A lo largo de los años, canalizo mi patrimonio de inversión a través de tres carteras de diferente naturaleza. La primera se podría definir como un depósito con interés variable; la segunda, de inversión de duración adaptativa y la tercera, sin exposición al mercado. Vayamos por pasos.
Cartera como depósito de interés variable. El primer porfolio tiene como idea de inversión lo que es una realidad incuestionable: la imbatibilidad de determinados activos en el largo plazo. Y, al hablar de muy largo plazo me refiero a décadas, en mi caso personal, hasta llegar a la jubilación. Así que, si como señalan todas las estadísticas y rigurosos informes(1), nadie puede batir al mercado de forma consistente, lo mejor que puedo hacer es decantarme por un activo que se referencie al movimiento de dicho mercado. Pero, a cambio de renunciar a una parte de mi patrimonio durante tanto tiempo, voy a exigir el cumplimiento de dos premisas: a) que el rendimiento de dicho activo brille en la temporalidad fijada y b) que los gastos derivados de dicha operativa sean mínimos.
De entre la multitud de productos que hoy están al alcance de todo inversor, son los índices bursátiles -por su propia composición-, los que mejor representan la evolución de estos mercados de forma global. Además de su imbatibilidad, existen otras razones que apoyan semejante decisión. Dado que todo índice es una cesta de valores agrupados según determinado criterio, me interesa especialmente sortear el riesgo inherente de stock picking pues, de esta forma, suprimo la ineludible obligación de acertar la empresa más rentable de entre las muchas que puedan integrar dicho índice. Es cierto que puntualmente puedo brillar en mi selección de activos y registrar rentabilidades superiores al mercado operando, en los últimos años, en los FANGS, FAANGS, FAAANGS, GAFAM, MAAN, FAMAA(2) o cualquier otro ridículo acrónimo. Pero lo más probable es que no pueda mantener el ritmo en una serie prolongada de 10, 15 o 25 años. El registro bursátil está repleto de empresas ya desaparecidas pero que en su día fueron gigantes, indiscutibles líderes en su sector y en las que probablemente hubiéramos invertido sin dudarlo. Los Yahoo!, Netscape, Lehman Brothers, Pan American, Kodak, Atari o Nokia, son solo unos pocos nombres de la larga lista de corporaciones que engrosaron el memorial de los caídos más ilustres.
Adicionalmente, al elegir un índice me beneficiaré de la función de criba que, de forma natural, realizan al expulsar aquellos valores más débiles, substituyéndolos por otros más pujantes. Así que, la suma de todas estas variables, me llevan de la mano por el camino de la indexación a un índice bursátil aplicando gestión pasiva. Mi elección se centró, primero en el Standard and Poor’s 500 y, dado que esta estrategia no supone ningún juramento de lealtad, posteriormente incluí el NASDAQ-100. Estos índices bursátiles reúnen tres factores decisivos: tendencia, liderazgo y disponibilidad.
El cuadro que a continuación incluyo muestra la rentabilidad de los índices más importantes, dejando claro quiénes son los ganadores absolutos durante prolongados periodos de tiempo en los que la tendencia es suficientemente fuerte. Hablamos de unas cestas de valores que representan el progreso de nuestra civilización, el primero algo más global y el segundo, especializado en el sector tecnológico. Al margen de si sigue siendo Estados Unidos la primera potencia mundial, es evidente el liderazgo que ejercen ambos índices sobre el resto de los mercados, tanto en los procesos crecientes como en los destructivos. Con seguridad existirán otros índices que puntualmente puedan hacerlo mejor durante determinado tiempo -ahí está el rendimiento del NYSE Fang+ Index- pero, por ahora, seguimos considerando como válido este escenario de trabajo y, en cualquier caso, siempre podemos dar entrada a cualquier nuevo índice.
Comparativa entre principales índices bursátiles desde el año 2000. En orden descendente: NASDAQ-100, Standard and Poor's 500, Dax-30, Nikkei-225, CAC-40, China-50, FTSE MIB e IBEX35
Si preferimos abrir más el zoom y que nuestra inversión no dependa exclusivamente de la renta variable norteamericana, podemos optar por sumar activos más globales como puede ser el MSCI World Index, en cuyo caso, apostaremos por el progreso económico de la humanidad en conjunto. Aun así y por la propia composición de dicho índice, debemos de ser conscientes de que el 62% del total seguirá dependiendo de Estados Unidos, un 8,5% de Japón, el 6% de Reino Unido, etcétera. Por abrir el cajón de ideas, de un tiempo a esta parte observo con interés la evolución de China, por si en el futuro pudiera disputar el liderazgo mundial, en la línea de lo expuesto por Ray Dalio en su libro Principios para enfrentarse al nuevo orden mundial(3), más si como parece, nos dirigimos hacia una etapa de fricción, en un mundo extremadamente polarizado y con un co-liderazgo del famoso país con dos sistemas. De hecho, parece que los acontecimientos geoestratégicos presentes y futuros nos conducen a una redefinición de la globalización, con una visión mucho más restrictiva. No puedo ocultar que existe una idea arrastrando una pesada losa en mi mente. Y esta no es otra que el temor a una de las grandes aficiones del país asiático: ese vicio ancestral que practica el PCCh -Partido Comunista de China-, en modificar la regulación de sus grandes empresas y hacerlo, además, prácticamente de la noche a la mañana. De ahí que aún no me haya decidido por esta línea pues, como decía en el artículo anterior, no me sentiría cómodo con dicha inversión. Quizá el auténtico mirlo blanco haya que buscarlo algo más hacia el sur. Según la previsión realizada por Goldman Sachs, la India saltará en el ranking de principales potencias económicas, desde la decimotercera posición en el 2000, hasta convertirse en la tercera en 2050 y la segunda, por delante de Estados Unidos, en el 2075.
En cuanto a la forma más idónea de implementar esta estrategia, no me cabe duda de que, entre las herramientas disponibles, el Exchange-Traded Fund o ETF es el instrumento más idóneo. No solo porque es capaz de replicar la evolución del activo subyacente, sino porque cuenta con unos reducidos costes.
A la hora de poner en práctica esta idea, el mejor escenario es realizar una única inversión, en los mínimos del mercado, por la totalidad del capital que queramos destinar a esta estrategia para no volver hasta décadas después. Es un hecho que solo una minoría puede realizar tal depósito así que, por obligación, el resto de mortales debemos de recurrir a otras formas de hacerlo. La más popular es la aportación periódica -no confundir con el Dollar Cost Averaging-, que no es otra cosa que realizar regulares aportaciones de capital. En mi caso, procedo al depósito de una misma cantidad de dinero a principios de cada mes, sin importarme cómo lo esté haciendo el activo subyacente. Miento. Cuando el mercado apunta a alguna corrección importante, o nos adentramos en una recesión, incremento el volumen de compras aprovechando el descuento en precio. Esa es la única variación que me permito.
Incluyo en esta cartera compras de ETF's de oro, de forma coyuntural piramidando posiciones, intentando capturar recorridos al alza, no tanto pensando en la protección que me pueda ofrecer ante periodos inflacionarios, sino por la mera diversificación de activos y la hipotética rentabilidad que pueda obtener de este tipo de inversión. La última de estas operaciones se inició tras la superación del nivel 1.400$/onza allá por el 2019. Rotos los máximos históricos del 2011, monitorizo la gran consolidación lateral que está realizando para reforzar la inversión si asistimos a una ruptura alcista.
Finalmente valoro la posibilidad, por primera vez en mi vida, de actuar en el mercado de la renta fija y adquirir bonos norteamericanos y/o europeos lo más cerca posible del techo máximo de tipos de interés. La idea de inversión no solo reside en el pago del cupón, sino obtener una apreciación del capital del propio bono cuando llegue el momento oportuno.
Cualquier ciudadano podría invertir siguiendo esta estrategia y estoy absolutamente convencido de que obtendría excelentes resultados. Salvo que una de estas burbujas que tanto nos gusta alimentar acabe con el sistema capitalista, es razonable esperar que el progreso humano continuará avanzando. También hay que sopesar que esta metodología facilita la posibilidad de obtener una ganancia a aquellos inversores, centrados en otras facetas de la vida, no quieren dedicar tiempo a realizar ninguna gestión. De hecho, es mi recomendación más sólida para todo aquel que quiera intentar la aventura bursátil sin excesivas preocupaciones. Me siento muy viejo al recordar esos tiempos, pero cuando era un crío, “La Caixa” nos daba una especie de tubos de plástico que uno iba llenando con monedas de 25 pesetas. Y, aunque eso no daba ningún tipo de interés, aprendí el valor del ahorro. Esta cartera podría funcionar como dichos tubos de ahorro solo que, no teniendo ningún tipo de garantía formal, uno puede esperar razonablemente que obtendrá suficiente rentabilidad a cambio de haber inmovilizado el capital de inversión durante tanto tiempo.
Cartera de inversión de duración adaptativa. Sin embargo, el ser humano es débil. Como narra con maestría Gordon Gekko en la película Wall Street, la codicia es buena, es necesaria y funciona, o cuando menos, tiene un poder de seducción al que es difícil resistirse. Reconozco que mi segundo porfolio es víctima de esta atracción. Así que intento arañar ese plus de rentabilidad que satisfaga mi ego. Estamos ante un porfolio cuya duración puede oscilar entre algunos meses y varios años. No lo decido yo, sino el mercado. Es mi forma de gestionar el medio/largo plazo.
En este punto, cada uno debe de buscar la metodología que se encuentre más cómodo. Soy inversor tendencial, interesándome aquellos activos de renta variable cuyas señales son de absoluta fortaleza. Y dado que ya comenté mi grado de prudencia, busco la comodidad de operar en valores que -en mercados alcistas- se sitúan en lo más alto y, a tal fin, me apoyo en el análisis técnico para detectar oportunidades en renta variable. Al estructurar posiciones, definiendo stop loss pero sin take profit, intento aprovechar los tramos de crecimiento de los valores en los que invierto. Si el mercado acompaña, no será extraño ver como una operación que debería durar entre algunas semanas y pocos meses, acaba transformándose en una inversión que puede permanecer activa durante varios años pues, aprovecho las correcciones menores para sumar más volumen. Opero al contado y de forma residual, compro calls.
Ejemplo de operativa en Google (Alphabet), desde 2009 hasta la actualidad en tres etapas(4).
Debemos de ser conscientes de que, al invertir mayoritariamente en renta variable, estamos duplicando operativa ya incluida en los activos subyacentes definidos en la cartera anterior pues, al comprar ETF’s, estamos ya en valores que este porfolio duplicará.
También es importante entender que tras adoptar -por ejemplo-, una predisposición negativa a consecuencia del análisis macro practicado y renunciar a continuar comprando acciones, es muy posible que el mercado pueda seguir ascendiendo. Es una realidad que puede llevar muchos meses trasladar la situación macro al mercado. Ello nos pondrá en una situación típica en la que la presión psicológica cuestionará nuestra disciplina. A buen seguro sentiremos la tentación de seguir aumentando la cartera de renta variable por efecto FOMO (fear of missing out). La idea accesoria de la inversión en ETF’s de la cartera anterior -que uno siempre debe de retener-, reposa en que el posible recorrido alcista del mercado será igualmente recogido por el incremento de valor de dicho ETF. De esta forma, no quedamos fuera de dicha evolución positiva.
Cartera sin exposición al mercado. La tercera cartera apenas tiene unos ocho años de existencia. Buscaba la forma de invertir sin depender estrictamente de la evolución del mercado. Algo así como un equilibrio entre parte y contraparte. Durante algún tiempo intenté obtener rentabilidad aprovechando la correlación teórica entre diferentes mercados o activos, pero los resultados no fueron satisfactorios.
A partir de 2014 pasé a realizar operaciones con posicionamiento neutral en el que, en base a gráficos relativos, gestionamos el cruce de dos activos. La idea de inversión se basa en la relación entre dichos valores. nuestro horizonte de beneficios residirá en la ampliación de dicho gap, sea por movimientos al alza o incluso a la baja.
Posible relativo entre Coca-Cola y Pepsico (5).
Riesgo divisa. Teniendo en cuenta que uno acaba por adquirir mayoritariamente valores que cotizan en dólares norteamericanos y pensando en la duración dispar de cada operación, en ocasiones cubro parcialmente el riesgo divisa en el par EURUSD, solo y cuando este alcanza niveles extremos. No estamos ante una cobertura completa así que solo en parte compenso el movimiento del cruce.
Equilibrio de carteras. Con el paso del tiempo, el peso de cada cartera ha ido evolucionando en consonancia con los resultados que he ido recogiendo. Actualmente creo haber llegado al equilibrio necesario para satisfacer mis filias, fobias y expectativas. De esta forma, en una situación de alto nivel de inversión y con cierta flexibilidad, la cartera como depósito de interés variable llegaría hasta un 50% de mi patrimonio de inversión, el porfolio de duración adaptativa otro 25%, la cartera sin exposición al mercado un 15% y dejaría el restante 10% en liquidez pendiente de distribución.
Otros comentarios. Hace años eliminé una cuarta cartera que empleaba para abrir posiciones de cobertura. Desde posiciones a la baja -vía CFD's- en determinados índices en los que concentraba la cartera de renta variable o compra de opciones put para proteger esas mismas carteras de hipotéticas caídas. Si bien los resultados no fueron del todo insatisfactorios, resulta mucho más caro, tanto en términos absolutos como en timming, cubrir, no ya la totalidad, sino una parte importante de esos valores. O por lo menos, no hallé la forma más eficiente de hacerlo. Más si tenemos en cuenta que, como me demostró la crisis del 2008, cuando el ciclo de crecimiento llega a su final, mi segunda cartera tiende a disminuir automáticamente debido a las líneas rojas que establecen mis stops. En cualquier caso, sí puedo decir que, en base a la experiencia acumulada, soy partidario de liquidar progresivamente posiciones e intentar recomprarlas, con más capital y menor coste, mucho más abajo, que no financiar una posición de hedge. Así que he acabado por suprimir este porfolio definitivamente.
A lo largo de esta serie de cuatro artículos agrupados bajo el título 'Cuando el dinero habla, he intentado plasmar la forma en la que tomo mis decisiones. A partir del análisis macro y en base a diferentes variables, evalúo el riesgo de estar a las puertas del de un ciclo alcista o correctivo. Ello definirá mi predisposición frente al mercado, condicionando mi operativa futura. Porque la historia puede que no se repita exactamente, pero rimar, rima. Conocedor de la imposibilidad de acertar el timming perfecto y en base a señales de confirmación extraídas del análisis técnico, actúo de forma progresiva. Se trata de estructurar un proceso que no dependa, ni de mi inexistente intuición, ni mucho menos de situaciones de entusiasmo o pánico.
Y, sin embargo, pese a los muchos argumentos que respalden mi trabajo, uno siempre debe de tener presente que, como ser humano, puedo estar completamente equivocado. A tal fin sigo monitorizando lo que ocurre en el mercado, estableciendo un plan alternativo. Nadie dijo nunca que esto fuera fácil, pero eso es precisamente lo que más me cautiva de este mundo.
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(2) FANG [Facebook (Meta), Amazon, Netflix & Google (Alphabet)], FAANG [Facebook (Meta), Amazon, Apple, Netflix & Google (Alphabet)], FAAANG [Facebook (Meta), Amazon, Apple, Adobe, Netflix & Google (Alphabet)], GAFAM [Google (Alphabet), Apple, Facebook (Meta), Amazon & Microsoft], MANN [Microsoft, Amazon, Apple & Netflix], FAMAA [Google (Alphabet), Facebook, Apple, Microsoft, Amazon & Alphabet]
(3) Principios para enfrentarse al nuevo orden mundial, Ray Dalio, Deusto (2022)
(4) A pesar de que mi predisposición era positiva desde finales de julio del 2009, Alphabet no dio señal de compra hasta finales de enero del 2013. La primera inversión se prolongó hasta inicios de diciembre del 2018. Una segunda de corta duración desde octubre del 2019 hasta marzo del 2020 y finalmente una tercera desde junio del 2020 hasta enero del 2022.
(5) El relativo entre Coca Cola (KO) y Pepsico (PEP), muestra en el muy largo plazo una consolidación lateral. Actualmente nos hallamos en pleno soporte estructural y además, en la base de un mercado en rango desde 2020. La operación demandaría abrir una posición en largo de Pepsico y en corto, por el mismo volumen, contra Coca Cola con un primer objetivo en la banda superior de dicha lateralización.