Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?
¿Podrá Puigdemont conseguir su acta de diputado a distancia?
MadridActualizado:
No hay día en el que el prófugo Carles Puigdemont reivindique su espacio en la campaña electoral, ahora dando por hecho que llegado el momento podrá ser investido presidente de la Generalitat. Lo cierto es que sus deseos chocan frontalmente con el panorama judicial que se le avecina cuando ponga un pie en España. Que pueda conseguir su acta de diputado a distancia es cuestionable, pero que pueda participar en un debate de investidura por videoconferencia es directamente descartable en el escenario actual. Cuestión distinta sería que el número uno de Junts Per Catalunya se atreviera a venir a España a saldar sus cuentas con la justicia, declarara ante el juez, asumiera las medidas cautelares que se le impusieran y luchara por su excarcelación con las mismas herramientas procesales de las que está haciendo uso la defensa del número uno de Esquerra, Oriol Junqueras, en prisión preventiva en Estremera.
Puigdemont apuntó ayer martes la posibilidad de ser investido antes de su arresto, como si una eventual investidura le diera inmunidad judicial más allá de su clara intención de explotar esta circunstancia fuera de nuestras fronteras. A día de hoy, el primer objetivo de Puigdemont y de los cuatro consejeros huidos es conseguir su acta de diputado una vez pasadas las elecciones del 21-D. ¿Sería posible hacerlo desde Bélgica? El artículo 23 del Reglamento del Parlamento de Cataluña señala que el diputado proclamado electo accede al pleno ejercicio de la condición de parlamentario una vez cumplidos los dos requisitos siguientes: primero, presentar al Registro General del Parlamento la credencial expedida por el órgano correspondiente de la Administración electoral y prometer o jurar respetar la Constitución española y el Estatuto de Autonomía de Cataluña; segundo, presentar las declaraciones de actividades y de bienes que se especifica en el artículo 19 de dicho reglamento.
Al no citar de forma expresa la necesidad de que este juramento o promesa haya que prestarlo de forma presencial, Puigdemont y los exconsejeros podrían agarrarse a esta imprecisión para conseguir ese acta a través de sus representantes legales.
Como consecuencia de lo anterior, surge una segunda cuestión. En un Parlamento en el que los independentistas no tengan una mayoría holgada, ¿merece la pena tener cinco escaños vacíos sin que sus titulares puedan participar en votaciones e inclinar la balanza de forma decisiva hacia sus pretensiones?
El Reglamento del Parlamento catalán solo contempla la delegación de voto en casos como las bajas de maternidad o paternidad, hospitalización, enfermedad grave o incapacidad prolongada. Bien es verdad que deja abierta la puerta a que la Mesa establezca «los criterios generales para delimitar los supuestos que permiten la delegación». En este sentido sería clave para Puigdemont y el resto de huidos que esa Mesa tuviera mayoría independentista. De lo contrario no tienen nada que hacer.
En cualquier caso, Puigdemont no aspira a ser un mero diputado a distancia, sin voz ni voto en la cámara autonómica. Ansía repetir como presidente de la Generalitat y en ese caso sí que es necesaria la convocatoria de un debate de investidura en el que el candidato tiene que participar de forma presencial y esa posibilidad está vetada sin una detención previa.
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PABLO R. SUANZES Corresponsal Bruselas
81 comentarios
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EL MUNDOMadrid
27 comentarios
Ningún candidato apoya restituir a Puigdemont
Entiendo que ahora el parlament le dan igual las normas, haran presidente a puigdemont por sus cojones y punto.
Ya esta claro que tendremos otro segundo 155 y esta vez es tonteria que rajoy convoque elecciones porque el resultado va a ser mas de lo mismo.
De todas formas creo que se vive mejor gobernados desde madrid, el ahorro esta siendo brutal, un parlamento en cada comunidad esta demostrado que no sirve para mas que para dar gastos
creo que nos vamos a reir....
ERC pide a JuntsxCat que aclare como quiere investir a Puigdemont
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El Reglamento del Parlament impide una reforma 'exprés' para facilitar la investidura telemática
PEDRO DEL ROSAL7:40 - 3/01/2018 Actualizado: 07:40 - 3/01/18 4 Comentarios
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El procedimiento que requiere impiden que la norma esté a tiempo
Para investir a Puigdemont sin que regrese a España y sea detenido
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Puigdemont, durante la noche del 21-D. Foto: EFE
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Rivera intentará evitar que Puigdemont o Junqueras presidan
Junts per Catalunya sigue buscando fórmulas para lograr que Carles Puigdemont, único candidato que tiene garantizado el apoyo de ERC, sea investido de nuevo presidente de la Generalitat. Su negativa a volver a España plantea dos problemas al bloque independentista. El primero es resolver la duda de si un candidato puede presentarse a la sesión de investidura sin estar presente en el Parlament. El segundo es cómo conseguir que se contabilice el voto de los diputados ausentes -huidos o en prisión-, fundamental para que el separatismo tenga mayoría en la Cámara.
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El Reglamento de Parlament no prohíbe expresamente que pueda hacerse un discurso online, sólo determina que en el debate de investidura "el candidato presenta [...] el programa de gobierno y solicita la confianza del Pleno". En este sentido, y dado que ni grupos ni juristas se ponen de acuerdo sobre si es posible una investidura en plasma, se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que los separatistas impulsen una reforma exprés del Reglamento que garantizara la validez de un debate telemático. Esta opción, sin embargo, parece inviable dados el tiempo y las mayorías que requiere su tramitación.
Las dudas 'republicanas'
El procedimiento de reforma del Reglamento se regula en los artículos 126 y 127 de la misma norma. En ellas se prevé un trámite agravado, que exige la creación de una comisión y una ponencia en la que estén representados todos los grupos parlamentarios, que deberá elaborar una proposición de reforma en el plazo de tres meses. Una vez esté redactada la propuesta, ésta deberá seguir los trámites del procedimiento legislativo común. Su aprobación exige mayoría absoluta.
En caso de que en el Pleno no se lograra el voto favorable de la mayoría absoluta de los diputados, el texto sería devuelto a la comisión, que tendría que abrir un nuevo trámite de enmiendas. Tras ello, según exige el Reglamento, este órgano debería emitir un nuevo dictamen en el plazo de un mes.
Todo ello debería ponerse en marcha después del 17 de enero, día en que se constituye el Parlament, dado que entre las funciones de la Diputación Permanente no se encuentra la de impulsar modificaciones normativas.
A ello habría que sumar las dudas de ERC de facilitar a Puigdemont la Presidencia desde Bélgica. Aunque lo nieguen en público, los republicanos maniobran para poder investir a Oriol Junqueras si el Tribunal Supremo decide mañana ponerlo en libertad.
Carles Puigdemont especula con volver a España oculto en un barco
También sopesa entrar en España escondido en un maletero, disfrazado, o por las montañas, y presentarse en el «Parlament»
ja ja ja ja ja
Puigdemont amenaza con boicotear la constitución del Parlament
Carles Puigdemont se siente fuerte en su retiro dorado de Bruselas. «Sigue en su cuento de Tintín, aunque su estrategia de todo o nada le está dando resultado. ERC mete presión, exigiendo su vuelta, pero está atrapada en la envolvente que le plantea y va a remolque de su estrategia», apuntan fuentes soberanistas. «Si los republicanos quieren enredar, se forzará la máquina», añaden personas del entorno del líder de Junts per Catalunya, que escenifican este nuevo desafío de Puigdemont «si el Gobierno de Rajoy no retira ya el 155, se hará un llamamiento a todos los diputados contrarios al 155 para que boicoteen la constitución del Parlament el próximo día 17». Es su política de máximos para poner en jaque a Rajoy, pero, sobre todo, a Esquerra Republicana.
ERC está moviendo piezas metiendo presión a Puigdemont para que vuelva. «No lo hará», apuntan personas muy cercanas a Puigdemont, que añaden con malicia que «sólo hace falta repasar la hemeroteca. Carles dijo que volvería si es investido. Si no lo es, no piensa volver y forzará nuevas elecciones». Puigdemont se mueve bien en estos escenarios de máximos que «fueron los que le permitieron ganar las elecciones», y los está aplicando ahora en la «guerra civil» que se está librando en el mundo independentista.
Junts per Catalunya, con el silencio cómplice del PDeCAT, que no abre la boca y casi aguanta la respiración ante la sentencia del «caso Palau» que se hará pública por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña el próximo día 15, sigue forzando la situación con su «o Puigdemont, o elecciones». ERC espera que Oriol Junqueras salga de prisión antes de la elección de la presidencia de la Generalitat, prevista a priori para el 6 o 7 de febrero, para plantear que la restitución del gobierno legítimo pasa por la elección de Junqueras ante la ausencia de Puigdemont.
Para alcanzar el objetivo final, la presidencia, Puigdemont –que no tiene intención de que recaiga en su antiguo vicepresidente– ha dejado entrever a los republicanos que la presidencia de la Mesa debe recaer en ERC. Carme Forcadell ha declinado, aunque en su partido tampoco eran muy partidarios de que aceptara, y las miradas de ERC se dirigen al que fuera consejero de Justicia, Carles Mundó. Este movimiento no es baladí, porque «si ERC preside el Parlament, la presidencia de la Generalitat le correspondería a Junts per Catalunya». Éstas son sus lentejas, o las toma ERC o las deja. No hay plan B.
ERC está incómoda en esta situación y trata de buscar otros apoyos. Puigdemont contempla esta posibilidad –hay un empate a 65 en el Parlament entre independentistas y no independentistas– porque los republicanos han abierto la posibilidad de pactos con los Comunes que podrían redundar en favor de Junqueras en una investidura, aunque sea a cambio de la presidencia del Parlament para Xavier Domènech. Por eso, Puigdemont amenaza con no dejar que se pueda constituir siquiera la Cámara. Apelar a la no asistencia de los contrarios al 155 evitaría el quórum necesario. La pregunta es saber si ERC, CUP y Comunes le seguirían en esta estrategia. Para conseguir doblegar sus voluntades, Puigdemont amenaza con elecciones. Podría perder la mesa ante un amplio pacto entre diferentes fuerzas, incluida ERC, pero en el cuartel general de Puigdemont lo tienen claro: «ERC puede desoír el llamamiento, pero quedaría en evidencia como los independentistas que impiden la restitución del gobierno legítimo. Serían los nuevos partidarios del 155».
«Puigdemont tiene una estrategia centrada en tres fases. La Mesa, la investidura y el gobierno. Si no sale investido, forzará nuevas elecciones porque ERC, que trata de ir de realista, sería arrollada por el voto independentista, que la consideraría traidora si no restituye al presidente legítimo», apuntan las fuentes consultadas. «Tienen a su público en contra, y Puigdemont lo va a aprovechar si ERC trata de imponer a Junqueras», remachan.
En Bruselas, su equipo está eufórico porque están marcando los pasos a seguir a ERC. Si los republicanos son sumisos podrán presidir el Parlament, dando la presidencia a Puigdemont. Si no lo son, Puigdemont forzará la situación boicoteando incluso la constitución de la Cámara para forzar elecciones. Si se supera esta fase y ERC pone problemas a la investidura, Puigdemont boicoteará a un presidente que no sea él y forzará, de nuevo, elecciones. Por eso, en ERC se espera con ansia la libertad de Junqueras. En el partido las disensiones son ya un clamor y sólo la presencia del líder es garantía de que las aguas internas vuelvan a su cauce. Y lo más curioso de todo, en el mundo constitucionalista también se espera la salida de Junqueras de la prisión para poner «cordura» en la actual situación política que está en manos de un Puigdemont, rodeado de «fieles hooligans», que quiere, y puede, forzar la situación en beneficio propio
Puigdemont está muerto
Pese a sus innúmeras argucias de campesino astuto, Puigdemont comprende bien que su única posibilidad real a estas horas de sobrevivir como figura política pasa por convertirse en un problema crónico de Estado para España. Y esa imperiosa necesidad tan suya, la de devenir piedra estructural en el zapato de la gobernanza, solo se podría consumar de dos modos. O impidiendo de entrada que se constituya el nuevo Parlament por falta del quórum legal inexcusable, lo que forzaría una nueva repetición de las elecciones. O provocando que la mayoría separatista del Hemiciclo viole (otra vez) de forma expresa y obscena el reglamento para así lograr que el Papa Luna de Bruselas sea ilegalmente proclamado presidente. De optar por la primera vía, algo que al parecer aún no está descartado, simplemente resultaría imposible que siquiera se llegase a constituir la nueva Mesa del Parlament, pues no se cumpliría la exigencia legal de que estuviese presente en la sesión la mayoría absoluta de sus miembros. Recuérdese que los separatistas disponen de 70 escaños sobre un total de 135. En consecuencia, si ellos no comparecieran, no habría sesión.
De optar por la segunda, ergo por desoír y desafiar de nuevo al Tribunal Constitucional, el presidente del Parlament, que esta vez no se apellidará Forcadell, podría terminar con sus huesos en la cárcel tras una ulterior sentencia por desacato. Y mientras tanto, el 155 volvería por sus fueros. Sea como fuere, decantándose por la una o por la otra, plegarse de grado al desvarío solipsista de Puigdemont significaría un suicidio anunciado para la comunión catalanista. Porque esa tropa no es nada sin el presupuesto. Y lo saben. Así que marearán la perdiz del orgullo herido hasta el último segundo del último minuto. Y cuando la luz roja de los plazos reglamentarios se encienda amenazadora, el Payés Errante designará magnánimo a un presunto (o presunta, mejor) testaferro. Como Mas, el otro gallito de corral, hiciera con él mismo en similar trance. Ya se sabe, a la fuerza ahorcan. Y la historia, testaruda, se volverá a repetir. El testaferro (o mejor, la testaferra) querrá volar solo. Y lo hará. Claro que lo hará. Puigdemont, ¡ay!, ya huele a juguete roto. Sic transit.