Al invertir dinero, la rentabilidad que desee debería depender de si quiere comer bien o dormir bien
J. Keinfield Morley
Empecemos por recordar una serie de postulados tan repetidos que se han convertido en tópicos. Como señala la RAE, la palabra tópico puede aplicarse indistintamente a una expresión trivial o a una expresión muy empleada, lo que le otorga una connotación peyorativa que no siempre se merece. Hay los dos extremos, tópicos triviales y tópicos importantes. Los importantes no hay que darlos por sabidos y menos aún olvidar, porque a pesar de su vulgarización siguen siendo importantes y valiosos.
No por tópica deja de ser tan importante como susceptible de olvido la afirmación de que una adecuada planificación de las finanzas personales es algo de capital importancia en la vida de las personas.
Sin embargo, en la práctica lo habitual es planificar poco y mal, tomando decisiones intuitivas basadas en impulsos y emociones sin una evaluación mínima de los riesgos que implican, con consecuencias que pueden llegar a ser desastrosas.
Y esto no sólo le puede suceder a personas con una baja o nula cultura financiera, sino también a aquellas que por su formación deberían, en teoría, ser capaces de evitarlo. Esta dramática historia es una prueba empírica de ello.
Tampoco por tópica deja de ser importante la afirmación de que sólo debemos dedicar a inversiones de riesgo, en especial en renta variable, el dinero que no vamos a necesitar en el corto plazo. Así que el primer paso de un diseño integral de las finanzas personales es determinar cual es el dinero que vamos a necesitar a corto plazo, entendiendo por tal el día a día de nuestras finanzas personales e incluyendo el que podemos necesitar en circunstancias negativas.
No menos tópica y no menos cierta es la relación inversa entre riesgo y rentabilidad. En general, cuanto mayor es la rentabilidad mayor será el grado de incertidumbre sobre su consecución y mayor la probabilidad de obtener resultados negativos. Así que nos enfrentamos al dilema entre seguridad y rentabilidad, tan gráficamente explicado en la cita que encabeza este artículo. Cita que por su ingenio y precisión se ha convertido también en un tópico que veréis citado a menudo, otorgando la inmortalidad a su autor, un ignoto periodista británico del siglo XIX.
Para planificar como se merecen las finanzas personales de Kike Junior, dada la importancia de hacer tal cosa (tópico 1), debemos determinar la cantidad que puede necesitar para la gestión cotidiana (tópico 2), cantidad que tendremos que excluir del plan de inversión. Dicha exclusión implicará un coste derivado de una menor rentabilidad (tópico 3), coste que debemos asumir.
Fijar una cantidad concreta de inversión a mantener a corto plazo y sin riesgos no es algo que pueda establecerse con carácter general mediante una fórmula. Es algo que varía en cada persona y que necesita una solución individual. Su determinación depende en parte de circunstancias objetivas (seguridad de ingresos, edad o capacidad de ahorro) y en parte de circunstancias subjetivas, entendiendo por tales el grado de tolerancia a la volatilidad por una parte y por otra la utilidad entendiendo por utilidad el objetivo real (no el aparente) que buscamos al ahorrar e invertir.
Ante situaciones así, de gran complejidad por los múltiples factores que influyen y sin una respuesta general sino individualizada, podemos oponer complejidad a la complejidad, con sofisticados modelos y algoritmos. Si partimos de premisas correctas, los resultados no carecerán de utilidad como guía pero que es harto improbable el que vayan a atinar con la respuesta óptima para cada uno de los casos. Y pueden crear una falsa sensación de certidumbre “científica” potencialmente peligrosa si la solución no es adecuada para el caso planteado. Y, por último, pero no menos importante, suelen tener un coste más o menos elevado que hay que restar de la rentabilidad que vamos a obtener.
O podemos optar por la sencillez aplicando unas reglas heurísticas que, si han captado correctamente lo esencial del problema, van a tener un grado de exactitud/inexactitud similar a la de las soluciones complejas y un coste significativamente menor, sea económico, de oportunidad o ambos.
En este caso, la regla más popular y considero que atinada es determinar el importe mensual de nuestros gastos (incluyendo una estimación de la prorrata mensual de los gastos en productos de consumo duradero a lo largo de su vida útil) y destinar entre 6 y 12 meses de gasto estimado. Esta regla vale como recomendación general. Luego, en casos particulares habremos de retocarla al alza o a la baja, en función del peso de los factores descritos más arriba.
El resultado para Kike Junior es de 12.000 euros aproximadamente. Así que de los 30.000 euros restamos 18.000 para el plan de inversión y el resto lo vamos a mantener disponible a corto plazo.
Ahora queda determinar cual es el producto más adecuado para colocar el dinero. Y aquí, como dijo Don Quijote “Con la Banca hemos topado, amigo Sancho” Bueno, no dijo exactamente eso porque vivió a principios del siglo XVII, pero sí lo habría dicho en el supuesto de vivir a principios del XXI.
Cuando oigo la expresión “redes bancarias” veo la extraña imagen de pescadores con atuendos impropios del noble arte de la pesca, señores encorbatados y señoras emperifolladas, lanzando sus redes para atrapar bancos de clientes pececillos mediante campañas de marketing con el objetivo de vender indiscriminadamente y en el peor momento posible (véase la fecha del vídeo) productos de alto riesgo para el cliente pero muy rentables para el banco. Bancos entidades de crédito devorando bancos de clientes, un ejercicio de canibalismo
Evolución de la rentabilidad del Santander Small Caps (línea roja) Fuente: MorningStar
Pero los bancos no sólo usan las redes, también pescan con palangre lanzando ofertas de productos con el cebo de condiciones muy atractivas en algunos productos o servicios y el anzuelo de productos nada aconsejables o aconsejables pero caros respecto a ofertas alternativas. Ante ello debemos comportarnos en la jungla marina como pececillos astutos comiéndonos los gusanitos y no dejándonos atrapar por los anzuelos.
Según mi experiencia personal, lo más aconsejable ahora mismo (diciembre 2018) para colocar las cantidades que necesitamos mantener disponibles a corto plazo es la cuenta nómina de Openbank, siempre y cuando tengamos un ingreso recurrente (nómina, pensión o una renta que nos permita ingresar al menos 900 euros/mes).
Los gusanitos son:
Una cuenta corriente para ingresos y pagos sin comisiones de mantenimiento, complementada con una cuenta de ahorro retribuida al 0,40% si se domicilian los ingresos recurrentes y los recibos habituales de suministros y vivienda. Una retribución muy por encima de las ofertas alternativas que conozco.
Además, un 1% de bonificación sobre el importe de los recibos domiciliados. Una idea que introdujo ING para luego abandonarla y que aquí se mantiene.
Gratuidad en las transferencias habituales (en euros y dentro de España o en la UEM con ciertas restricciones).
Tarjeta de débito gratuita y también de crédito, si queremos solicitarla.
Descuentos promocionales en determinados productos de consumo, que pueden ser atractivos para quien los compre. Aquí hay un anzuelo escondido, el que nos inciten a comprarlos cuando realmente no los estamos necesitando ahora y puede que nunca.
Un buen funcionamiento en el día a día en mi experiencia personal de más de 20 años como usuario. Y una buena respuesta para resolver incidencias puntuales, también desde mi experiencia personal.
La solidez del grupo Santander y la expectativa de continuidad de Openbak en su modelo actual, al haber optado por mantenerlo y potenciarlo como oferta específica de banca online para competir con las fintech con sus propias armas.
Los anzuelos son:
“Generosas” ofertas de aplazamiento de pago, realizadas con una insistencia que bordea la pesadez, con costes que pueden ir desde elevados si se solicita un crédito al consumo hasta usurarios si por comodidad se recurre a la financiación ofrecida por la tarjeta de crédito.
Comercialización de fondos de inversión de alto coste y baja o nula aportación de valor para el suscriptor más allá de ventajas fiscales que pueden también obtenerse por otras vías.
Planes de inversión con la misma problemática de los fondos, pero agravada por sus comisiones especialmente abusivas y la falta de transparencia en su gestión. Este anzuelo, especialmente dañino porque el pez va a quedar atrapado hasta su jubilación, se esconde con gusanitos específicos en forma de espectaculares ofertas por aportar o traspasar que en realidad sólo minoran una pequeña parte de lo que nos va costar la gestión del plan.
Los gusanitos más importantes son los descritos más arriba porque van a mantenerse en el tiempo, pero para empujarte a asumir los costes de tiempo y papeleo de abrir una cuenta se suelen ofrecer incentivos específicos a los nuevos clientes. Por buenos que sean, no deben nunca utilizarse como criterio para elegir porque lo importante son las condiciones en el funcionamiento ordinario en donde te pueden cobrar con creces lo que has pagado en la promoción de apertura.
Ahora bien, si se ofrecen como un añadido más que no va a menoscabar las condiciones posteriores, tampoco los vamos a despreciar.
Ahora mismo, Openbank ofrece un interés del 3% durante los 6 primeros meses para la cuenta de ahorro.
Además, bonifica con 40 euros tanto a quien invite a abrir una cuenta como al nuevo cliente, así que si tenéis alguien de vuestro entorno que ya sea cliente podéis llevaros los 80 euros. Si no lo tenéis, podéis mandarme un mensaje privado pinchando en el botón de la derecha Envía tu consulta y os consigo un código promocional (hasta el límite que me permita Openbank). Como este blog no es para vender nada sino para ayudar a la gente, cuando se cumplan las condiciones y me abonen la bonificación se la remitiré a quien la haya generado.
En el caso concreto de Kike Junior, la oferta se ajusta al milímetro a sus necesidades así que, de momento, va a abrir la cuenta con el saldo que tiene ahora, menos los 18.000 destinados a la inversión a largo plazo cuya planificación veremos en la