En la Europa medieval, los orfebres eran aquellos artesanos que trabajaban con metales preciosos como el oro y la plata para fabricar joyas, utensilios y objetos de lujo.
Esos metales preciosos eran el principal medio de intercambio y acumulación de riqueza para las personas, por lo que eran utilizados como forma de ahorro.
Sin embargo, guardar grandes cantidades de oro y plata en el hogar se tornaba peligroso debido a los frecuentes robos. Para solucionar esto, los orfebres, que ya contaban con cajas fuertes y medidas de seguridad para almacenar sus materiales, comenzaron a ofrecer el servicio de custodia de metales preciosos a la población. A cambio de una pequeña tarifa, las personas podían guardar su oro y plata de forma segura en las arcas de los orfebres; que debido a los elevados niveles actuales de endeudamiento estatal, ¡éstas sin lugar a dudas seguirían siendo más seguras que las arcas del Estado!
Cuando alguien le depositaba su oro o plata a un orfebre, éste le entregaba un recibo de depósito que certificaba la cantidad guardada. Y con el tiempo, estos recibos comenzaron a ser utilizados como medio de pago. En lugar de retirar el oro para realizar una transacción, sus propietarios simplemente transferían el recibo, ya que el portador de dicho documento tenía el derecho de reclamar el metal depositado.
Estos recibos de depósito comenzaron a circular de mano en mano, llegándose a convertir en un medio de pago; un precedente del papel moneda: un papel que representaba un valor en metal precioso guardado de forma segura.
Pero los orfebres, ni lerdos ni perezosos, notaron que en promedio, los depositantes rara vez retiraban todo su oro al mismo tiempo. Esto significaba que siempre quedaba una cantidad considerable de metal en custodia. Y aprovechando esta circunstancia, comenzaron a prestar parte del oro depositado a terceros, cobrando un interés por esos préstamos.
En lugar de prestar el metal físico, los orfebres emitían nuevos recibos de depósito. Estos recibos adicionales aumentaban la cantidad de "dinero" en circulación, ya que ahora existían más recibos que oro real en las bóvedas. Y cuenta la historia, que así nació el concepto de reserva fraccionaria, donde los bancos (o en este caso, los orfebres) solo mantenían una fracción del total de los depósitos en reserva.
A esas alturas, habiendo ya cambiado el oficio de orfebres por el de banqueros, éstos empezaron a ofrecer más servicios, como la emisión de letras de cambio (documentos negociables que permitían transferir dinero sin mover físicamente el oro) y la financiación del comercio, especialmente en la próspera Europa de la época del Renacimiento.
Asimismo, la evolución de los recibos de depósito hacia el papel moneda sentó las bases para las actuales monedas fiduciarias, donde el valor del dinero no está respaldado por metales preciosos, sino por la confianza en la economía y las instituciones emisoras.
No obstante, esto a su vez generó el riesgo de que si muchos depositantes querían retirar su oro al mismo tiempo, el orfebre no podría cumplir con todas las solicitudes; lo que en definitiva hoy en día conocemos como una “corrida bancaria”.
El Patrón Oro
Tras ciertos excesos y abusos del sistema de reserva fraccionaria, a medida que los sistemas financieros se expandían y se volvían más complejos, también crecían las crisis de confianza.
Fue entonces en 1816 cuando el Reino Unido marca un precedente, adoptando oficialmente el Patrón Oro por medio de la Ley de Moneda.
En resumidas cuentas, el Patrón Oro era un sistema que obligaba a los Bancos Centrales a mantener reservas de oro para respaldar la cantidad de dinero en circulación. Esto limitaba la capacidad de los gobiernos de imprimir dinero de forma descontrolada, ya que cada billete emitido debía estar respaldado por una reserva de oro. Esta convertibilidad ayudaba a mantener la inflación bajo control y proporcionaba un ancla de estabilidad económica.
El éxito de este sistema adoptado por Reino Unido, rápidamente inspiró a otras naciones a seguir su ejemplo. En las décadas posteriores, países como Alemania, Francia, Estados Unidos y muchas naciones europeas establecieron sus propias versiones del Patrón Oro, creando un sistema global interconectado.
Sin embargo, el sistema no estaba exento de problemas. Durante la Primera Guerra Mundial, muchos países suspendieron la convertibilidad del oro para financiar sus gastos bélicos, lo que marcó el principio del fin del Patrón Oro clásico. Aunque se intentó restaurarlo en el período de entreguerras, la Gran Depresión de los años 30` puso de manifiesto sus limitaciones, especialmente al restringir la capacidad de los Bancos Centrales para aplicar políticas monetarias expansivas.
Finalmente, tras la Segunda Guerra Mundial, el sistema de Bretton Woods (1944) instauró un "Patrón Oro indirecto", donde solo el dólar estadounidense mantenía convertibilidad directa con el oro, a un precio de 35 dólares por onza, mientras que el resto de las monedas se vinculaban al dólar. No obstante, el aumento del gasto público de EE.UU. durante los años 60` y 70`, especialmente por la guerra de Vietnam, generó un exceso de dólares en circulación sin suficiente respaldo en oro.
Esto llevó al presidente Richard Nixon a suspender la convertibilidad del dólar en oro en 1971, en lo que se conoció como el "Nixon Shock", marcando el colapso definitivo del Patrón Oro y el inicio del sistema de monedas fiat… ¡Lo que no quiere decir que a partir de allí surgieron los coches de la marca italiana! Ese sistema se denominó “fiat” dada su etimología del latín “hágase”, por el cual las divisas no están respaldadas por ningún activo físico, sino por la confianza en la economía del país emisor.
¿Vuelta al Patrón Oro?
Sin lugar a dudas, a lo largo de los años el oro ha sido sinónimo de estabilidad y un activo refugio frente a las crisis financieras.
Y cuando ya habíamos abandonado aquella etapa del Patrón Oro, durante estos últimos años se han estado incrementado notablemente las compras del metal precioso por parte de unos cuantos Bancos Centrales. A partir del año 2022 el aumento de las compras por parte de ciertos Bancos Centrales ha sido frenético. En dicho año concretamente, la demanda mundial se incrementó en un 18% alcanzando las 4.741 toneladas, de las cuales 1.136 se atribuyen a los Bancos Centrales según un informe del Consejo Mundial del Oro. Una cifra récord para los últimos 55 años.
Desde aquel año, los Bancos Centrales que más oro han estado acumulando fueron el Banco Popular de China, el Banco Central de Rusia, el Banco de la India (RBI), y el Banco Central de la República de Turquía (CBRT).
Tras la pandemia y el posterior desenlace de ciertos acontecimientos generadores de inestabilidad geopolítica e incertidumbre económica, muchos Bancos Centrales han preferido diversificar sus reservas, y reducir su dependencia del dólar americano, mientras que se protegen de la inflación. ¿Será que ni los mismos Bancos Centrales se ven capaces de mantener la estabilidad financiera mediante la aplicación de sus propias políticas monetarias, que por si las dudas recurren al oro? Quizás sea un poco exagerado y alarmista mi planteamiento, pero es un hecho que no me deja indiferente, dado que si bien han sido algunos de los Bancos Centrales de los BRICS los que más han incrementado sus reservas en este metal, es Estados Unidos el país que posee las mayores reservas de oro en estos momentos (descontadas las reservas de oro de otros países que mantiene en custodia).
Habiendo superado este año los 3.000 dólares por onza, el valor del metal precioso sigue incrementándose tal como se observa en la siguiente gráfica:
En Estados Unidos, desde el anuncio de aranceles al acero y al aluminio, la demanda de oro no ha hecho más que incrementarse por temor a que también se imponga aranceles al oro,y que por lo tanto muchos bancos, con acceso a grandes toneladas del metal, hagan negocio vendiendo más caro en Nueva York de lo que pueda costar en Londres; por lo que las exportaciones de oro de Reino Unido a Estados Unidos se han incrementado notablemente.
Y si esos mismos Bancos Centrales, quienes tienen en sus manos la potestad de aplicar la política monetaria, se han estado volcando en la compra de oro, ¿no deberíamos aunque sea considerarlo como una alternativa para nuestra cartera de inversión?
Ninety One GSF Global Gold Fund
En mi búsqueda de alternativas para diversificar el capital teniendo en cuenta los tiempos que corren, he considerado como opción la inversión en oro. Pero al no ser un experto en la materia, preferí acudir al buscador de Fondos de Inversión de EBN Banco a fin de localizar la clase más barata de un Fondo que invierta en el metal precioso, con una buena valoración Morningstar, y cuya gestión haya sido destacable debido a los resultados obtenidos en función del subyacente en que el invierte. Pero allí me di cuenta que para invertir en oro como una commodity, solo haría falta invertir por ejemplo en un ETF que replique su comportamiento, o en un contrato de futuro. Para poder aspirar a una mayor rentabilidad que la propia cotización del oro, habría que invertir en el sector (o la industria) del oro; el cual abarca empresas de extracción de oro, refinerías, fabricantes de joyas, etc.
Entonces preferí apostar por ese sector, y por lo tanto me decanté por el Fondo de cuatro estrellas Morningstar Ninety One GSF Global Gold “IX” (EUR) Acc, gestionado por George Cheveley, gestor de carteras especializado en metales y minería y con más de 33 años de trayectoria en la industria, y miembro del equipo de renta variable de Ninety One.
Este Fondo creado en Octubre de 2016, invierte principalmente en acciones de empresas de todo el mundo que operan en el sector de la minería aurífera. Puede invertir hasta un tercio de su valor en acciones de empresas dedicadas a la minería de otros metales preciosos, minerales y metales no preciosos. El Fondo puede invertir también en otros activos y tener posiciones en efectivo. El proceso de selección de valores se basa en el análisis, en particular de factores de empresas concretas, a la vez que tiene en cuenta las previsiones de precios de las materias primas y la evolución macroeconómica a medio plazo.
En el siguiente cuadro, puedes ver los datos de la clase más barata de este Fondo de renta variable del sector oro y metales preciosos:
La volatilidad del Fondo ha sido de un 27,71% y presenta una beta de 1,05 con respecto al Morningstar Gbl Gold NR USD. Su nivel de riesgo se sitúa en un 6 dentro de la escala del 1 al 7, en el que el 7 es el nivel de mayor riesgo.
En cuanto a la evolución del comportamiento del Fondo, ésta se puede observar en la siguiente gráfica:
Concretamente, la rentabilidad obtenida se puede observar a continuación:
La cartera del Fondo estará compuesta y distribuida de la siguiente manera:
Y esa ha sido la historia que pretendía contarte esta semana; la de unos Bancos Centrales que parecen estar volviendo al oro como quien vuelve a su primer amor. Y si éstos acuden nuevamente al metal precioso, quizás nosotros, simples ahorradores de a pie, podríamos considerar la posibilidad de ponerle un poco de brillo a nuestra cartera. Eso sí: que no sea una excusa para ir a comprarte un anillo de oro este fin de semana… ¡A menos que estés planeando una pedida de mano!