Si alguien me preguntara cual ha sido el logro más espectacular de nuestra civilización moderna, probablemente diría que la llegada del hombre a la Luna en 1969. Si lo pensara un poco más tendría que añadir la erradicación de la viruela, el antiguo azote de la humanidad, en 1977. Visto con distancia, parece increíble que fuéramos capaces de hacer tales cosas hace 40 años. Aún más increíble es lo que se avanzó desde 1930 hasta 1970. En comparación hace palidecer lo avanzado desde 1970 hasta 2010.
La película Blade Runner está hecha en 1982 y situada en 2019 (37 años). En ella aparecen coches voladores porque era una creencia generalizada en los 70 que en 40 años habría coches voladores, y colonias en la Luna, y viajes tripulados a Marte, robots en las casas, ah y el cáncer se habría curado. ¿Dónde está mi coche volador? es un eufemismo para expresar decepción con el progreso.
Los avances han sido de una naturaleza muy distinta, ordenadores personales, internet y telefonía móvil, extensiones de tecnologías que ya existían. Ya había ordenadores, walkie-talkies y teléfonos en 1970. La biología molecular ha revolucionado el diagnóstico, pero la gente se sigue muriendo de las mismas cosas (y alguna nueva, como el SIDA o ébola) más o menos a la misma edad.
¿Qué ha pasado? ¿Se ha enlentecido el progreso?Yo había asumido que el progreso es algo poco menos que inevitable. La narrativa de la historia universal es que cada vez estamos más avanzados. Edad de Piedra, de Bronce, de Hierro, el Imperio Romano, el Renacimiento, etc. Pero pensando en ello hace ya bastantes años que, en contra de la mayoría de la gente, pienso que el progreso no es inevitable. Durante los últimos 2.000 años, en la mitad de ese tiempo el progreso fue nulo o negativo para la civilización Occidental. Hasta más o menos el 1350 los ciudadanos occidentales no empezaron a sacudirse la convicción de que los grecolatinos los habían superado en casi todo. Hasta que no empezaron a construirse las catedrales góticas hacia 1250, nadie había superado en Occidente lo que construían los romanos antes del 250. Son mil años de mirar hacia atrás y sentir que se ha retrocedido, que el pasado fue mejor. Difícil de imaginar e imposible de asumir en nuestros días.
¿Pero podría pasar lo mismo de nuevo? Obviamente no es imposible puesto que ha pasado, pero no me parecía plausible porque ahora el conocimiento está esparcido a nivel global, y salvo una catástrofe global, tipo invierno nuclear es difícil contemplar un retroceso de ese tipo. Nos podemos relajar ¿o no?
¿Qué le pasó al imperio Romano? hay casi tantas teorías como autores, pero la más creíble es que sufrieron un colapso que comenzó cuando pasaron de ser un imperio que se expandía a ser un imperio que no se expandía. Los recursos del imperio Romano que era esencialmente agrícola y comercial eran los esclavos y los metales preciosos. Su capital eran las legiones y su infraestructura las calzadas. Usaban los metales preciosos para formar legiones, que luego conquistaban territorios vecinos consiguiendo metales preciosos y esclavos, creando una retroalimentación positiva. Esclavos y legionarios construían calzadas que reducían el número de legiones necesarias e incrementaban el comercio creando otra retroalimentación positiva. En el proceso el imperio se fue burocratizando y haciendo menos eficiente. Más intermediarios que se quedaban con más parte de los impuestos. Cuando se quedó sin territorios que valiera la pena conquistar por ser los restantes demasiado difíciles o pobres o ambas cosas, esencialmente se topó con los límites de sus recursos. Esclavos y metales preciosos se hicieron más escasos. Puesto que no se expandían, empezaron a ser atacados en sus fronteras. Para reducir el agobiante gasto militar que ahora no generaba ingresos se construyeron fortificaciones. Cada vez se subían más los impuestos y se rebajaba el contenido en metales de las monedas. La producción agrícola disminuía por la crisis climática y porque los campesinos, agobiados por los impuestos, abandonaban las tierras de los señores formando a veces bandas de bagaudas dedicadas al bandidaje. Las infraestructuras no se mantenían y el comercio se colapsó por la falta de metales preciosos, infraestructuras y seguridad. Debido a haber alcanzado los límites de sus recursos, se había pasado de sistemas de retroalimentación positiva a otro de retroalimentación negativa. Empobrecido y debilitado, el imperio Romano se desmoronó desde dentro aún antes de que los bárbaros llamaran a sus puertas.
Colapsos similares han sucedido en otros lugares. La isla de Pascua, cuando fue colonizada por un pequeño grupo de polinesios, estaba cubierta por bosques. En 1500 había 7.000 isleños que habían creado la sociedad polinesia más sofisticada cuyo ejemplo más conocido son los Moai, las archiconocidas estatuas gigantes, pero que también desarrollaron un lenguaje escrito con pictogramas, el Rongorongo. Con la superpoblación y la competencia entre clanes talaron todos los árboles de la isla para transportar estatuas. Sin árboles no podían construir barcas ni redes y la erosión redujo la fertilidad del suelo. Hacia 1750 la población se había reducido a 3.000 habitantes en un estado de casi constante guerra y practicando el canibalismo ocasional.
Los mayas son otro ejemplo de una sociedad sofisticada que se piensa que colapsó por alcanzar los límites de su recurso principal, la producción agrícola, debido a la sobre-explotación del suelo por exceso de población. Según la teoría más aceptada, ante el agotamiento de las cosechas respondieron con guerras entre las ciudades estado y finalmente los supervivientes abandonaron las ciudades para volver a la selva.
Basándonos en la experiencia con anteriores civilizaciones, sabemos que el colapso consiste en una simplificación muy grande y a menudo destructiva de las estructuras y sistemas que dan soporte a la civilización. Normalmente va acompañada de guerras y violencia por los recursos en disminución y una gran mortandad que reduce el tamaño de la población. Durante todo el proceso las elites gobernantes se esfuerzan en mantener en la medida de lo posible el status quo ante (la situación previa), en vez de corregir las consecuencias del colapso adaptando la sociedad a la nueva situación. A menudo el daño al medio ambiente se acelera disminuyendo drásticamente su capacidad de soportar la población. Todo ello se traduce en un empeoramiento muy grande de las condiciones de vida de los supervivientes y una pérdida muy grande del conocimiento y la cultura alcanzados por la civilización antes de su colapso.
Entonces no nos podemos relajar, porque nuestra civilización es muy dependiente de los combustibles fósiles, y es una civilización global, como hemos dicho, que se extiende prácticamente por todo el planeta. ¿Qué pasará cuando alcancemos los límites de los combustibles fósiles?
La probabilidad del colapso de nuestra civilización basada en los combustibles fósiles ante la certeza de una reducción significativa en la disponibilidad de dichos combustibles cuando no está preparada para ello es del 100%. Así de claro. Si no estamos preparados para ello y se reduce de forma significativa la disponibilidad de combustibles fósiles, nos venimos abajo como los romanos, mayas o nativos de Pascua. Sabemos que esos límites existen desde principios de los 70, y que se alcanzarían en la primera mitad del siglo XXI. Prepararse para esa eventualidad es un trabajo que lleva décadas de esfuerzo, inversiones de una magnitud descomunal y un gasto energético tremendo, y sin embargo han pasado cuatro décadas y no se ha hecho prácticamente nada. Somos más dependientes que nunca de los combustibles fósiles. El colapso de nuestra civilización está por tanto asegurado. El momento y la extensión de dicho colapso es materia de debate.
En este blog que ahora comienza su andadura voy a tratar de analizar, en la medida de lo posible con datos, la crisis energética, la crisis climatológica y la crisis de deuda y monetaria. Tres situaciones que esencialmente no tienen solución y cuyos efectos ya hemos empezado a sufrir. La tesis central es que nuestra civilización está en peligro y creo poder demostrarla. Menos del 1% de la población mundial es consciente de la gravedad de la situación, y muchos de los que lo saben quizá preferirían no saberlo. Recomiendo a los que sean sensibles que no lean este blog. Tampoco se lo recomiendo a las personas con fe, sea ésta en que Dios, la Ciencia, los Gobiernos, los Dueños del Tinglado o los Extraterrestres van a venir a salvarnos del lío en el que nos hemos metido. La fe, incluso la fe en la Ciencia, es incompatible con los argumentos científicos, los datos y las limitaciones físicas y termodinámicas. Inicio el blog el día del estreno de Interstellar, una película sobre una Tierra arrasada que intentan salvar saltando por agujeros negros. Las soluciones mágicas o tecno-optimistas están muy bien para el cine, pero si esa es la solución a los problemas de la Tierra nos podemos dar por jodidos.
En los primeros posts me voy a centrar en describir la crisis energética, en especial nuestra dependencia del petróleo, las posibilidades de una transición energética, la demanda y la oferta de petróleo y las posibles consecuencias del pico del petróleo. La crisis del petróleo ha sido la primera en empezar en mi opinión, y es la que tiene un mayor potencial de daño económico a corto plazo, también en mi opinión. La crisis de deuda es como una goma que está llegando al final de su capacidad de estiramiento. Cuando se romperá es imposible de predecir, pero cuando lo haga probablemente se lleve al dinero por delante, puesto que deuda y dinero son aspectos de lo mismo. La crisis climática es la más grave de todas, pero también la que tiene un desarrollo más lento. El cuando pasaremos el punto de no retorno o si lo hemos pasado ya es imposible decirlo, pero se puede hablar de ello y de las consecuencias que va a tener para nosotros.