Uno de los efectos más evidentes de la transformación de nuestra sociedad lo podemos ver en la gestión de los aparcamientos. En la mayoría de las ciudades que conozco, literalmente aparcar se ha convertido en misión imposible, al igual que en muchos lugares que están apartados y que tienen atracción de gente. Todo ello, ha venido derivado de la sucesiva aplicación de planes para mejorar el tráfico y los aparcamientos, que a la vista de lo sucedido tan sólo han tenido un efecto; empeorar la situación de aparcamientos y tráfico a costa de generar todo un sistema de concesiones que cobran unos precios completamente inasumibles por aparcar cuando vas a una ciudad, a un hospital, a una estación de trenes o a una estación de ferrocarril.
El esquema es sencillo; se elimina toda posibilidad de aparcar, se construye un aparcamiento mediante una concesión et voila: ya tenemos una empresa generadora de caja recurrente, (lo que viene a ser una empresa que sin mercado y sin competencia puede cobrar lo que sea para generar unos beneficios que son muy estables en el tiempo). En esto tenemos a los taxistas encantados y muchos beneficiarios, mientras que los que tengan que acudir a estos sitios (incluidos los trabajadores de la zona), tendrán que asumir unos costes desproporcionados, y todo esto a costa de las incomodidades de la gente y por supuesto del uso de bienes públicos.
Por supuesto este criterio no se usa en los centros comerciales, donde resulta que una de las claves de diseño de este centro comercial se basa precisamente en cubrir las necesidades de aparcamiento gratis. ¿A alguien se le ocurre que se monte un centro comercial y se pongan los precios de aparcamiento que se estilan en los alrededores de un hospital o aeropuerto?. Está claro que al que proponga esta locura lo despiden inmediatamente porque todo el mundo es perfectamente consciente de que lo primero que hay que plantear es la necesidad de la comodidad y de la economía para que la gente acuda. Las infraestructuras de aparcamiento también hay que mantenerlas, y construirlas en los centros comerciales, pero sin embargo son una inversión para captar clientes y movimiento. Y si en un centro comercial hay problemas para aparcar o de movilidad, se solucionan en lugar de tirar del consabido: “¡hay que sacar los coches de aquí!”.
No es en absoluto de recibo que tengas que pagar un dineral cuando vas a ver a un familiar al hospital o cuando tienes que coger un avión porque directamente no tienes alternativas, (el dineral del aparcamiento o el dineral del taxi), mientras resulta que te ponen fácil lo de ir a un centro comercial, lo cual acaba impactando, por cierto, en el pequeño comercio.
Pero ahora mismo, ya nos encontramos con otra tendencia, que se está cociendo por lo menos en Galicia. Resulta que ante los precios y las rentas disponibles, lo que está ocurriendo es un proceso curioso. La gente se está organizando y apañando improvisando aparcamientos en las afueras de las ciudades. El proceso es sencillo; la gente que trabaja en las ciudades, o bien para acudir a cualquier cosa en grupo, se organiza para quedar en las afueras de las ciudades donde exista algún tipo de espacio para aparcar para dejar el coche allí, y buscar la forma de llegar al centro. Evidentemente las incomodidades y las vueltas que se dan, (lo digo por lo de los efectos medioambientales), se multiplican, a la vez que el tráfico en las afueras de las ciudades se ve penalizado. Pero por supuesto también se ve penalizada la recaudación de los parkings del centro.
Pues con todas las incomodidades, resulta que ahora la Xunta de Galicia parece que quiere poner solución a este problema y crear “aparcamientos disuasorios” en las afueras de las ciudades. En un raro requiebro de la dialéctica, nos dicen por un lado que esto es para que los coches no entren en la ciudad, (¿Cómo demonios va a ser poner dificultades o coste para que las personas aparquen fuera de la ciudad una medida para que los coches no entren en la ciudad?), y por otro lado dicen que esto ya la gente ya lo está haciendo por lo que lo aceptaría. Claro que lo que no dicen es que lo está haciendo para no pagar y porque no se paga.
La presentación del plan, que incluye estas concesiones en el exterior de las ciudades, se ha vendido como que esto va a generar un ahorro para el usuario, que va desde los 1.500 a los 2.000 euros al año. Es completamente absurdo que se plantee el argumento en estos términos, porque si nos damos cuenta están planteando el ahorro sobre el hipotético caso de una persona que deje el automóvil todos los días en un parking de concesiones, lo cual es absolutamente impensable. Tan sólo echando un vistazo a las plazas de garaje en alquiler, tenemos que en Coruña, la plaza de garaje en alquiler más cara supone 130 euros al mes, (y tiene vigilante, se vende como de lujo, es grande y muy céntrica…). Por lo tanto alquilar esta plaza, (repito, la más cara de Coruña) supone un desembolso de 1.560 euros al año.
Por tanto, es imposible que se ahorren 2.000 euros al año, porque cualquier persona que se deje este dinero en aparcamientos ya habrá encontrado soluciones. Entre ellas, la mencionada de aparcar en las afueras, que evidentemente es la elegida por aquellas personas cuya renta no les permita asumir costes bastante inferiores a este. Pero en este caso, lo que está claro es que estas personas no sólo no van a ahorrar, sino que lo que van a hacer es trasladar el sitio para aparcar, a otro sitio. Realmente la ventaja que tenemos cuando buscamos un descampado en el que aparcar es que siempre tendremos donde elegir. Por supuesto, ahora mismo se escoge aquel más cómodo, que es el que será más eficiente en términos de coste y tiempo para las personas. Si de repente en el sitio escogido ahora nos encontramos con un coste añadido, simplemente se buscará otro descampado, que supondrá mayor coste, mayor tiempo y por tanto más impacto medioambiental y más incomodidad. Evidentemente esto es lo que beneficia a todas las concesiones del centro de la ciudad, (al igual que todo el sistema de ORA que se impone en todas las ciudades), al hacer relativamente menos gravoso el pagar un parking en la ciudad. Cuanto mayor sea el coste y el esfuerzo, más compensará pagar lo que nos pidan en el centro.
De hecho es lo que está ocurriendo en Santiago de Compostela, donde en las afueras ya han hecho dos aparcamientos que literalmente están siempre vacios. Lo cual nos lleva a una curiosa consecuencia, resulta que como además en las concesiones estamos ante un negocio tan curioso que el riesgo se lo lleva el estado, (nosotros), y los beneficios las empresas, resulta que hay que poner dinero para mantener explanadas preparadas, con personal y vacías mientras la gente aparca en otros descampados. ¡Ridículo!.
Si nos damos cuenta, en todo esto, al final tenemos todo un sistema con ORAS, transportes diseñados a medida, aparcamientos públicos gestionados por empresas privadas y todo un diseño que sólo tiene en cuenta una cosa. Cuando estamos hablando de centros comerciales, hacerlo cómodo y barato para el ciudadano, porque así se beneficia a las empresas que están en ese centro comercial, y en consecuencia generan actividad económica, (olvidando todo lo demás), pero cuando estamos hablando del resto de los casos, las decisiones son exactamente las contrarias, porque de esta forma se beneficia a determinados grupos inversores que viven de concesiones y de la colaboración público-privado, convirtiendo lo que debería ser un servicio público y la gestión de un bien público en una forma de esquilmar a los ciudadanos y las administraciones.