Y Mafo cogió el bate
JUAN RAMÓN GIL Sucedió hace algo más de dos años, cuando el proceso de liquidación del centenario sistema de cajas de ahorro y su conversión forzosa en bancos sin que el Parlamento abriera la boca estaba aún en sus inicios. El catedrático Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales, conocido contertulio y asesor durante los últimos años de la Caja Mediterráneo, acudía a una reunión en el Banco de España y se encontró en la puerta con su gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Amigos desde hace tiempo, Ontiveros saludó a Ordóñez y, en presencia de otras personas, le inquirió: —Gobernador, ¿tendrás un momento luego para que hablemos? Tengo que comentarte un tema de Cajas. —¿¡Cajas!? ¿¡Cajas!? ¡Lo único que yo tengo que hacer con las Cajas es coger un bate de béisbol y liarme a palos hasta que acabe con todas! —estalló quien ha terminado siendo conocido por el acrónimo que forman sus iniciales (MAFO). Quien escribe no estaba, aunque como digo había testigos presentes. Y, conociendo el carácter de MAFO, cabría aplicar aquí la sentencia italiana (si nonè vero...) y dar por verosímil la anécdota. Pero añadiré otra, también reveladora: por las mismas fechas, otro altísimo cargo también del Banco de España le confesó al presidente de la Comisión de la Competencia, Luis Berenguer, que «tenemos un grave problema, porque una de vuestras cajas está en quiebra». Aunque hablaban de la Comunidad Valenciana, dado que es alicantino Berenguer pensó de inmediato que su interlocutor se refería a la CAM. Meses después volvieron a encontrarse y, al sacar el asunto de nuevo a relucir el ex eurodiputado, pero esta vez preguntando ya directamente por la CAM, el alto cargo del BdE le contestó: «¿CAM? No, Luis, yo me refería a la otra». Y, entonces, ¿si eran la mayoría de las Cajas las que necesitaban, según el gobernador, una ración de palos, y si era Bancaja y no la CAM la que aquí peor estaba; si era así, pregunto, por qué MAFO sólo ha cogido el bate para estrellarlo contra la CAM, y Bancaja es hoy el ejemplo de «la nueva banca» mientras la CAM será regalada y con ella sus muchos años de historia y su Obra Social? Las responsabilidades de lo ocurrido ya se han señalado en muchas ocasiones y son amplias: el Consejo, regalado y negligente en su función de vigilancia; el equipo directivo, empeñado en un crecimiento irracional, primero, y en permanente (y prepotente) huida hacia adelante en los últimos dos años, los decisivos; el Gobierno valenciano, pero también la oposición, utilizando la Caja a su antojo sin preocuparse por su estabilidad; y la propia sociedad, que una vez más se ha vuelto a encoger de hombros, como si con ella no fuera una pérdida que, sin embargo, va a marcar para mal su futuro durante muchos años. Si además hay irregularidades o ilegalidad en alguna actuación, ya no cabe duda de que con la intervención del Banco de España éstas se exigirán, administrativa o judicialmente. Pero lo que no se entiende es que eso (que es, como diría el Evangelio, justo y necesario) haya tenido que ir unido al hundimiento de la propia Caja. ¿No cabía esperar de las autoridades monetarias y de los responsables políticos el que, depurando las actuaciones que no fueran correctas, intentaran al mismo tiempo garantizar la viabilidad de la entidad? ¿No era eso lo más conveniente, no ya para los impositores, los auténticos propietarios de la Caja, sino para el sistema mismo y para el erario común? Entonces, ¿por qué ha seguido el Banco de España una política sistemática de vapuleo público de la institución contribuyendo, no a su salvación, sino a su irremisible quiebra?¿Qué es lo que, desde el punto de vista de la defensa del interés general, que es el que se supone que debe presidir la actuación tanto del Banco de España como del Gobierno, se ha ganado poniendo en la picota a la Caja (no a sus directivos, ni a su Consejo, ni a los responsables políticos que los pusieron y mantuvieron en sus puestos, sino a la Caja como entidad) hasta degradarla de tal modo que, de ser la cuarta de España, hoy no tiene valor alguno? Había otra manera de hacerlo. Órganos y normas hay para apartar directivos, relevar Consejos, forzar dimisiones, enderezar rumbos. Pero MAFO escogió el camino de dejar que la CAM sola se colocara en el precipicio y luego ayudar a despeñarla. Quizá es que, de otra forma, habría tenido que aclarar su propia actuación: ¿qué hizo el Banco de España durante esos años en que ahora ‘descubren’ que en la CAM se estaban asumiendo riesgos excesivos? ¿cómo es posible que una entidad cotizada, la única Caja en España que reunía esa condición, teniendo inspectores ‘empotrados’ en sus oficinas, presentara año tras año unas cuentas con beneficios que eran validadas por los mismos auditores utilizados ahora, por el Instituto Valenciano de Finanzas, por la Comisión del Mercado de Valores y por el propio Banco de España, si en realidad estaba en pérdidas? No. Demasiado que explicar. Mejor coger el bate y destrozarla. MAFO es buen sociólogo. Mientras en Alicante se abran cabezas, nadie mirará a otros lugares (Valencia, Madrid, Galicia...). Y, sobre todo, nadie se fijará en la suya.