En la semana anterior nos hemos encontrado con otra solución definitiva a los problemas de la eurozona, aunque algunos dicen que tan solo es algo que va en el sentido correcto. Otra vez, estamos dotando fondos de rescate, (ahora parece que tenemos dos), otra vez tenemos apoyos del FMI, otra vez tenemos mejoras de la gobernanza, otra vez tenemos planes de austeridad y tenemos integración fiscal entre los países.
Pues aún a fuerza de ser aburrido, ni es solución a los problemas de la eurozona y tampoco va en la dirección correcta. Y no lo será mientras no se cambie el diagnóstico y se empeñen en confundir causas con efectos. Tanto los políticos, como los mercaderes, (por que los primeros están tomando aquellas medidas que les piden los segundos), están dándole vueltas a un problema que no quieren enfocar. En realidad tenemos una serie de problemas, que están provocando unos efectos. Pues están empeñados en vender la solución a los efectos como solución al problema, de tal forma que los problemas de fondo no solo no mejoran, sino que empeoran.
El problema no es ahora el endeudamiento privado, ni el público, ni la productividad, ni el paro, ni la caída de los mercados financieros, ni ninguno de los aspectos que se destacan. Esto no son más que manifestaciones de algo más grave, que ni se plantean arreglar. En lo que respecta a la crisis del euro, tenemos dos problemas que son los que en definitiva causan todas las situaciones que nos vamos encontrando. Por lo tanto un buen truco para saber si estamos en la buena dirección es tratar de identificar si se palia o soluciona por lo menos alguno de los problemas.
El primero de los problemas de la zona euro es el euro en si mismo. Es decir, estamos ante una situación en la que existen una serie de países, que funcionan con la misma moneda. Esto sólo puede funcionar en tanto en cuanto la situación de los países sea similar. Pero la situación de los países no es el grado de endeudamiento ni de déficit, sino que es la situación de los ciudadanos. En definitiva, los problemas de tensiones del euro parten de una situación en la que los ciudadanos de los distintos países europeos se enfrentan a unos entornos completamente distintos. Si los derechos y obligaciones de las empresas, trabajadores y entidades financieras en cada uno de los países son completamente diferentes, lo más lógico es que los distintos modelos económicos de los distintos países sean completamente diferentes.
En el momento de la unión europea, se nos ha contado que la moneda única equilibraría la situación, pero en realidad, tal aspecto no ha ocurrido; entre otras cosas por que no ha interesado a los países que han dominado el euro desde el principio. Desde el primer momento, los países periféricos fuimos los países en los que conseguir mano de obra barata para servir de deslocalización a los países centrales y a su vez fuimos los países donde canalizar los fondos que acabaron degenerando en burbujas por doquier. La situación actual de fragmentación no es casualidad ni es causa del derroche público como desde Alemania nos cuentan, (Cuando de hecho Alemania y Francia tienen mayor déficit y deuda que nosotros y han sido los que sistemáticamente se han pasado por el forro los acuerdos en el pasado).
La situación actual es fruto de la insostenibilidad de una política monetaria común para situaciones distintas; el hecho de que esta política monetaria esté dominada por los intereses de un país en particular, lo único que nos dice es que el lado débil está en el contrario. Es decir, en una partida normalmente pierde siempre el que tiene que jugar con las reglas que le conviene al otro.
En la cumbre del 9 de diciembre no ha existido integración de ningún tipo, sino que ha existido sumisión, y esta sumisión lo que viene a significar es que además de fijar la política monetaria que interesa a Alemania, ahora vamos a usar la política económica que le interesa a Alemania. En este sentido es normal que todos acabemos arruinados.
Pero aún solucionando el primer problema, que son las tensiones del euro, nos quedaría el segundo problema que nos encontramos hoy en día en medio mundo. Basta mirar para Estados Unidos, o incluso China en pocas fechas, para entenderlo. Aún asumiendo que se consiguiese una relativa igualdad entre las economías, (aspecto necesario para que la moneda aguante), tendríamos el problema de la situación igualdad. Es decir, por un lado necesitaríamos igualar y por otro lado tendremos que tener en cuenta el “como igualamos”.
Esta crisis viene derivada de toda una serie de prácticas absurdas que en definitiva han dejado el poder adquisitivo de los trabajadores de todo el mundo al nivel de los suelos. Teniendo en cuenta que un sistema capitalista supone que el capital está concentrado, lo que significa esto es que el poder adquisitivo de la inmensa mayoría de los consumidores está por los suelos. Me gustaría recordar que la combinación de sueldos contenidos durante años, (fruto de unas medidas que han provocado esto), con una especulación salvaje en todos los bienes básicos, acompañados de unas políticas monetarias de locura y ahora también fiscales, nos han traído a esta situación.
Este problema de fondo ha sido realmente ignorado, hasta el punto de que como mucho se ha hablado de esta problemática como “ligeros inconvenientes de las políticas de oferta”. Sin embargo, nada se puede hacer mientras esto no se solucione. Y de hecho en la cumbre del 9 de diciembre, (por cierto, al igual que en todas las cumbres anteriores donde siempre teníamos soluciones definitivas), no sólo se ha solucionado absolutamente nada, sino que se ha profundizado en este problema.
Recordemos que esta cumbre es por y para salvar a los mercados financieros, (lo cual es algo que no sirve demasiado bien para luchar contra la especulación, sino que sirve para engordarla), a costa de dar todas las facilidades al sector financiero, que quedan a salvo de todo lo que se recomienda para todo el mundo: ¡disciplina y control!, a costa de asumir una serie de políticas que en definitiva hacen más pobres a los ciudadanos.
Por tanto es muy fácil saber qué es lo que va a pasar con las cumbres europeas. ¿Se igualan las condiciones de los ciudadanos de Europa, o se trata de salvar la situación de bancos alemanes a costa de los ciudadanos de Europa?. Esta pregunta es la que marca la contestación y mientras no se conteste a la primera opción de una forma realista, (es decir con medidas que sirvan para esto en lugar de con discursos), no funcionará ninguna.
En definitiva es lo que había tratado de explicar en su día; la salida a la crisis pasaba por la salida del euro, (ya que no se dan las condiciones para que se pueda seguir), y aplicar políticas de demanda.