La caída de los datos macroeconómicos, por insostenibles, es un hecho aceptado incluso por los líderes chinos quienes han entendido que era imposible mantener cifras de dos dígitos en variables como el crecimiento económico, la mano de obra barata o aquellos monstruosos superávits comerciales. Así, la nueva normalidad china es la adaptación de su economía a modelos menos extremos. Aun con esas, China está sufriendo también una ralentización de su economía. El crecimiento se situó en el tercer trimestre del 2023 en el 4,9%. Una cifra impensable bajo la óptica occidental pero que para los asiáticos representa el nivel más bajo desde el segundo trimestre del 2020. Este frenazo está levantando varias banderas rojas que, sin voluntad de extenderme, podemos resumir en la citada reducción tanto del GDP, como de las exportaciones y del índice de precios al consumo. En el otro lado de la balanza, cifras crecientes de un desempleo que afecta principalmente al sector más joven de la población laboral, un mercado inmobiliario que parece irredimible, bajos niveles de préstamos solicitados y el nivel alcanzado en el tipo de cambio Yuán vs USD. Un panorama de incuestionables luces, sí, pero también de amenazantes sombras que plantean, cuando menos, un futuro incierto; bienvenidos a los mercados financieros.
La idea de inversión es una simple réplica de la que ya implemento teniendo como protagonistas a los principales índices norteamericanos. Con una visión de largo plazo que, si todo va bien, se extenderá durante años -seguramente décadas-, tomaremos múltiples posiciones, vía aportaciones periódicas, en determinado ETF cuyo activo subyacente replique la economía china o la parte de ella que más nos interese. En este caso se trataría de montarnos a lomos del milenario dragón chino con vistas a las siguientes décadas eligiendo, entre los disponibles, el índice China A50 -$FTXIN9 en Investing o $CN50 en Tradingview-. En dicho índice se concentran, ponderadas por capitalización bursátil, las 50 empresas más grandes del país distribuidas en diversos sectores como el financiero (22), tecnológico (11), industrial (9), bienes de consumo (5) e infraestructura (3).
Teniendo en cuenta que observamos un gráfico mensual, lo primero que capta mi atención es el desarrollo e implosión de la burbuja financiera, estableciendo unos máximos históricos en octubre del 2007 en los 23.588 puntos. Su pinchazo tuvo efectos devastadores, desplomándose a la misma velocidad que con la que había ascendido. De hecho, dentro de una tendencia estructural alcista, el gráfico está plagado de potentes movimientos al alza y a la baja, con revalorizaciones del 100% y correcciones que, a menudo, suponen la mitad de lo crecido. En este sentido, si comparamos el índice chino con su homólogo de referencia norteamericano, observaremos cómo el primero se muestra mucho más volátil que el segundo. En cualquier caso, nos hallamos ante dos activos que evolucionan en una correlación directa hasta el 2021. A partir de dicho punto percibimos cómo la recuperación económica Post-Covid19 fue mucho más rápida y sólida en Estados Unidos que en una China donde siguieron arrastrando serias restricciones. Posteriormente alcanzaríamos otro punto de inflexión, que acentuó las diferencias de rendimiento, cuando el mercado norteamericano ha sido capaz de igualar prácticamente los máximos históricos mientras que la cotización de las multinacionales chinas ha proseguido con su destrucción de precio. En los tres últimos años, el mercado de Estados Unidos se ha estabilizado describiendo una amplia consolidación lateral y finalizando en la parte alta, lo que permite cerrar el ciclo con un +22,69%. Por su parte, China en idéntico periodo, ha acumulado pérdidas consistentes en un recorrido a la baja que ya se extiende en un -37,15%.
Algunos piensan que, invirtiendo a largo plazo y vía aportaciones regulares, podemos relativizar el punto de inicio de la operación pues esa misma periodicidad de posiciones forzará la rentabilidad hacia un punto medio, tanto si la activación de la inversión tiene su origen en un máximo o en un mínimo del mercado. Siendo ello así, si puedo elegir -y en los mercados, aún nos queda esa libertad-, intento establecer el mejor punto de activación posible; esto es, aquel en el que entraríamos con toda la confianza si es que este concepto es aplicable en la actividad que nos ocupa. A tal fin, detecto dos zonas interesantes.
En primer lugar, disponemos de una zona pivote -antes resistencia, ahora soporte-, entre los 5.750 y los 7.229 puntos que ahora debería de volver a funcionar como punto de rebote. Estamos hablando de una caída adicional de un -37% para un retroceso acumulado del -65% desde los máximos de referencia marcados en febrero del 21 cuando el índice alcanzó los 20.603 puntos. Ello cuadraría con una corrección media que se aproximaría a las registradas a lo largo de las últimas décadas y en un contexto que debería de corresponder al desencadenamiento en Occidente de lo que siempre denomino como “la recesión más anunciada de la historia”.
La segunda zona interesante -aunque menos-, nos remite a un posible retesteo de la directriz estructural de largo plazo. Dicho soporte direccional aparece en un área donde poder hallar algún nuevo proceso constructivo. Para su dibujo buscaremos capturar el mayor número de mínimos relevantes, aunque en mi opinión, ello nos dejaría un soporte demasiado ancho para mi gusto. Podemos ser tan laxos como queramos a la hora de concretar dicho grosor; yo siempre tenderé a reducir los espacios buscando una mayor precisión si el activo se adentra en dicha zona. Tome el lector el ancho que mejor prefiera pues, en esencia, el análisis no variará. El contexto que daría sentido al referido retesteo coincidiría con el softlanding que la propia Reserva Federal anticipa para el próximo 2024. Es cierto que, entrando algo más en el detalle, podríamos señalar que en los últimos años, el movimiento alcista parece haberse apoyado en un canal cuya ruptura, pullback y posterior caída ha alcanzado ya un retroceso del 61,8% de Fibo que podría dar lugar a pensar que nos hallamos en un nivel que debe ser de apoyo.
Un activo con tendencia alcista de largo plazo y con un substancial descuento. ¿Es suficiente argumento de compra?. No tomando este dato de forma aislada. Los analistas fundamentales nos dirán que dichos activos pueden ser una opción siempre y cuando, tras su correspondiente estudio, observen una disfunción entre valor y precio. Los analistas técnicos afirmaremos que debe de ser el gráfico el que nos muestre estructuras de cambio de tendencia. Y es en esta línea debo decir que, si voy a invertir a largo plazo en China, por lo menos espero que -como potencia económica pujante-, compita contra Estados Unidos en rentabilidad. Incorporando un país como el chino, estoy jugando la baza de la pujanza asiática -y de terceros países-, por encima de lo que hasta ahora ha sido una única potencia omnipresente. Por ello, si en el relativo entre ambos índices detectamos algún tipo de estructura o ruptura a favor del país asiático contra el norteamericano, tendremos sin duda un argumento muy importante que sumar a la hora de tomar nuestra decisión.
En este caso observamos cómo del 2014 al 2021 se desarrolló un periodo en el que ambas potencias se alternaban en su rendimiento. Sin embargo, a finales del 2021 se produjo una ruptura alcista la cual -previo throwback-, alcanzó su objetivo y, sin visos de debilidad, sigue tirando con fuerza.
La conclusión de estas ideas y argumentos no ha variado. Si bien estamos ante una posibilidad de inversión que me parece substancialmente sólida teniendo en cuenta la capacidad económica china desde un punto de partida mejor que las economías occidentales, parece no estar jugando a nuestro favor esa variable que tantas veces menospreciamos como es el timming: no estamos aún en el lugar indicado. Cifras e indicadoras al margen, es el gráfico el que apunta a las dificultades actuales del país en crecer de la forma esperada. Tanto es así que varias voces apuntan ya a nuevos planes de estímulo aprobados por Xi Jinping. Pero mientras ello no suceda y podamos acumular señales positivas (zonas de potencial soporte, formaciones de cambio de tendencia, inversión del sentido en el relativo, etcétera), dejaré en la carpeta de pendientes la operación planteada.