Mi tocho de diez páginas coincide con el tuyo en esos puntos.
Me gustaría plantear un caso por si no lo he entendido bien. La cuenta de la que hablo pertenece a una persona de casi noventa años que no entiende los mensajes SMS y lo único que sabe de un ordenador es que está encima de una mesa. Leer sí que sabe aunque no se entere muy bien del contenido.
¿Están obligadas este tipo de personas a pasar por el aro de las nuevas tecnologías o a utilizar los servicios de alguien que sepa manejarlas, perdiendo la poca independencia que les queda?
Je je, entonces supongo que ya conoces la nota (escrita en letra microscópica) que dice que "el banco se reserva el derecho a cambiar las condiciones...".
Si no te gusta la idea puedes irte a otro banco que no tenga la notita o la tenga mejor camuflada.
Menos mal que casi todos sabemos leer.
Pues no te quiero ni contar lo que supone para una señora mayor y casi analfabeta leerse un contrato donde se aplican diferentes fórmulas aritméticas para diferentes supuestos.
Yo recuerdo que no entendí nada, y eso que todavía no tengo cataratas y veo las letras pequeñas.
Más de una vez he terminado por darme por vencida y firmar a ciegas. O eso o el calcetín.
También reconozco que a veces he dado con buena gente, lo que es justo es justo.
Llévese de casa un diccionario de términos bancarios y financieros, léase detenidamente el contrato con ayuda del diccionario y rece una plegaria para no dejar escapar ningún detallito aparentemente inofensivo.
Tampoco vendría mal poner un cirio al santo de confianza.
Vale, ya me voy, yo es que pasaba por aquí.