigue en una de las ciudades más lujosas y caras de Europa. Nadie desvela quién costea su estancia ni los gastos de abogados, entre ellos el suizo Oliver Peter, que defendió a presos etarras y cobra una suculenta minuta a sus clientes, pero fuentes de la CUP aseguran que se ha puesto en marcha la llamada «caja de resistencia» para recaudar fondos con destino a la nueva vida de la fugitiva.
Cenas benéficas, tómbolas, bazares ecológicos y llamamientos en las redes sociales apelan a estos donativos para engrosar las arcas de los antisistema y mandar un dinerito a Gabriel. Al parecer, el propio Puigdemont se ha ofrecido a ayudar a la prófuga y buscarla un trabajo en alguna universidad helvética, dado que ella ejerció en su día como profesora de Derecho y educadora social en Barcelona. Nada como dejar el activismo callejero, volver al orden en el país del lujo y secreto bancario, sede de las mayores fortunas del planeta.
Al margen de su partido, con visible enfado de ERC, Puigdemont sigue sin ceder y mantiene sus condiciones. Tras la presentación por parte de su núcleo duro en el Parlament de una resolución que reconozca su legitimidad y cese ilegal, el ex presidente fugitivo planea crear un consejo de la república y dirigirlo desde Waterloo con unas competencias políticas muy claras.
Una especie de Govern en el exilio, con otro similar en Cataluña, para el que desea contar con el apoyo de la CUP. De acuerdo con su criterio, su delegado para presidirlo sería el encarcelado Jordi Sánchez, con la vicepresidencia para el también preso Oriol Junqueras. El reparto de carteras es el gran escollo en las negociaciones entre Junts per Catalunya y los republicanos, que aspiran a controlar la consejería de Economía y los medios de comunicación públicos. En el baile de nombres figuran Jordi Turull, Josep Rull o Elsa Artadi, y los diputados de ERC David Elvira y Sergi Sabriá.
Pero el obstáculo mayor son las condiciones de la CUP que, según fuentes de los negociadores, son inasumibles. Por ello, Puigdemont intenta una mediación con los radicales antisistema para legitimar fórmulas a su investidura simbólica desde Bélgica y recaba apoyo de Anna Gabriel.
Esta, aunque ya no está en el núcleo dirigente de los cuperos, sí aspira a convertirse en una heroína del «procés» en el extranjero y símbolo de una CUP reducida ahora tan solo a cuatro escaños. «Quiere ser Juana de Arco», dicen con ironía los partidos constitucionalistas Ciudadanos y PSC, que han anunciado recurso ante el Tribunal Constitucional si el Parlament reconoce como presidente legítimo a Carles Puigdemont. Desde la prisión de Estremera, Oriol Junqueras es reacio a esta fórmula ilegal y se inclina por su número dos, Marta Rovira, como alternativa presidenciable. Los recelos entre Junts x Cat y Esquerra son enormes y han aumentado en los últimos días.
Anna Gabriel y la CUP reclaman un acuerdo concreto por escrito, pero sus condiciones de proclamar de inmediato la república son irrenunciables e inasumibles en España.
Por ello, el objetivo de Puigdemont es crear ese órgano en Bruselas, con sede en su mansión de Waterloo, e incorporar a los cupaires. Dado que el Gobierno suizo ha anunciado su negativa a la extradición de Gabriel, esta podría moverse libremente por Europa, viajar a la vecina Bélgica y sentarse en ese consejo republicano. En el entorno del fugitivo aseguran que las conversaciones con los antisistema «van por buen camino», aunque no desvelan concreciones. Por otro lado, las imposiciones de Puigdemont no gustan a Junqueras ni en ERC, y mucho menos cuando las últimas encuestas otorgan de nuevo ventaja a Esquerra. «Junqueras es el único mártir que sigue en presión mientras Puigdemont vive de lujo», dicen sus dirigentes.
Mientras,
Anna Gabriel se pasea por los medios y calles de Ginebra, se fotografía con su abogado suizo Oliver Peter, y pide trabajo en las redes sociales. Según ella, vive de los ahorros obtenidos en su etapa como diputada que, a tenor del ritmo de vida en la ciudad helvética, se le acabarán pronto. Un pequeño apartamento, donde reside la antes extremista de izquierda radical, no baja de los tres mil euros. La comida, transportes y servicios, son de los más caros de Europa. El cambio de Anna Gabriel Sabaté, la dirigente más incendiaria de la CUP, es asombroso, pero ella afirma que su flequillo trasquilado se lo transformó en una conocida peluquería de Barcelona. Sus dos abogados, el gerundense Benet Salellas, y el suizo Oliver Peter, se niegan a revelar cuánto cobran por sus servicios. La feroz anticapitalista es ahora una chica refinada en su huida al centro de la banca europea por excelencia, sede de las mayores fortunas de las finanzas mundiales. Es la doble vara de medir de una antisistema en un acto de cobardía.
Fuentes de sus abogados avanzan que podría encontrar trabajo muy pronto, dado su perfecto dominio del francés. Oliver Peter es un reputado letrado suizo que asesoró a presos etarras y participó en la derogación de la «doctrina Parot».
Con buenos contactos busca ese trabajito para la Gabriel, que le permita además cobrar una buena minuta. Desde la CUP prosiguen con la campaña de recaudar fondos y han aumentado las cuotas de militancia, dado que su número de diputados es ahora de cuatro. Pero sus votos son decisivos para sacar adelante la investidura simbólica de Puigdemont, que desea contar con ellos en su consejo de la república en Waterloo. Una fantasmada de campeonato hasta que arranque el juicio definitivo en el Tribunal Supremo que puede inhabilitarle. Desde luego, su actual sueldo como diputada no le alcanza para costear el alquiler de su mansión, los coches que por ella circulan y los escoltas privados, algunos mossos d´Esquadra en excedencia, que velan por su seguridad.
La asamblearia Anna Gabriel, militante desde los dieciséis años en los movimientos de izquierdas independentistas y radicales, fundó Andavant, la corriente dentro de la CUP más troskista próxima a Arrán, el brazo violento.
Nada que ver con su actual imagen de niña bien, melena en ristre y voz pausada en un perfecto francés, que aspira a ser una seria profesora de Derecho y Educación Social en las aulas helvéticas.
Dice que no volverá a España por su justicia opresora y lamenta estar lejos de su familia. Encima, triste. Si Puigdemont ejerce como un obstinado Napoleón, Anna Gabriel tampoco se queda atrás. La fugitiva de Suiza es ya la nueva emperatriz.