Sobre el caso Santi Vidal, quisiera compartir cinco reflexiones.
Sobre el caso Santi Vidal, quisiera compartir cinco reflexiones.
1) Un referéndum acordado y vinculante garantizaría que, en caso de victoria del Sí, la transición hacia el nuevo estado independiente fuera ordenada y con la máxima seguridad jurídica. En un escenario como éste, por ejemplo, sería la Hacienda española quien entregaría a la Generalitat los datos fiscales de los ciudadanos de Cataluña. Y el Reino de España y la Generalitat irían juntos a los mercados a explicar cómo se reparten las obligaciones de la deuda y al que le toca pagar el que a partir de una fecha X. Pero el escenario no es el mismo. Hay por delante un estado hostil que ha prometido hacer de todo para impedir el referéndum y, por supuesto, la independencia. Es muy importante no olvidar esto: la negativa hostil de España a un referéndum acordado y vinculante es el terreno de juego donde se juega el partido. Quien sitúa las cosas en un terreno de anormalidad, y desagradable para todos, son ellos.
2) Ante este hecho desgraciado y antidemocrático, la Generalitat tiene la obligación de tener previstos todos los escenarios, y además debe hacerlo previendo el boicot activo español. Esto obliga al secreto en determinadas cuestiones, y quien se escandalizan es un ingenuo o un cínico. No sé si es verdad que nuestro gobierno tiene un acuerdo con dos fondos de inversión internacionales para financiar la Generalitat en caso de que el estado corte el grifo, como ha dicho el juez Vidal, pero tengo que decir que me preocuparía mucho que no lo tuviera. Y además entiendo perfectamente que la única manera que tener un acuerdo así es en secreto. También me preocuparía mucho que no estuviera diseñado el operativo técnico para poder recaudar los impuestos de los catalanes (personas y empresas) de forma eficiente y en el menor tiempo posible. Y además entiendo muy bien que haya capas de este operativo que deben conocer muy pocas personas. Hay que ser muy cínico para escandalizarse de ello cuando está demostrado que el estado, él sí, está utilizando las cloacas para boicotear un proceso democrático. Si organizaron un ataque informático masivo contra la Generalitat para intentar imposibilitar un proceso participativo con urnas de cartón, si se han inventado cuentas corrientes en Suiza, si el ministro del Interior se jacta en conversaciones grabadas de fabricar pruebas falsas contra políticos independentistas como puedes exigir a la Generalitat que lo haga todo y siempre a pecho descubierto?
3) Las afirmaciones del juez Vidal en varias conferencias (no un día que se le calentara la boca) son imperdonables te las mires como te las mires. Si lo que dice que se está haciendo es cierto, compromete el éxito de las operaciones y deja el Gobierno (y la gente que se la juega) al pie de los caballos. Y si lo que dice son fabulaciones para, en sus propias palabras, "animar a la tropa", demuestra un nivel de frivolidad difícilmente explicable que la inhabilita políticamente para continuar en primera línea.
4) El ascenso y caída del juez Vidal hace reflexionar. Muchos que teníamos referencias excelentes como juez y tuvimos una alegría cuando salió políticamente del armario, ahora asistimos entre estupefactos e indignados al episodio que ha protagonizado. Que se haya de obligar a dimitir a una persona que ha sido represaliada por el estado (recordemos que está inhabilitado para escribir una constitución catalana en sus horas libres!) Es especialmente doloroso, pero haber sufrido la represión no te puede convertir en un intocable, y menos si haces cosas que perjudican gravemente el colectivo. ERC ha hecho lo que tenía que hacer.
5) Es evidente que la fuerza mediática del unionismo es escandalosamente mayor que la del independentismo y con este episodio se ha vuelto a comprobar. La prensa pro-independencia no tiene la capacidad de hacer dimitir un político unionista, por escandalosa que sea la revelación. En cambio, cuando ellos ponen en marcha el mecanismo para trinchar alguien, tienen la capacidad de marcar la agenda. Es una cuestión de musculatura industrial, de audiencias, de dominio del espacio radioeléctrico, de red de lealtades, de muchas cosas. Pero una cosa es constatar esto, y otra bien distinta es instalarse en el victimismo estructural contra los media. Xavier Trias no tenía una cuenta en Suiza ni Artur Mas en Luxemburgo, pero Santi Vidal sí ha dicho lo que ha dicho. Esperar a que no lo aprovecharan es no entender nada.
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