Es un axioma que las rencillas internas se atenúan en tiempos de rencillas externas. Casi es lo biológico, lo natural. Quizás sea porque los dirigentes "indepes" son muy, muy católicos, ahora mismo están aplicando la máxima de San Ignacio de Loyola que reza que "en tiempos de turbación, no hacer mudanza". Y sin duda estos son tiempos de mucha turbación en el exterior. Pero me da que en cuanto las cosas se tranquilicen, la "mudanza" independentista resurgirá con fuerza. Qué, ¿cuántos son? Pues los datos electorales ofrecen una aproximación bastante fiable. Y su objetivo es obvio: llegar a ser la fuerza electoralmente mayoritaria: Por ello me reafirmo en lo que dije en esta entrada: sólo con políticas que aspiren a conquistar los "hearts and minds" de catalanes y vascos puede afrontarse el independentismo. El enfrentamiento testosterónico, muy de casta y de toro de lidia, enarbolando la bandera "nacional" como bandera de reconquista está condenado al fracaso en mi opinión. Y me da que esto lo sabe hasta Feijoo
No suelo ser muy de Noah Smith. Y tras leer el artículo que amablemente me envías, no cambio en nada mi opinión. Obviamente a Rusia no le pueden ir bien las cosas: está en una guerra militar contra Ucrania y en una guerra económica contra EE.UU., la Unión Europea, Japón, Australia y Corea del Sur. ¡Ahí es nada! Lo sorprendente es que, frente a lo que la inmensa mayoría de economistas pensaba en Febrero, dada la envergadura de sus enemigos económicos y que venía a ser que Rusia en seis meses acabaría en la Edad de Piedra con el rublo por los suelos y el hambre en las calles, pues las cosas no parece que les van tan mal a los rusos. Y de ahí mi post. Y por supuesto eso de que las sanciones no buscaban machacar la economía rusa sino sólo impedir que sifguiera la invasión de Ucrania, como dice Noah Smith, es una estupidez moralista indigna de un economista: obviamente lo pretendían por la sencilla razón de que no hay otra forma de acabar económicamente con la capacidad militar de un país que acabar económicamente con él. Es lo de cañones y mantequilla que se enseñaba hace años al entrar en la Facultad: si quieres que un país no haga cañones has de impedir que también pueda hacer mantequilla. Pero no lo han conseguido al menos de momento, sin que, de momento, parezca que Rusia haya tenido que echar mano de forma total del actual "taller del mundo", su cada vez más aliado, China. En términos de la Economía Clásica, un país con energía abundante, con recursos agricolas y básicos no es fácil que pueda ser derrotado económicamente de una manera radical por una coalición de países sin energía y productores de servicios, por muy ricos en términos de PIB que lo sea. Es lo que tiene desindustrializar. En un mundo pacífico especializarse en servicios financieros y artísticos y culturales (Europa es de Venus) es sin duda muy eficiente, pero en un mundo violento, las cosas cambian. Como ya Tacito o Ibn Jaldún sabían
Gracias por lo que me cuentas. No sabía que existía también en España. Precisamente, la información de las tres oenegés más eficaces de las que hablo en el texto procede de la rama norteamericana. Como siempre en un texto tan breve como es el de una entrada de blog uno pinta las cosas con "brocha gorda" y, por supuesto, habrá trabajadores de oenegés que sean excelentes en todos los aspectos. No obstante, y como tú apuntas, en el mundo de las oenegés no todo es tan radiante como lo cuentan. Y es que es la condición humana biológicamente establecida el "barrer para casa" en mayor o menor medida, y de ahí la necesidad de unos sistemas y diseños para que la persecución del interés individual no se haga demasiado en contra del interés colectivo. Y en el mundo de las oenegés no sólo no hay esos mecanismos de control sino que, además, los que están en él tienden a autoperdonarse sus normales pecadillos de egoísmo (¡Ay! Nadie es de piedra) por la cara, por el hecho de trabajar en un sector moralmente bueno. La peor combinación desde el punto de vista de una correcta organización.