Re: La República catalana
Los golpistas y su nuevo caudillo
La resolucion parlamentaria es más un compromiso con el "pruses" que con la concreta persona que lo vino a liderar tras la marcha de Artur Mas
Una cosa es que las formaciones nacionalistas prosigan, tal y como en ningún momento han dejado de hacer, el golpe de Estado o proceso secesionista iniciado en 2012, y otra cosa, muy distinta, que estén realmente empecinados en que siga liderándolo Carles Puigdemont.
Aunque la subversiva resolución parlamentaria de este miércoles en defensa del "derecho" del ex presidente golpista a presidir la Generalidad parezca señalar esto último, todos los separatistas saben desde hace tiempo que Puigdemont tendrá que dejar paso a otro correligionario que no tenga causas pendientes de la justicia, tal y como, aun por razones distintas, tuvo en su día que hacerlo Artur Mas. Saben, además, que ese relevo tendrá que hacerse más pronto que tarde, habida cuenta de que los procesados que siguen en libertad carecen de acta de diputado y todos los que tienen acta de diputado ya están en prisión.
Por si eso fuera poco, la intentona propagandística de nombrar a otro implicado directo en el golpe como Turull, que por los pelos pudo frustrar la semana pasada el Juez Llanera, ha puesto en marcha el reloj electoral hacia unos nuevos comicios autonómicos en los que ni Puigdemont ni ningún otro de los procesados podría volver ya a presentarse. Eso, claro está, si para entonces ya se les ha aplicado la inhabilitación o privación preventiva del derecho al sufragio pasivo, elemental medida cautelar en esta causa que debería habérseles aplicado a todos ellos desde el mismo momento en que el Gobierno de Rajoy y sus no menos memos aliados políticos tuvieron la disparatada ocurrencia de recurrir al articulo 155, no para suspender y desarticular la administración autonómica golpista, sino para convocar nuevas elecciones.
Por ello que nadie se autoengañe por las tan vergonzosas como lógicas resoluciones que el parlamento regional en rebeldía ha aprobado este miércoles tras respaldar –o negarse a condenar- la violencia separatista desatada en Cataluña: Por mucho que los nacionalistas insistan en reivindicar el "derecho" a nombrar a Puigdemont presidente de la Generalidad o exijan la impune liberación de todos los golpistas presos, dichas resoluciones constituyen más un compromiso con el subversivo proceso secesionista que con la concreta persona que lo vino a liderar tras la marcha de Artur Mas.
A este respecto, Artur Mas, que ya ha cumplido aquella pena de dos años de inhabilitación a la que fue tan ridícula y temerariamente condenado, bien podría volver a liderar el golpe en esta su ya estrenada tercera fase si no fuera, claro está, por su corrupto historial y persistente veto de la CUP.
Así las cosas, la todavía no revelada apuesta secesionista por un candidato "limpio" al frente de la Generalidad se hace, por tanto ineludible; más aun cuando todos sabemos –incluidos los golpistas- que el acomodaticio de Rajoy se contenta simplemente con eso para dar el asunto por solucionado y devolver a la Generalidad un mando que tampoco se ha atrevido a ejercer en Cataluña dada la ridícula aplicación del articulo 155 llevada a cabo.
Téngase en cuenta además que el PP, como Ciudadanos y el PSOE –trío cuya inigualable incompetencia constituye la principal fortaleza del nacionalismo- darán cualquier cosa por buena con tal de no tener que reconocer el clamoroso fracaso que ha supuesto suspender la administración autonómica catalana sólo para reactivarla mediante nuevas elecciones. Así mismo, no hay que descartar que los podemitas de Catalunya en Comú logren convencer a la Cup -si no lo han hecho ya- para que respalden o al menos permitan con su abstención que un candidato "limpio" de causas judiciales pueda formar nuevo gobierno y obtener recursos públicos sin los cuales se extinguiría definitivamente el proceso.
En cualquier caso, bien para evitar unas nuevas elecciones bien como ineludible resultado de celebrarlas, ningún candidato que no esté "limpio" podrá ser investido próximo presidente de la Generalidad. Que quede claro, sin embargo, que esa condición de molt honorable nunca fue impedimento –todo lo contrario- para pasar también a liderar una rebelión institucional contra nuestra nación y orden constitucional tal y como la que se sigue perpetrando en Cataluña desde antes incluso de 2012.