El general Invierno puede aparecer en diciembre

Tras un octubre inusualmente cálido que probablemente resulte en un otoño de los más cálidos se disparan las alarmas por la entrada del invierno en la primera semana de diciembre.

El calentamiento global es desigual. Afecta más a las temperaturas mínimas que a las máximas, a las noches que a los días, a los inviernos que a los veranos, al hemisferio norte que al sur y a la tierra que al mar. Como resultado los inviernos del hemisferio norte tienden a ser mucho más suaves, para regocijo de la biosfera, que sobrevive mejor, y de los frioleros. Aunque hay menos nieve en primavera hay más en otoño, el hielo Ártico lleva 15 años en situación estable, pese a los temores de que ya debería haber desaparecido, y cada año hay más osos polares. Sin embargo este invierno en Europa necesitamos más que nunca del calentamiento global debido a la crisis de energía, a la alta inflación y a la guerra de Ucrania. Menos mal que todavía no hemos vuelto al clima preindustrial de la Pequeña Edad de Hielo (1300-1850), cuando el río Ebro se helaba algunos inviernos, como quiere la ONU. Fue una época terrible de hambrunas y pestilencias debido a que la climatología arruinaba las cosechas muchos años. Estamos muchísimo mejor ahora. No sé en qué cabeza cabe pensar que el calentamiento global no ha sido positivo para nosotros y para la biosfera. No es por nada que la mayor productividad y diversidad biológica del planeta se encuentre en los trópicos, sus zonas más cálidas.

Puesto que de un tiempo a esta parte cualquier fenómeno climático o meteorológico es culpa nuestra, en el caso de que el invierno sea inusualmente frío no dudéis de que también será culpa de nuestras recalcitrantes emisiones. Qué malos son los combustibles fósiles cuando los tienes en abundancia y qué buenos se vuelven cuando faltan.

Hace unos días los medios se hacían eco de la advertencia del portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología de una posible ruptura del vórtice polar que podría desencadenar una ola de frío ártico en el continente. Independientemente de que pueda pasar, puesto que pasa más de la mitad de los inviernos, no deja de ser parte de esta moda de asustar a la gente cuando no hay motivos, para que no se asusten de lo que sí hay motivos. Y el clima es perfecto para ello. Por ejemplo, ponerle nombre a las tormentas hace que parezcan peores. Cuidado con Denise, que no te pise. Ojo con Efraín que las trae de Caín.

El vórtice polar se forma sobre el polo a mediados del otoño cuando el sol desaparece durante meses y el frío hace que se cree una zona de bajas presiones cada vez más profunda rodeada por fuertes vientos ciclónicos que circulan en el sentido de la rotación del planéta (anti-horario en el hemisferio norte). Estos vientos alcanzan velocidades sostenidas de hasta 50 m/s (180 km/h) en la estratosfera y actúan de barrera impidiendo que el aire frío de su interior salga, limitando la pérdida de calor del planeta. La hipótesis del Portero de Invierno se basa en la importancia que tiene este intercambio de energía para el cambio climático. Sin el vórtice polar y sin el hielo del Ártico en invierno que reducen la pérdida de energía durante la noche polar el planeta se sumiría en una glaciación rápidamente.

En la troposfera (parte baja de la atmósfera hasta unos 12 km) se crean ondas atmosféricas, similares a las olas del mar pero que se propagan en las tres direcciones. Las más grandes se denominan ondas planetarias, y cuando las condiciones son adecuadas se propagan hacia arriba yendo a romper contra el vórtice polar. La energía y momento angular que transmiten reduce la velocidad del viento, desestabilizando el vórtice. En seis inviernos de cada diez el vórtice se rompe dejando escapar el aire frío que contiene. Al mismo tiempo el aire de fuera del vórtice se precipita dentro y hacia abajo, contrayéndose por efecto del aumento de presión al descender, por lo que como todo gas que se porta como debe se calienta. Dado que la atmósfera en la parte baja de la estratosfera está muy enrarecida, requiere de poco calentamiento para calentarse mucho, por lo que se puede calentar 40 ºC en cuestión de horas o pocos días, pasando de muy fría a bastante fría. Es lo que se llaman eventos de calentamiento súbito de la estratosfera.

Estos eventos se suelen producir algo más de la mitad de los años en el hemisferio norte y uno de cada diez en el sur, donde el vórtice es mucho más estable. Y se suelen producir a partir de Enero, con mayor probabilidad hacia el final del invierno cuando el vórtice se debilita. Son muy raros en diciembre, y hasta donde yo sé no se pueden predecir. Dado que el vórtice se rompe la mayoría de los inviernos está claro que no es algo terrible, aparte de que afecte al tiempo atmosférico durante más de un mes, haciéndolo más inestable. Al parecer hasta este año no habían sentido la necesidad de hablarnos de cosas que se rompen en el cielo [culpa nuestra, seguro].

Yo no veo ninguna evidencia de ello. Tampoco es que esperara verla, porque como he dicho es algo que no se puede predecir y sucede muy deprisa. Pero decir que va a suceder algo que tiene un 60% de probabilidades y luego sacar pecho cuando sucede es como están las cosas. Al fin y al cabo convencernos de que el mundo se calienta horriblemente para que luego se nos hielen las pelotas puede debilitar la fe en los climatólogos. Una fe necesaria para aguantar los sacrificios que se nos imponen, parte de ellos debidos a la decisión anti-democrática de implicarnos en la guerra de Ucrania.

El programa Ozone Watch de la NASA nos informa de la velocidad del viento y de la temperatura a distintas altitudes en diferentes regiones del planeta. Impresionante. La que nos interesa es la de la presión de 10 hPa que corresponde a unos 30 km de altitud en la estratosfera.

En la figura 3 correspondiente a la velocidad del viento podemos ver en negro la media de 1978-2022. El vórtice se crea en septiembre cuando los vientos del Oeste ganan fuerza (valores positivos) y se deshace en abril cuando los vientos se invierten (valores negativos). En azul tenemos lo que pasó el invierno pasado, cuando el vórtice fue muy estable hasta febrero, rompiendose en marzo cuando la velocidad del viento cayó bruscamente hasta invertirse, deshaciendose el vórtice antes de tiempo. ¿Alguien recuerda algún problema climático en el pasado marzo? Este año corresponde a la curva roja, violeta y naranja (predicción), y a 28 de noviembre no se observa nada raro. Han ocurrido rupturas en diciembre (línea inferior), pero son raras.

En la figura 4 podemos ver como la brusca caída de la velocidad del viento en marzo de 2022 se correspondió con un calentamiento de 30 ºC. Pero como se puede ver, a 28 de noviembre la temperatura entra dentro de lo esperable y no hay predicciones de calentamiento en los próximos días.

La meteorología no es lo mío. Lo que sí sé es que no hace falta que se rompa el vórtice polar para que nos invadan masas de aire Ártico y tengamos fuertes olas de frío. A los vientos que circundan el vórtice se les denomina la corriente de chorro, que cuando el vórtice es débil forma meandros. Estos meandros contienen bolsas de aire muy frío por la parte interna (del lado del polo) que pueden alcanzar nuestras latitudes y cuando pasan sobre nosotros provocan intensas olas de frío. En ocasiones estas bolsas se descuelgan separadas de la corriente principal constituyendo depresiones aisladas en niveles altos (DANA) que circulan más despacio y se pueden quedar más tiempo provocando fenómenos más extremos. Pero en ocasiones las ondas planetarias provocan un atasco en la circulación atmosférica que se detiene. Es lo que se denomina un bloqueo atmosférico y lo que sea que te ha tocado se queda sobre ti días y días, hasta que la circulación vuelve a andar. Si es un anticiclón en verano, te asas. Si es un anticiclón en invierno, te hielas. Fue lo que pasó tras Filomena. Si es una borrasca te llueve o te nieva sin parar. Así es como se producen las peores olas de calor, frío e inundaciones, por mucho que luego le echen la culpa al cambio climático antrópico. Las bolsas de aire frío y las DANAs sí son predecibles, pero los bloqueos no se predicen hasta que están a punto de pasar.

Las condiciones de cara a diciembre se están poniendo desfavorables. A los cambios de presión entre el anticiclón de las Azores y la baja de Islandia se les denomina la Oscilación del Atlántico Norte (NAO). La baja gira en sentido anti-horario y el anticiclón en sentido horario, creando entre ambos un pasillo que impulsa vientos y borrascas hacia Europa. Cuando la diferencia de presión es grande al girar con fuerza ambos centros de presión impulsan entre ellos una fuerte corriente de chorro que forma pocos meandros y dirige las tormentas hacia el centro y norte de Europa. Se dice entonces que la NAO está en fase positiva. Cuando la NAO entra en fase negativa en invierno la diferencia de presión es pequeña y la corriente forma meandros, por lo que el aire frío invade el norte y centro de Europa con frecuencia mientras las borrascas se dirigen hacia el sur de Europa (nosotros).

Los modelos predicen que la NAO se va a volver más negativa a principios de diciembre (figura 5). En parte como consecuencia de ello predicen una caída de las temperaturas en la mayor parte de Europa, con anomalías negativas (disminución con respecto a la media) de varios grados en buena parte de Europa del Este, incluyendo Ucrania y Rusia (figura 6).

Todo ello, según los modelos, debería venir acompañado de nevadas que pueden ser copiosas en las zonas altas del interior del continente (figura 7).

La predicción, si se cumple, es que podría nevar entre 10 y 30 cm sobre Ucrania. En España tendríamos nevadas en las zonas altas de la mitad norte, lo que no es nada inusual por estas fechas.

Sin embargo las predicciones de la AEMET para España son las de siempre. Del 28 de noviembre al 18 de diciembre la predicción de la AEMET es que en España no habrá anomalía termica negativa y habrá una pequeña anomalía positiva de precipitaciones en la mitad sur.

Que las predicciones difieran no sorprende mucho, aunque la AEMET utiliza los modelos del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF) que parecen indicar otra cosa. Lo que sorprende y mucho es que con esas previsiones de normalidad salga su portavoz a avisar a todos los medios de una posible ola de frío polar por rotura del vórtice. Da la impresión de que se curan en salud para el caso de que la predicción oficial de la AEMET resulte completamente equivocada. No es que el clima ande revuelto, es que los climatólogos andan revueltos. Es lo que tiene meterse en la cama con los políticos.

Como todos los demás, yo no sé que tiempo va a hacer. Como dije en "El Invierno del Descontento", este año hay una incertidumbre adicional por la erupción de Hunga-Tonga que ha afectado de una forma sin precedentes a la circulación stratosférica. Yo sigo pensando que va a ser un invierno normal, es decir frío y con sus olas de frío polar, y no un invierno suave como los que hemos tenido algunos de los últimos años. No pienso que vaya a ser muy frío porque seguimos en situación de La Niña que actúa en la dirección de estabilizar el vórtice polar.

Un invierno normal puede constituir un problema energético serio. Podría haber restricciones energéticas, que dudo que afecten a España. Las reservas de gas en España son suficientes. El problema se espera para el siguiente invierno (2023-24). Si continúan las restricciones al gas ruso y el consumo no se modera las reservas podrían ser insuficientes. La destrucción del Nordstream  por parte de algún país favorable a Ucrania ha sido un atentado contra la seguridad energética de Europa occidental.

Entretanto el principal problema para España es que es un país donde hay una gran pobreza energética. Las estadísticas de Eurostat muestran que en España un 14% de los hogares no fue capaz de calentar adecuadamente su casa en 2021 (figura 8). Eso fue antes de la subida brutal del precio de la energía que la pone fuera del alcance de muchos hogares, y de la inflación desbocada que al mismo tiempo reduce nuestro poder adquisitivo empobreciéndonos más.

Las autoridades andan muy preocupadas por las muertes por calor para endosárselas al cambio climático, ignorando que las muertes por frío son 10 veces más. El frío mata de forma insidiosa. Padecer una temperatura subóptima dispara el riesgo de muerte por causas vasculares e infecciones respiratorias. Por eso la mortalidad es bastante más elevada durante el invierno que el resto del año. Ya nos dirá el sistema MoMo si la mortalidad este invierno resulta ser superior a lo esperable, pero yo apostaría a que sí.

Con respecto a la guerra, Rusia se dedica a destruir las infraestructuras de Ucrania para inflingir el mayor sufrimiento posible a la población. No va a funcionar. Lo intentaron los alemanes con los ingleses al principio de la Segunda Guerra Mundial, y los aliados con los alemanes al final. Más de lo que se machacó a los civiles alemanes con bombardeos como el de Hamburgo o Dresde, con unos 100.000 muertos no se han visto, quitando la bomba atómica. Curioso que sean el Reino Unido y los EEUU los responsables de las mayores masacres de civiles en tiempo de guerra. Sin vencer militarmente al enemigo matar civiles no hace ganar las guerras, tan solo incrementa el sufrimiento. Pero destruir la infraestructura energética ucraniana puede tener el efecto de disparar otra ola de refugiados ucranianos huyendo del frío, a los que habrá que calentar añadiendo más tensión a los problemas energéticos de los países que los reciben.

La guerra en invierno toma un rumbo incierto. A los rusos se les hace más difícil resistir en terreno conquistado y casi imposible avanzar. A los ucranianos se les hace más difícil continuar avanzando. A los aliados de Ucrania, entre los que nos contamos, se nos hace más gravoso continuar pagando la guerra de Ucrania conforme la crisis profundiza. Los estadounidenses ahora quieren la paz, tras inflingir enormes pérdidas a los rusos, pero los ucranianos no están dispuestos a perder ni un centímetro y quieren recuperar Crimea, mientras que Putin no puede salir de la guerra con enormes pérdidas y sin ganancias territoriales significativas, así que la paz se antoja lejana. Mientras el peligro nuclear se hace más patente conforme la guerra se prolonga. De no ser por la OTAN Ucrania estaría ya vencida, y si Putin empezó la guerra cuando lo hizo fue precisamente para conseguir lo que quería antes de que Ucrania se uniera a la OTAN. Obviamente cometió un grave error al no considerar la posibilidad de que la OTAN se implicara en la guerra de la forma en la que lo hace. En 2019 EEUU abandonó el tratado sobre armas nucleares de alcance medio, perjudicando gravemente a Europa. Ahora es Rusia la que pospone las conversaciones con EEUU sobre el tratado START al tiempo que cancela las inspecciones. Ucrania es un aliado peligroso, dado que su mayor interés es implicar a la OTAN en una guerra directa contra Rusia. Zelenski no ha dudado en mentir sobre el incidente de los misiles en Polonia, contradiciendo a polacos y estadounidenses, a pesar de la ayuda que recibe de ellos. Parece bastante seguro que la guerra seguirá un año después de haber comenzado, lo cual no son buenas noticias para nadie, excepto los fabricantes de armas.