Buenas tardes.
Les dejo la traducción de un enlace italiano muy crítico con el euro digital. En negrita los párrafos referentes a la deuda pública. Podríamos resumirlo así: el euro digital o la enésima herramienta de la dictadura de la deuda.
Todas las vías que conducen al fracaso del euro digital.
La iniciativa de la moneda digital europea parece ineficaz, costosa y potencialmente desestabilizadora. No ofrece ventajas concretas con respecto a las soluciones privadas ya operativas. Para salvaguardar la soberanía monetaria, es preferible fomentar la interoperabilidad entre los sistemas de pago existentes.
La semana pasada, el presidente de los ministros de Economía de la zona euro, Pascal Donahue, subrayó la «determinación de impulsar el importante proyecto del euro digital». Teniendo en cuenta que el proyecto del euro digital lleva varios años en la agenda del Banco Central Europeo, sorprende la vaguedad de la declaración, que parece ocultar la naturaleza controvertida de la iniciativa y el elevado riesgo de fracaso. Por varias razones. En primer lugar, el euro digital ya existe en la práctica. Lo emite el sector privado y ya ofrece la mayoría de las funciones previstas por el propio BCE, aunque la versión del banco central no estará disponible antes de que termine esta década. Las soluciones de pago privadas permiten transferencias inmediatas y de bajo coste de persona a persona, las 24 horas del día, los siete días de la semana. Se basan en infraestructuras de pago europeas y garantizan la plena soberanía europea, ya que los bancos emisores están regulados y supervisados en Europa. Sin embargo, como suele ocurrir en nuestro continente, la fragmentación entre las fronteras nacionales sigue siendo un problema. Los euros digitales existentes, emitidos por los bancos europeos, pueden utilizarse dentro de cada Estado miembro, pero no en los demás. Esto se debe a las diferencias entre las soluciones funcionales adoptadas en los distintos países. Por ejemplo, Bizum en España y MBWay en Portugal ya ofrecen gran parte de las funcionalidades previstas para el futuro euro digital del BCE. Wero es ya una solución transfronteriza promovida por la European Payment Initiative, que reúne a bancos de Alemania, Francia, Países Bajos y Bélgica.
Per poter predisporre una soluzione pienamente europea è necessario che queste iniziative private convergano e diventino pienamente interoperabili. Le banche dei vari Paesi stanno attualmente lavorando insieme con l’obiettivo di finalizzare una piattaforma comune già entro la fine del 2027. Non è chiaro, a quel punto, quale vantaggio aggiuntivo il consumatore potrà avere da un euro digitale emesso dalla banca centrale. Anche perché – e questo è il secondo problema dell’iniziativa pubblica – il progetto della banca centrale rischia di essere più costoso e meno efficiente della soluzione privata. Ad esempio, il sistema privato sarà multivaluta e utilizzabile in tutta l’Ue, mentre quello della Bce è utilizzabile solo in euro. In generale, il settore privato ha forti incentivi a innovare e migliorare continuamente i servizi offerti ai propri clienti, poiché i pagamenti al dettaglio sono una attività centrale per il loro business — a differenza delle banche centrali, che per loro natura non sono altrettanto focalizzate sull’esperienza cliente. Questa intuizione è confermata dal fatto che la maggior parte delle banche centrali ha ormai abbandonato i propri progetti di valuta digitale. L’unica eccezione è la Banca Popolare Cinese — sebbene la sua valuta digitale sia ormai ampiamente superata da emittenti privati cinesi come Alipay e WeChat Pay.
En tercer lugar, el proyecto del euro digital supone un coste significativo para los contribuyentes. Aún no se han facilitado estimaciones, ni para la finalización del proyecto ni para su funcionamiento. Una parte de los costes se transferirá inevitablemente al sector privado, en particular a los bancos y los comerciantes, y, en consecuencia, se repercutirá a los usuarios finales. En cuarto lugar, existe un alto riesgo de inestabilidad financiera, con fuertes repercusiones en la economía real. Por ejemplo, un desplazamiento masivo de la demanda de los depósitos bancarios hacia los euros digitales emitidos por el banco central obligaría a los bancos a reducir los préstamos a los hogares y las empresas. Esto no ocurriría con la solución privada.
Al mismo tiempo, se produciría un fuerte aumento del balance del BCE, que debería utilizarse para comprar valores de alta calidad. Por lo tanto, el BCE tendría que volver a comprar bonos del Estado, justo lo contrario de lo que está intentando hacer actualmente con el endurecimiento cuantitativo. En la práctica, el euro digital empujaría al banco central a aumentar la financiación de la deuda pública de los Estados miembros.
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Probablemente por este motivo, el Consejo de Ministros de Finanzas quiere tener voz y voto en cuanto al tamaño de la cartera digital que puede tener cada ciudadano. De hecho, cuanto mayor sea la cartera, mayor será el presupuesto del BCE y más títulos públicos deberá comprar. No es casualidad que el BCE propusiera inicialmente un límite máximo de 3000 euros por persona y que ahora algunos políticos quieran aumentarlo a 5000 o incluso 10 000. En estas condiciones, el BCE correría el riesgo de perder el control de la base monetaria.
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Este es quizás el mayor temor. Conceder a los gobiernos de la UE el derecho a decidir sobre la cantidad de moneda supondría una violación de la prohibición de financiar la deuda pública, consagrada en el Tratado de Maastricht. Sería inevitable recurrir al Tribunal Constitucional alemán, además del europeo. Por último, el euro digital del banco central no aborda la verdadera amenaza a la soberanía monetaria europea que supone el uso creciente de las stablecoins denominadas en dólares. Es sorprendente que tantos líderes políticos, académicos y del sector privado aún no hayan comprendido la diferencia entre una moneda electrónica, como el euro digital, y un token, como la stablecoin, que representa el mayor desafío para la soberanía europea. En resumen, en lugar de intentar competir con el sector privado, las autoridades monetarias europeas deberían seguir el ejemplo de sus homólogos y utilizar su influencia para garantizar que los bancos de los distintos países europeos proporcionen rápidamente soluciones eficientes e interoperables para disponer de un verdadero euro digital. Este sería el mejor punto de partida para proteger la soberanía monetaria europea.
De la chistera del BCE no paran de salir extrañas criaturas, a cada cual más fea que la anterior.
Muy buen fin de semana a los que pasen por aquí, y a los que no pasen también.