Marca de Gotia: un territorio, dos lenguas
Los profesores Nadal y Prats constatan la persistencia de una corriente académica muy minoritaria que, todavía, sostiene que el catalán no es más que una variante dialectal del provenzal surgido al norte de la marca de Gotia (siglos VIII y IX). Y lo sostienen con el argumento de que el provenzal y sus dialectos fueron el latín vulgar de la marca de Gotia carolingia (siglos VIII en X), que abarcaba desde el delta del Ródano hasta el del Llobregat. Pero, en cambio, no cuentan con que el retorno del exilio provocó un segundo mestizaje con el elemento indígena de los valles altos del Tet, del Ter, del Fluvià y del Segre (que ni había sido sometido por los árabes, ni se había sumado al éxodo). Sobre el solar donde se produjo este contacto, formado por los condados carolingios de Rosselló, Empordà, Cerdanya y Urgell, se produciría una evolución propia que desembocaría en el protocatalán.
La primera conciencia de una lengua propia
La predicación de la liturgia en la lengua vulgar revolucionaría la sociedad de la mitad sur de la marca de Gotia. Sobre todo la que, en la sombra de la empresa carolingia, se desarrollaba a caballo entre los Pirineos. El latín vulgar de la zona surgido durante la etapa de fabricación política carolingia de la nación catalana y elevado a lengua de comunicación y divulgación por la cancillería de Carlomagno, nunca entró en oposición con la política imperial. El profesor Flocel Sabaté afirma que, en aquella época, las cancillerías carolingias asociaban la diversidad cultural y lingüística de sus dominios con la plenitud del poder imperial. Y aquel protocatalán que ya aparece en algunos documentos oficiales (Capbrevacions de la Seu, 839) se convertiría en el principal elemento de identidad de una comunidad que, de forma simultánea, se formaba política y culturalmente.