Tenemos en los medios toda una serie de medidas que se supone que van a ser aprobadas en España. Lo que es el gobierno apenas ha dicho nada oficial, y tampoco son medidas que estuviesen incluidas precisamente en el programa electoral. En realidad lo que estamos es ante propuestas de los lobby de turno, lo que en medio de unos gobiernos que son incapaces de decir que no a todo aquel que tenga la capacidad de acceder a un despacho, nos da un panorama muy predecible.
Nadie dura que este panorama pasará por toda una serie de recortes que serán vendidos con los recurrentes lemas del sacrificio para mejorar la situación del déficit y la competitividad de la economía, y por supuesto todo ello con el objetivo de salir de la crisis y crear empleo; posteriormente nos encontraremos con la sorpresa de que esto no ha sido así, (y supongo que se explicará mediante las tonterías de que somos distintos, vagos o lo que sea).
¿Por qué estoy seguro que no se va a reducir el déficit y que va a empeorar la situación de las empresas españolas?. Pues es realmente sencillo. Porque en todas y cada una de las medidas empeora la situación y las perspectivas de los españoles, lo que al final es directamente llevar al colapso a la economía. En un entorno en el que la economía colapsa, no hay posibilidad de reducir el déficit ni desde luego existe la posibilidad de solucionar ninguno de los problemas que van saliendo que no son otra cosa que manifestaciones de una situación de fondo. Por usar un símil se trata de intentar parchear una vía de agua en un barco disparando cañonazos para conseguir piezas de otro lado. Estos cañonazos no harán más que agrandar los agujeros. Y más concretamente me gustaría comentar lo que se está planteando actualmente.
En primer lugar tenemos una serie de medidas en las que directamente suponen un coste para la sociedad a cambio de ningún impacto directo sobre estos aspectos; En este apartado nos encontramos unas cuantas medidas, cuyo único fin y finalidad es ofrecer beneficios y posibilidades de negocios a costa del resto de la sociedad. El ejemplo es el céntimo verde que se plantea sobre los combustibles, para compensar a unas compañías eléctricas que a pesar de ser líderes en precio, parece que han logrado inventar un déficit reconocido por ley. Por tanto en este caso, el impuesto no servirá para reducir el déficit del estado, (ya que directamente no será para el estado), y por supuesto tampoco servirá para mejorar la competitividad de la economía, sobre todo teniendo en cuenta el concepto periférico, al incrementarse los costes de transporte. Lo que se hace es encarecer un producto necesario para ofrecer unos beneficios a unos fondos de inversión que presionan en el sector eléctrico, (y por mucho que nos digan desde luego que no para que seamos más competitivos).
En este punto, nos encontramos también con la propuesta de instalación de peajes en toda la red viaria de alta capacidad, (o en parte de ella). Esta medida, lo que hace es buscar la forma de recaudar para generar un volumen de negocio para las concesionarias, que por una parte se ocuparan de generar valor en las concesiones, (entiéndase que el único valor que se aporta es la capacidad para encontrar formas más innovadoras de cobrar). El estado puede parecer que percibirá una parte de los rendimientos, pero en realidad, al ser los ingresos finalistas, (al igual que las multas de tráfico), lo que significará es que serán incrementos de negocio de las constructoras. Dicho de otra forma, si se recaudan 8.000 millones, (pongan el número que quieran), lo que ocurrirá es que se habrá innovado lo suficiente como para que 8.000 millones de euros pasen de las manos de los usuarios a los “afortunados ganadores de una nueva concesión”, y algún dinero más a los afortunados ganadores de una antigua concesión de autopista que puede competir ahora mejor con autovías. Pero aparte de esta distribución de la renta, no se incrementa la recaudación, ni se mejora la competitividad, sino más bien lo contrario.
En estos dos casos estamos hablando sobre una imposición (o cuasi una imposición en el caso de los peajes), sobre un bien básico de carácter indirecto; y esto tendrá algunos efectos prácticos; por un lado está claro que el impacto será mayor cuanto menor sea la renta de las personas. (es fácil entender que la subida del precio de los gasóleos afectará más a las rentas más bajas que a las más altas, del mismo modo que el precio de los peajes para las rentas altas puede ser un incordio pero que para las rentas bajas supondrá la diferencia entre ir por autopista o carretera). Pero es que además afectará a la demanda de los pocos bienes sustitutivos que nos encontremos. (por ejemplo un bien sustitutivo para las autovías son los aviones o el ferrocarril). Esto implicará sencillamente un beneficio inicial para dichos sectores, y un coste para todo el mundo de tal forma que los costes acaban afectando incluso a aquellas personas que no pudieran parecer directamente afectadas.
Estas medidas que intentan salvar a las constructoras, concesionarias, eléctricas y más concretamente a sus accionistas, y a su vez intentan hacer más rentable el resto de los medios de transporte, nos van a dejar, sin lugar a dudas, una situación en la que los costes de transporte de personas, (no directamente la de mercancías, porque en el gasoil parece que no se va a usar, y en el caso de los peajes tampoco e incluso desde las constructoras parece que se plantea que una parte del pastel ira para compensar al transporte, lo cual no se ha de entender de otra forma como de buscar los apoyos de otro lobby con poder), se van a incrementar.
Al incrementarse los costes y las dificultades de movimiento, porque las carreteras se van a llenar y tampoco van a ser mantenidas para hacer rentable la recaudación, lo que tendremos es una situación que recuerda mucho a las tácticas de las huelgas, que se basan en paralizar el país por las vías de transporte. Por supuesto, no es lo mismo, pero tengamos en cuenta que va en el mismo sentido y la diferencia es de grado a la hora de poner dificultades.
Y todo ello se hace, bajo la premisa de ofrecer inversiones rentables a fondos de inversión e inversores en general, lo que unido al dato de que el 40% del IBEX está en manos extranjeras, nos lleva a una curiosidad que invalida todo lo relacionado con las políticas que se están tomando, (a la vez que explica los intereses de fuera en que hagamos determinadas medidas). Pensemos que cuando la economía se está destruyendo estamos en una situación de una tarta que se está destruyendo, tan sólo para que determinados agentes consigan mantener la porción de la tarta que tenían antes, (a costa de los demás), y tengamos en cuenta que de esta porción una parte importante se va fuera. Por esto se hunden países desde otros países, y por esto determinados países están hundiéndose mientras otros se están recuperando.
Estas medidas son las más claras, pero quedan otras medidas que sí parece que tienen efectos sobre el déficit, (como pueden ser la subida del IVA de productos básicos, o lo relativo a los medicamentos). En este caso, quizás el resultado no es tan evidente, pero volveré a explicar estos días que en definitiva, tal y como se plantean nos llevan otra vez a un incremento del déficit, a una paralización de la economía y a una situación en la que el empleo y la situación no se va a recuperar jamás. Por supuesto van en el mismo sentido.