Hola, Ignacio. Gracias por el artículo; coincido con su autor.
Es que las preferentes nunca han sido un mal producto en sí mismas. Con un buen cupón, son un instrumento atractivo; lo cobras unos años, como si fuera un depósito, y cuando te hartas las vendes al 70 % u 80 %, o más. Yo las adquirí a sabiendas, nadie me engañó (aunque no niego que a mucha gente sí la hayan engañado presentándolas como si fueran un depósito a plazo fijo).
El problema es que, en el caso de la CAM, todos dábamos por supuesto que una entidad que no había tenido pérdidas en siglo y medio de historia, que se dice pronto, no iba a empezar a tenerlas ahora.
El engaño, más que en las preferentes, está en el maquillaje de las cuentas para aparentar beneficios, que son la condición sine qua non para el pago del cupón.
Ahora las preferentes tienen una fama pésima con todo lo que se ha dicho sobre ellas, y por eso es imposible colocarlas: por el miedo que se han infundido los consumidores entre sí.
Pero si una entidad no tiene pérdidas y te sigue pagando un buen cupón, ¿para qué coño quieres deshacerte del producto? ¿Para meterlo en un depósito que rente menos? ¿Qué más te da, si la mayoría de la gente en España a la que le «sobra el dinero» lo que hace es ir renovando el depósito cuando caduca y así sucesivamente...? Si ese es el caso (es decir, que vayas a ir renovando un depósito, y no necesites ese dinero), mejor las preferentes, si la rentabilidad es superior.