"Queriendo dezir la palabra Bolsa cuero en griego, hay muchos accionistas que quedan en cueros en esta Bolsa"
Joseph de la Vega
Pues sí, he vuelto después de un largo período de silencio por razones profesionales y personales. Agradezco vuestro aprecio e interés durante este tiempo y espero corresponder con un grado razonable de continuidad y ser capaz de aportar algo que os sea útil y placentero (las dos cosas) en vez de incrementar el “ruido” a veces abrumador provocado por la catarata de informaciones y opiniones que circula por la blogosfera de los mercados financieros.
Cuando tras un período de ausencia se encuentran dos personas cuya vinculación se establece por su común interés en los mercados, las preguntas típicas y tópicas son “¿Y tú qué opinas de la situación? ¿Cómo ves las cosas? ¿xxxxxxxxxxxxxx? ¿Y qué va a pasar?” [La penúltima pregunta es una plantilla mental para rellenar con algún dato de la más rabiosa coyuntura, que si la Fed, que si la última subida (o bajada) de las cotizaciones, cosas así].
Mi respuesta corta y simple es “No sé lo que va a pasar, pero sí sé lo que haré cuando pase”
La inquietud y preocupación de mi interlocutor es consecuencia de la desazón provocada por la incertidumbre respecto al comportamiento de las cotizaciones en le futuro más o menos inmediato. Espera que el “experto” sea capaz de dar una respuesta con el razonable nivel de exactitud que tienen las predicciones meteorológicas tipo “mañana hará frío en tal sitio con una mínima de X grados” o “el próximo verano hará mucho calor” (bueno, para pronosticar un verano caluroso no hace falta ser meteorólogo, pero tampoco el meteorólogo puede afinar mucho más a meses o años vista).
Los mercados financieros y el clima son sistemas complejos, pero los mercados resultan mucho más imprevisibles porque son una creación humana en donde el comportamiento de sus participantes ante situaciones iguales y similares puede ir variando a lo largo del tiempo gracias a su aprendizaje.
Si añadimos la acción de factores externos, en muchos casos aleatorios, en el sentido de no previsibles ni controlables por los partícipes, los pronósticos a corto plazo son un ejercicio vano, que va a conducir casi siempre a la frustración y a la melancolía.
Eso sí, como dentro del show mediático hay una amplia y diversificada muestra de decenas de pronosticadores profesionales o aficionados, algunos aciertan. A veces es sólo alguno (que ha hecho un pronóstico extravagante y altamente improbable con la información disponible) y a veces alguno acierta unas cuantas veces seguidas.
En ambos casos la recompensa será un alto prestigio para el pronosticador. Ello con independencia de que si cogemos a un grupo de monos del mismo tamaño que el de los pronosticadores y les ponemos un racimo de plátanos con unas etiquetas pegadas en las que figuren pronósticos del tipo “esto es una corrección y no un cambio de tendencia” “el mercado caerá hasta el nivel X y luego se estabilizará antes de iniciar un tramo al alza” “prevemos una revalorización del 8-10% de aquí a final de año”, etc. terminaremos descubriendo a algún mono con sorprendente capacidad de prognosis al seleccionar las etiquetas que mejor reflejen la futura evolución de la bolsa. Algo que puede dar la sensación de que es un gran experto en predicción de mercados.
¿Mi tesis es que debemos prescindir de cualquier análisis macro o microeconómico y de hacer previsiones razonables y razonadas sobre la evolución de los mercados? En absoluto estoy diciendo tal cosa
Lo que digo es que los inversores particulares debemos olvidarnos de cualquier intento de predecir los movimientos en el corto plazo y catalogar como “ruido” la información al respecto, sea por falaz, sea por obsoleta cuando ha llegado a nuestro oídos (los inversores institucionales ya se han anticipado y la han incorporado a los precios).
Quienes tenemos un mayor grado de conocimiento y experiencia podemos permitirnos el lujo de escarbar entre el amasijo de datos y opiniones en busca de elementos interesantes en un mercado que generalmente es eficiente pero no siempre es eficiente. No es obligado, ni muy importante, pero a veces merece la pena. Es una tarea en cierto modo similar a la de quienes buscan en las alcantarillas objetos perdidos que se han caído accidentalmente en los desagües. Es posible que aparezca un anillo de oro entre la mierda, pero casi siempre sólo habrá mierda (y a veces el anillo será de bisutería, aunque parezca una joya). En cualquier caso se trata de algo sólo al alcance de una élite de inversores expertos. El inversor medio, lo único que va a obtener es, parafraseando a Joseph de la Vega, una “confusión de confusiones” y tiene una alta probabilidad de terminar "en cueros" (según el genial juego de palabras del escritor hispanojudío) si toma sus decisiones guiado por el ruido de pronósticos y noticias.
Ello no obsta para que construyamos marcos de referencia, es decir de conjuntos de postulados, teorías y observaciones que consideramos como válidos mientras los hechos no los desmientan. No es imprescindible pero sí muy aconsejable. Estos marcos deben huir del corto plazo y tomar perspectiva. También deben ser sólidos y estables aunque ello les lleva a pecar de abstractos. Lo concreto hemos de abordarlo con posterioridad en otro ámbito construido a partir del marco de referencia.