No hay mujer más inteligente, que la que sabe darse a respetar. No hay mujer más bella, que la que tiene un gran corazón. No hay mujer más admirable, que la que tiene dignidad. No hay mujer más feliz, que la que se sabe valorar. Ésa es la verdadera belleza.
(Al fin de rindió, me iré a dormir contenta)