Uno de los rasgos comunes a cualquier escándalo o situación que se plantea en muchísimas ocasiones es que alguien (y nunca se sabe muy bien quién), lo ha dicho y se le ha ignorado completamente. Piensen en cualquier caso y encontrarán siempre la frase: “informe emitido por servicio de xxxx, alertaba ya en yyy de que ….”. Vale para lo del accidente de Spanair, para la burbuja inmobiliaria, para alertar de que el Madrid Arena no cumplía las condiciones de seguridad y para tantas y tantas cosas, o para la existencia de cuentas en el extranjero…
Al final siempre aparecen informes que alertaban de una situación, que además suele ya ser conocida por todo el mundo. Por ejemplo en el caso de la burbuja inmobiliaria, nos encontramos con los inspectores del Banco de España que en 2006 alertaban sobre una burbuja inmobiliaria que ya había provocado por ejemplo famosas declaraciones como las de Álvarez Cascos en 2003 que negaba la burbuja inmobiliaria afirmando que los pisos cuestan tanto “porque la gente puede pagarlos”…(¡que cosas!). Es decir, con mucha frecuencia nos encontramos con informes muy tardíos, que a su vez son ignorados. Por supuesto la prensa se acaba refiriendo a estas cosas mucho más tarde aún, y dado que esta constituye el órgano visual de la sociedad, resulta que los ciudadanos se enteran siempre de determinados aspectos cuando ya no es posible ocultarlos más; y este momento tiene dos cosas siempre: la primera es que siempre es demasiado tarde y la segunda es que es completamente inútil el informe inicial porque el hecho de que siempre sea demasiado tarde se basa en que los efectos sobre los que se alertaba se han producido hasta el punto tal que son imposibles de ocultar. En determinados aspectos mucho más cerrados, (por ejemplo el tema de seguridad de las instalaciones el proceso queda más oculto a la sociedad hasta que de repente pasa algo que lo saca a primera plana; nadie sabe las condiciones de seguridad de unas instalaciones hasta que no existen muertes, momento en el que se detecta que hacía tiempo que había siempre cierto movimiento soterrado).
Todo este fenómeno responde muy bien a un proceso que se ha extendido demasiado y que desde luego está muy relacionado con los orígenes de esta crisis. A su vez, parece que es uno de los posibles “brotes verdes” ya que, si bien con mucha mayor lentitud de lo esperado, las cosas están empezando a cambiar.
La historia siempre es la misma; nos encontramos con unos intereses determinados, y en consecuencia presiones. Determinadas personas siempre son las primeras en advertir que algo está ocurriendo; normalmente son las personas que están en contacto con las partes afectadas, bien en la parte privada del sistema como en reguladores o en administración pública.
Mientras las incidencias o los riesgos sean anecdóticos nadie tiene la tentación de emitir ningún tipo de denuncia o informe. Todo el mundo sabe que determinadas prácticas responden a los intereses de unas personas que además tienen poder, por lo que ir contra estas prácticas supone riesgos, dificultades y muchos problemas. En la parte privada estaríamos directamente ante algo impensable, (¿imaginamos un director de sucursal en banca protestando contra cualquier práctica de la banca?); en la parte pública la situación es algo mejor, pero no demasiado.
A medida que la situación se va erosionando, (el desbarre es mayor, los riesgos son más evidentes y los esfuerzos para mirar para otro lado cada vez más complicados), se van incrementando las posibilidades de encontrar salidas de personas en la parte privada, (abandonan porque no hay otra posibilidad), y denuncias materializadas en informes en la pública. Por esta razón las denuncias normalmente aparecen cuando se ha alcanzado un punto que ya empieza a ser inasumible.
Pero sin embargo esto se tapa sin problemas, por la misma razón de antes; una situación se da cuando confluyen unos intereses, y esos intereses bloquearán toda información o denuncia que afecte. Frente a las denuncias que se silencian, tendremos bombardeo de mensajes, informes, datos y argumentos en el sentido contrario. De hecho, la existencia de informes reiterados acerca de algo, suele ser un poderoso incentivo de que alguien está intentando convencer a todo el mundo de algo.
¿hasta cuando?. Pues hasta que esto es demasiado evidente; momento en el que tan sólo unos irreductibles quedan defendiendo una mentira hasta niveles que en determinado momento llegan a ser absurdos.
Esto es lo que he sentido estos días cuando analizamos lo que ha ocurrido en relación al Banco de España; aparece un informe de los inspectores en el que, entre otras cosas, nos cuentan que se ha mirado durante bastante tiempo hacía otro lado incluso ante indicios de hechos delictivos. ¿sorpresa?. Pues supongo que dado que existen miles de personas engañadas y estafadas con instrumentos varios y nadie en la cárcel, pues no debería sorprender demasiado.
¿Qué ha hecho el Banco de España; o lo que es lo mismo, la entidad que depende de sus inspectores para tratar de determinar el cumplimiento de la legalidad?. Pues mirar ¡hacia otro lado!. ¿no es demasiado patético?; hasta la fiscalía dice que va a investigar, (otros que tampoco es que sean los más rápidos del lugar); lo cual por cierto no significa otra cosa que la fiscalía dice que va a investigar….