Mañana se han convocado manifestaciones contra la reforma laboral. Por supuesto, ya nos encontramos en todas las noticias las típicas consignas desde los dos bandos para generar opinión, mediante la técnica de mensajes simples y directos; (que sí los sindicatos son unos chupópteros, que si los neoliberales son unos explotadores…). En fin, nada nuevo bajo el sol. Una batallita de unos contra otros en la que perdemos absolutamente todos.
En realidad los dos mensajes tienen gran calado porque es evidente que ambos tienen gran parte de la razón. El papel tanto de unos como de otros ha estado a la altura del papel de los partidos políticos y a su vez a la altura de todos los que de alguna forma han conducido este país que se ha estrellado con numerosas víctimas en su interior. Unos por acción, los otros por omisión, pero en definitiva culpables todos.
Está claro que lo primero que deberían hacer las cúpulas en pleno de los sindicatos es lo mismo que deberían hacer por tanto las cúpulas en pleno de toda organización que ha tenido algo que ver en el desarrollo de España: ¡Dimitir!. Es así de duro, pero el problema de España no es tanto los que están en situación de desempleo, sino los que siguen trabajando para llevarnos invariablemente al desastre.
Pero más allá de todo esto, lo que tengo claro es que yo voy a acudir a las movilizaciones de mañana. No me verá nadie con una banderita, ni con una consigna prefabricada desde la UGT, la CC.OO, o la C.I.G. (en este caso el gallego de aquí). Lo siento pero me da incluso vergüenza que me relacionen con esta tropa que a estas alturas del partido aún están con sus cálculos para pensar el punto al que pueden llegar en las movilizaciones en un entorno en el que ni tan siquiera nos dicen que es lo que quieren hacer, en base a qué plan, y para qué.
Por tanto, mientras no digan claramente que van a hacer lo imposible, (incluyendo huelga general indefinida), para conseguir revertir una situación que nos está destrozando, me van a parecer solemnes payasos que tocan una partitura que no hay quien se crea de oídos.
Tan sólo me gustaría aprovechar este espacio para intentar llegar a sindicalistas individuales dentro de los colectivos, para animarles a que luchen dentro de su espacio para que cambien las cúpulas y las formas de inacción de estos organismos, porque lo triste es que los necesitamos.
En el caso de las organizaciones empresariales, la realidad no es muy distinta, ya que son también una clave importante en esta situación. Está claro que hace tiempo que aquí sólo importan los resultados de las grandes cotizadas. Por tanto, y dado que viven en su totalidad del estado o en regímenes de monopolio, las políticas que se desarrollan son las que busquen como lograr apropiarse de un poco más de dinero del resto de la sociedad. Facilitar el despido y bajadas de sueldos, conseguir inyecciones monetarias, que el Banco Central Europeo acepte como colateral los bonos de empresas con rating, (¿adivinan a quién beneficia?), limitar los derechos de los consumidores, reconocer derechos de tarifa, pasar de luchar contra monopolios…. Todo esto nos lleva a que unas pocas empresas están machacando al total de la sociedad, de tal forma que el resto de las empresas simplemente no tienen opción. Es simple y ya lo he explicado en numerosas ocasiones: cuando beneficiamos con una norma a Santander que le permite conseguir 1.000 millones más, resulta que la sociedad tiene 1.000 millones menos, y en consecuencia las personas tendremos que sacrificarnos por 1.000 millones, de tal forma que al final un comercio o una tienda no protegida, perderá esas ventas. Y lo peor es que este no es más que el inicio de un circulo vicioso, ya que supondrá que estas empresas no pueden pagar ni necesitan los trabajadores, por lo que se acelera todo el proceso.
De la misma forma que los dirigentes de los sindicatos son unos payasos que ni se sabe a quién representan, en las organizaciones empresariales sí que está claro a quien representan. De la misma forma que los sindicatos están entregados y nos venden migajas como grandes éxitos a la inmensa mayoría de los trabajadores, las organizaciones de empresarios venden también migajas a las empresas que sí están en un mercado que pueden ver como el impuesto sobre la chorrada de turno baja el 0,5% mientras sus ventas se desmoronan por lo que dan a las grandes.
Por esto también me gustaría dirigirme a los empresarios que estén en estas organizaciones y que no estén contentos.
Y en lo que respecta a los partidos políticos, el ejemplo más claro lo tenemos hoy mismo con unas declaraciones simplemente vergonzosas de Soraya (la del Pepé), que no son más que el reflejo de un patetismo y una falta de respeto simplemente acojonante. Tratando de reducir las movilizaciones, (en un claro ejercicio de tácticas absurdas), nos cuenta que están dispuestos a negociar siempre que no se trate de incrementar el poder de unos, (en referencia a los sindicatos). Dice, (y por una vez tengo que reconocer que es sincera), que no están por la labor de darle poder a unos; y es una gran verdad, porque si hay algo que queda claro es que lo que están es por darle poder a otros. Es decir, al igual que el gobierno anterior, está muy claro que el objetivo es entregar el poder a las grandes cotizadas para que hagan lo que les da la gana.
El cachondeo padre viene de cuando le pide a los demás grupos propuestas para que no haya despidos, lo cual suena incluso a burla de retrasado mental cuando acaban de parir una reforma de mercado de trabajo que abarata, simplifica y subvenciona el despido. (y en todos los casos tenemos que ponerle el mucho delante).
Nos dice a los que mantenemos el empleo que pensemos en los que no tienen empleo. ¡Valiente señorita!. Dudo si tiene limitaciones en el cociente intelectual o no las tiene en la dureza de su rostro), pero el caso es que claro que tenemos pensar en los que no tienen empleo, (y de hecho los que no tienen empleo deben ser los primeros en movilizarse), más que nada por qué cómo se siga atacando de esta forma la clase media todos estaremos en muy grave riesgo de estar en esta situación. Es así de simple, ajustamos para que otros consigan beneficios, y en consecuencia, alguien lo pierde todo de este ajuste, lo que ocasiona nuevos ajustes y más paro. La diferencia entre unos y otros no es más que la lejanía al epicentro de un maremoto que si no desactivamos nos llevará a todos por delante. La diferencia entre unos y otros es que unos lo ven y otros no.
Por tanto, lo que está claro es que tenemos que movilizarnos, y una manifestación no puede ser entendida como el objetivo sino como el principio de un plan que tiene que ir mucho más allá y muy rápido, porque la situación es dramática y el tiempo se acaba para millones de personas. Por esto pido que mañana cada cual se vaya a su manifestación y ya que estamos que se difunda todo mensaje que apoye esta movilización.
Sé que no estoy usando una táctica apropiada para la difusión, que se consigue con post o manifestaciones que calquen los argumentos de las organizaciones que están poniendo a trabajar a sus números a difundir y comentar. Pero no son tiempos de tácticas y necesitamos imperiosamente las dos cosas, movilizarnos y acabar con este absurdo de mensajes propagandistas para generar una opinión mientras no devora la realidad.
Y el mejor argumento es el más simple. Todo este desenfreno y este expolio a la clase media acabará cuando reaccionemos, jamás antes. Hasta ese momento tendremos los discursos vacios y las mentiras más o menos elaboradas que están presentes en cualquier timo. No estamos ante una situación en la que tendremos que decidir si hacer algo mañana o no. Estamos ante una situación en la que tendremos que decidir cuándo haremos algo, y mañana es mejor que pasado mañana.