Aunque el estrés que genera la situación es tremendo y hay momentos de decaimiento y angustia, no hay que cerjar en el empeño y persistir en la búsqueda de la solución más adecuada al problema, sobre todo cuando uno está convencido de que la razón está de su parte (probablemente el Derecho también).
En mi opinión es fundamental que cada uno, aunque a la vez decida formar parte de acciones colectivas, analice su propio caso y las circunstancias de éste: forma de adquirir las preferentes, pérfil de cliente, información precontractual relativa a las características, riesgos y adecuación del producto, documentación firmada y disponible, órdenes de venta, cotizaciones, documentos del canje y, en su caso, posible reserva de acciones que algunos presentaron, etc.
Una vez reunida y procesada la información y recibido el asesoramiento necesario (el coste de una consulta a un abogado especialista en Derecho Mercantil puede ser asumible), ante uno se presenta la disyuntiva de qué hacer al respecto. Aquí cada cual ha de tomar la decisión que, en buena lógica, le parezca la más adecuada.
Resignarse sin pasar por este proceso previo no es, a mi juicio, buena opción.