Hace algunos días publiqué un artículo sobre frases, razonamientos o conclusiones de algún inversor de peso sin citar el nombre del autor y mencioné la posibilidad de continuarlo como serie. Este es el segundo de la serie.
Hay muchas frases o argumentos sobre inversión que se utilizan de vez en cuando indicando quien lo ha dicho si es alguien de peso. En mi opinión, es más importante el qué se dice que, quien lo dice. Soy consciente de que si apoyas un argumento con una frase de algún inversor de los grandes y le citas, aunque el argumento no tenga mucho sentido o esté utilizado en un contexto diferente al que fue emitido originalmente, solo por el nombre de la persona que citas, cobra un gran poder de convicción. Pero aceptar algo simplemente porque lo ha dicho alguien, por muy grande que sea, me parece una mala postura, lo importante es la reflexión sobre la frase ya que, si es realmente grande el que la dijo, es muy probable que tenga mucho contenido y utilidad para los inversores.
Vivo en la mejor zona del mundo (o eso creo) aquí se puede ir a la playa (que la tengo a 2 Km) desde Marzo hasta Octubre; yo voy muy a menudo, estoy a gusto, me siento a la sombra o al sol dependiendo de la temperatura y leo cualquier clase de libro. Este fin de semana he empezado a releer por enésima vez, un libro de un gran inversor. Estos libros escritos por los grandes, tienen la ventaja de que cada vez que los lees aprendes algo nuevo o encuentras algo en lo que, en lecturas anteriores, no te habías fijado o no le habías dado la importancia adecuada y sin embargo, esta vez, bien por las circunstancias personales o bien por las del mercado, le encuentras un sentido nuevo y diferente al que veías antes. Es curioso, pero cuando lees estos libros durante un mercado en alza captas detalles distintos a los que captas cuando los lees en una situación de mercado a la baja (y viceversa). Estos libros, cada vez que los lees y relees, te enseñan algo nuevo.
Cuando releo este tipo de libros, leo hasta la dedicatoria pues, con esta gente nunca se sabe dónde puede haber algo sorprendente e instructivo. En este artículo, todo lo que digo está en la introducción.
El autor, aunque no lo parezca por la sorprendente defensa que hace del inversor particular que invierte directamente en acciones (que él llama inversor aficionado) era un gestor muy conocido de un fondo muy conocido y escribió el libro en el momento en que dejó el fondo.
Esta vez la lectura la he hecho en clave de inversión en bancos. El autor no habla de la inversión en bancos, sino de inversión en general.
Las negrillas son mías. Vamos allá:
“Me felicitaron por salirme en el momento exacto; justo antes del colapso del mercado. Durante un tiempo, los pesimistas parecieron los más listos. Los grandes bancos del país estaban al borde de la insolvencia y unos cuantos se vinieron abajo. A principios de otoño se oían tambores de guerra en Irak. Las acciones sufrieron una de las peores caídas que se recuerdan recientemente. Pero luego la guerra se ganó, el sistema bancario sobrevivió y las acciones volvieron a subir.
¡Y vaya si subieron! El Dow se ha más que cuadruplicado desde octubre de 1990, de 2.400 puntos a 11.000 y más aún: la mejor década de todo el siglo XX para las acciones”
“El mayor mercado alcista de Wall Street ha premiado a los creyentes y confundido a los escépticos hasta un punto que ninguno de ellos había imaginado en el abúlico mercado de principios de los años setenta, cuando cogí el timón del fondo. En aquellos momentos, los desmoralizados inversores debían hacer un esfuerzo para recordarse a sí mismos que los mercados bajistas no duran para siempre, y solo los más pacientes conservaron sus acciones y sus fondos durante los quince años que tardó el Dow y los demás índices en recuperar los precios que se habían alcanzado a mediados de los años sesenta. Hoy valdrá la pena que nos recordemos a nosotros mismos que los mercados alcistas no duran para siempre y que la paciencia es necesaria en ambos casos.”
“Mi experiencia demuestra que no tienes por qué estar a la moda para tener éxito como inversor. De hecho, la mayoría de grandes inversores no invierten en cosas que no entienden, y yo tampoco. Entiendo Dunkin’ Donuts y Chrysler, razón por la cual ambos han figurado en mi cartera. Entiendo los bancos, las S&L (algo parecido a las cajas de ahorros) y Fannie Mae.”
“Tengo acciones cuyos resultados dependen de los viejos fundamentales: una empresa que funciona accede a nuevos mercados, suben sus beneficios y el precio de su acción sube también. O bien una empresa con problemas se reinventa a sí misma. La apuesta ganadora típica de mi cartera, tarda en general entre tres y diez años en dar todo su rendimiento”.
“Desde mi punto de vista el precio de la acción es la menos útil de las informaciones que se pueden analizar, y sin embargo la más analizada de todas.”
“Lo que el señor mercado paga por una acción hoy o la semana que viene no dice nada acerca de qué empresa tiene mejores opciones de triunfar dentro de dos o tres años. Si usted solo tiene tiempo de fijarse en un dato, atienda a los beneficios. Tal como se verá en lo que sigue, sigo siendo fiel a la vetusta idea de que tarde o temprano los beneficios deciden el destino de una inversión. Lo que la bolsa diga hoy, mañana o la semana que viene no es más que una distracción.”
Como decía antes, lo estoy leyendo en clave de bancos, no significa que el autor lo haya escrito pensando en los bancos, simplemente que yo tengo in mente la inversión en bancos mientras leo.
Los bancos son el corazón del sistema capitalista, sin bancos no hay crédito, sin crédito no hay sistema. Cuando la economía real colapsa, los bancos y sus accionistas sufren y los impagados se acumulan, pero los bancos simplemente son unos intermediarios que cogen el dinero de los depositantes y lo prestan a los demandantes de créditos, si los deudores no pueden devolver el dinero que han recibido en préstamo, el banco no podrá devolver los depósitos porque su capital solo garantiza una pequeña parte.
En épocas de crisis real, si los particulares no cobran porque no tienen trabajo y las empresas no cobran porque no venden y no venden porque no hay quien compre sus productos, los créditos no podrán ser devueltos y el banco entrará en crisis. El apoyo de los estados y bancos centrales a los bancos con problemas es fundamental para el propio sistema y siempre se va a producir de una forma u otra, no se apoya al banco por el propio banco ni por sus accionistas, se les apoya por los depositantes. Si el banco no puede pagar a los depositantes, provocará una crisis social que se sumará a la crisis económica y tendrá consecuencias muy graves para el propio sistema.
La inversión en bancos, desde mi punto de vista, es más o menos rentable en función del precio de compra, pero es una inversión segura si se efectúa en bancos fuertes y grandes. Si se deja caer a algún banco será el débil e irrelevante para el sistema. Si el banco tiene problemas, el sistema le apoyará siempre, dado que su supervivencia depende de la supervivencia de los bancos.
Cuando venga el tiempo de bonanza, el banco estará ahí, desde el primer día, ganando dinero y dando buenas rentabilidades al accionista. Aunque el precio de la acción se haya deteriorado, no tiene el por qué ocurrirle lo mismo a la inversión y ese deterioro que muy probablemente se producirá siempre y en todos los bancos, no será el mismo en todos.
No todos los bancos tienen garantizada esa protección, solo los más fuertes, solo los más grandes que, comprados a buenos precios serán una inversión segura y rentable. No darán las rentabilidades que pueda dar un líder en crecimiento, pero serán rentabilidades aceptables y acompañadas de buenos dividendos (al menos en las épocas buenas).
Los buenos precios, solo los obtendremos en las crisis, a peores crisis, mejores precios. Las buenas rentabilidades solo las obtendremos en momentos de bonanza económica, a mejor situación económica, mejores rendimientos. Esto necesita su tiempo, unas y otras se suceden y se suceden y se vuelven a suceder.
Los bancos siempre han tenido mala fama, aunque son los garantes del mantenimientos del sistema, es fácil y recurrente hablar mal de ellos, todo el mundo, lo hace. Invertir en bancos es algo que a veces la gente esconde y no lo dice, está mal visto.
En los bancos españoles ahora mismo, con la situación económica actual, están saneando importes de aproximadamente el doble que el beneficio neto que obtienen cada año. Con el beneficio neto que dan ahora, incluyendo estos saneamientos, están cotizando a un PER de alrededor de 10. Lo cual significa que a pesar del gran número de acciones emitidas, sin contar saneamientos que vienen de antes, por el negocio que están generando ahora mismo, que no es ni de lejos la mejor situación económica para los bancos, ya están obteniendo unos beneficios por acción que supone que estarían cotizando a un PER 3-5 sin contar saneamientos. Cada uno pensará lo que quiera, pero si la situación económica va mejorando, la rentabilidad de la inversión en bancos podría ser sorprendente. Los refinanciados serán cada vez menos morosos, los morosos serán cada vez menos fallidos, los bienes recibidos en pago se revalorizarán cada vez más y parte de las provisiones de todos ellos quedarán liberadas.
Cada uno sabrá lo que hace, no digo que haya que invertir en bancos, es una decisión de cada uno en la que no entro, solo digo mi opinión.
Un inversor debe invertir en aquello que conoce y piensa que cumple con sus objetivos de inversión, debe tomar sus propias decisiones, sean cuales fueren, son sus decisiones, estén bien o mal vistas por la comunidad de inversores. El autor, en este sentido y para orientar y animar en la toma de decisiones al inversor particular, dice lo siguiente (y yo sigo viéndolo en clave de bancos, aunque él no lo dice en ese sentido):
“UN inversor aficionado puede detectar a los grandes triunfadores de mañana con solo prestar atención a los cambios que se producen en su lugar de trabajo, en el centro comercial, en los concesionarios de coches, en los restaurantes, o en cualquier lugar donde surge una empresa nueva y prometedora.”
“Que le guste una tienda, un artículo o un restaurante es una buena razón para interesarse en una empresa y ponerla en su lista de activos para investigar, ¡pero no es razón suficiente para comprar acciones! Nunca invierta en una empresa antes de hacer los deberes e investigar sus perspectivas de beneficios, su situación financiera, su posición frente a la competencia, sus planes de expansión, etc.”
“Debemos tener claro de dónde va a proceder el crecimiento futuro y cuándo es probable que empiece a perder fuelle.”
“Nada de lo que ha ocurrido ha alterado mi convicción de que el inversor aficionado típico parte con algunas ventajas frente al gestor de fondos típico”.
“No hace falta ganar dinero en todas las acciones que compras. En mi experiencia, una proporción de seis acciones ganadoras de cada diez basta para obtener unos resultados satisfactorios.”
“Sería maravilloso que pudiéramos salir a tiempo antes de todas las bajadas, pero nadie ha encontrado el modo de predecirlas. Es más, si salimos de la bolsa y evitamos una caída ¿Cómo podemos estar seguros de que entraremos a tiempo para la nueva subida?”
“Las acciones no son billetes de lotería. Detrás de cada acción hay una empresa. Las empresas pueden ir mejor o peor. Si una empresa empeora sus resultados, sus acciones bajan. Si una empresa los mejora, sus acciones suben. Si tenemos en cartera buenas empresas que aumentan sus beneficios, nos irá bien. Los beneficios se han multiplicado por 55 desde la segunda guerra mundial, y el valor de la bolsa se ha multiplicado por sesenta. Cuatro guerras, nueve recesiones, ocho presidentes y un impeachment no lograron frenar esa tendencia.”
“Nadie esperará que su cirujano plástico le aconseje hacerse usted mismo un lifting, o que su fontanero le sugiera instalarse usted mismo el depósito de agua caliente, o que su peluquero le recomiende recortarse usted mismo el flequillo, pero no estamos hablando de cirugía, fontanería o peluquería. Estamos hablando de invertir, donde el dinero listo no es realmente tan listo, y el dinero tonto no es tan tonto como se cree. El dinero tonto solo es tonto cuando escucha al dinero listo.
En realidad, el inversor aficionado parte con muchas ventajas que, bien explotadas, pueden ayudarle a obtener mejores resultados que los expertos y que el mercado en general”.
“Solo debería invertir por su cuenta cuando esté decidido a seguir su propio criterio”.
“Es bueno que defina sus objetivos y clarifique sus actitudes antes de empezar, pues una persona indecisa y si convicción es una víctima potencial del mercado, la clase de persona que abandona toda esperanza y buen sentido en el peor momento y vende a pérdida. Lo que distingue al inversor de éxito del perdedor crónico es tanto la preparación personal como el conocimiento y el trabajo de investigación. En último término, lo que determina el destino del inversor no es el mercado de acciones ni tampoco las empresas. Es el propio inversor.”
Un inversor para poder tomar decisiones por su cuenta, independientemente de lo que piense la comunidad de inversores, debe tener una buena dosis de autoconfianza, en caso contrario sucumbirá a la corriente que marca la mayoría y perderá su posible ventaja.
Hay una línea muy tenue entre la autoconfianza, la seguridad en ti mismo y la prepotencia. Los que invertimos en función de nuestras creencias sin tener en cuenta lo que piensa la mayoría y encima defendemos nuestra posición, a veces traspasamos esa línea y eso puede provocar en la gente que nos escucha, o nos lee, una actitud en contra nuestra, seguramente con razón. Algunos no notarán nada extraño, otros callarán y pensarán que eres un capullo, otros te lo dicen, te das cuenta que te has pasado y, si procede, te disculpas, rectificas y vuelves a la parte buena de la línea, pero no cambias tu criterio salvo que haya buenas razones para ello; otros son más beligerantes y adoptan actitudes agresivas sin sentido, como si en ello les fuera el resultado de sus inversiones. La humildad es compatible con la autoconfianza, pero la línea que los separa suele ser algo más ancha.
Cada inversor debería analizarse a sí mismo y conocer sus puntos fuertes y débiles. Su estilo de inversión debe ser determinado por ambos. El estilo adecuado para cada inversor, no depende de nadie más que de uno mismo. En mi caso llego a la bolsa desde la empresa real, mi formación y experiencia proviene de la empresa y ese es mi punto fuerte, utilizo conceptos que no se utilizan en bolsa o apenas se utilizan y analizo la empresa desde el punto de vista del gestor. La formación de precios y gráficos de cotizaciones, que son mi punto débil, los veo de lejos y de reojo, porque les encuentro poca utilidad o más bien ninguna, no tendría sentido basarme en ellos para invertir, no tiene sentido basar la inversión en los puntos débiles.
Cada uno invierte como debe de invertir, cualquier forma de hacerlo puede ser buena, es su opción y la que vengo exponiendo en este y en los anteriores artículos, es la mía.
Saludos